PABLO HIRIART
La decisión presidencial de poner a Manlio Fabio Beltrones como líder nacional del PRI revela que Peña Nieto escuchó a su partido. Ése es el dirigente que los priistas quieren como líder, y lo es también de buena parte del “círculo rojo”.
El presidente necesitaba a un líder fuerte en la dirigencia nacional de su partido, para enfrentar dos retos: hacer contrapeso a López Obrador, que es puntero absoluto en las encuestas rumbo a 2018, y no perder estrepitosamente en las elecciones de gobernador el próximo año, ante posibles alianzas opositoras.
Puso a Beltrones. Y no se lo sacó de la manga.
Manlio se la ganó a pulso con las reformas aprobadas en la Cámara de Diputados, los acuerdos que alcanzó en San Lázaro, más la reconquista de Sonora, donde nadie daba un centavo por Claudia Pavlovich, y pudo derrotar al candidato del gobernador Guillermo Padrés.
Antes de las elecciones de junio apuntamos en este espacio que Manlio apostaba alto en Sonora: si ganaba era su entrada a la presidencia del PRI o a un sitio estelar en el gabinete, pero si perdía quedaría trunca su carrera política.
Ganó, y ganó mucho. Beltrones será el próximo presidente del PRI. Su llegada a la dirigencia priista muestra que el presidente puso por encima de los cotos de poder del paisanaje, las necesidades de su partido y de su gobierno.
Ahora vamos a ver cómo funciona la dupla Peña Nieto-Manlio Fabio, porque el próximo año hay elecciones de gobernador en 12 estados. Hay que observar qué tan hábil es Beltrones para desmontar alianzas PAN-PRD en las entidades con elecciones. Desmontarlas sin triquiñuelas jurídicas o vencerlas en las urnas.
¿Qué tanto espacio le darán a Manlio para influir en la postulación de candidatos? ¿Se lo permitirán gobernadores de corte caciquil? ¿Van a definir solamente las encuestas, como ocurrió con Ivonne Álvarez en Nuevo León? ¿O se tomarán en cuenta a quienes tengan potencial para crecer, como fue el caso de Claudia Pavlovich en Sonora?
Mientras hace su trabajo, Manlio tendrá que enfrentar la suspicacia y las zancadillas de quienes lo ven como un rival en la candidatura priista a la presidencia.
Hace algunas semanas César Camacho Quiroz, presidente del PRI, me dijo en entrevista que el próximo líder nacional de su partido no debía aprovechar el cargo para construir su candidatura presidencial.
¿Era la opinión de César Camacho, del grupo mexiquense, o del presidente de la República? Él dijo que hablaba a título personal.
Hay experiencias negativas de líder del PRI y luego candidato presidencial, como sucedió con Roberto Madrazo. Pero hay otras positivas como la de Luis Donaldo Colosio.
El hecho concreto es que ante los retos electorales, de una oposición unida en tiempos de crisis, y frente a un solitario López Obrador rumbo a 2018, el presidente puso una carta fuerte sobre la mesa: Beltrones.
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