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lunes, 7 de mayo de 2018

Viñedos, “mina de oro” para biocombustibles

Ingenieros de la UNAM en Querétaro buscan convertir las aguas residuales de la industria vitivinícola en biometano
Ingenieros queretanos buscan convertir las aguas residuales de la industria vitivinícola en biometano, un combustible semejante al gas natural que puede ser utilizado en la red habitacional e industrial, así como en automóviles.
De igual manera, existe la posibilidad de generar otros productos químicos de alto valor agregado a partir de estos residuos, concluyen estudios de la Unidad Académica del Instituto de Ingeniería de la Universidad Autónoma de México (UNAM), Campus Juriquilla.
El alto nivel de residuos en los afluentes de esta actividad se convierte en una “mina de oro” para la generación de biocombustibles, dice el investigador Germán Buitrón Méndez, subdirector de unidades foráneas del instituto.
Esto es altamente relevante para Querétaro debido al crecimiento que ha tenido la industria vitivinícola en el estado durante los últimos años, señala.
A nivel mundial, expone Buitrón Méndez, se estima que hasta 4 litros de agua son utilizados para la fabricación de cada litro de vino y en la actualidad estos residuos entran en plantas de tratamiento para evitar la contaminación, pero podrían ser aprovechados como materia prima de un proceso de biorrefinería a través del cual se fabrique metano y otros productos de alto valor agregado.
El investigador menciona que a partir de la reforma energética se abre un panorama promisorio en México para la generación de bioenergías a partir de desecho.
El uso de biocombustibles en México es casi inexistente, dice, y se puede contabilizar en muchos casos sólo a nivel demostrativo.
“Se debe dar un paso adelante y tratar los residuos para generar materias primas que ayuden a generar nuevos componentes energéticos.”
“El enfoque es el mismo, el tratamiento de los residuos, pero anteriormente sólo buscábamos remover los residuos, ahora nos enfocaremos en una maximización de biogás.”
Esto permitiría un proceso de “economía circular”, que consiste en tener productos de valor agregado o igual al producto que le dio origen, es decir, a través del residuo que ahora es materia prima se generan productos que valen más que el residuo.
Actualmente se estudian los afluentes de la industria vitivinícola porque en el Bajío es mayor el aumento en la producción de vino que en otros estados, lo cual, por consecuencia, aumenta la generación de residuos que surgen de la actividad.
El proyecto incluye solicitar a los empresarios vitivinícolas que se agrupen y desarrollen una planta procesadora, utilizando los conocimientos y tecnología que se genere en la investigación, que les permita refinar los residuos de las aguas que surgen de la actividad vitivinícola para generar el biocombustible.
Esto, expone el investigador, es una oportunidad de negocio, ya que a partir de los residuos se pueden obtener productos aplicables que tienen valor agregado, además de que con el tratamiento de las aguas de esta industria se coadyuva a disminuir los efectos contaminantes.
“El tratamiento de estas aguas no sólo ayuda al saneamiento, sino que también te puede generar ganancias, produciendo nuevos productos que se pueden aplicar”, afirma Buitrón.
Este proyecto es financiado por el Fondo de Sustentabilidad Energética de la Secretaria de Energía. Participan el Instituto de Ingeniería de la UNAM, Campus Juriquilla, y de la Ciudad de México, la Facultad de Química de la UNAM, el Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de Morelia, la UAM Iztapalapa, la UAM Cuajimalpa, la Universidad de Guadalajara, entre otras instituciones y centros de investigación, vía el Clúster de Biocombustibles Gaseosos.
Se invierten 100 millones de pesos en el proyecto y tendrá un tiempo de duración de 4 años. Hasta ahora se encuentra en la tercera etapa, en el segundo año de trabajos.


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