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martes, 23 de junio de 2015

El origen del colapso perredista

POR GUSTAVO GIL RAMOS
La claudicación del PRD en su función de contrapeso del gobierno federal le pasó factura en las elecciones del 7 de junio. El PRD no sólo tuvo su peor resultado en elecciones federales desde el año 2000
–medido tanto por el porcentaje de votación como por diputaciones ganadas–, en 15 de los 35 distritos que perdió con respecto a las elecciones de 2012 ni siquiera logró posicionarse como la segunda fuerza política y en otros cuatro perdió por un margen de 10 por ciento de votos o más.

Durante los primeros dos años de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el PRD tomó la decisión audaz de apoyar algunas reformas de la agenda del Pacto, a pesar de las voces que conjuraban esa alianza. Sin embargo, al hacerlo los perredistas se olvidaron de su tarea primordial de fiscalizar el desempeño del Ejecutivo federal. En enero, el perredista Silvano Aureoles –gobernador electo de Michoacán y entonces presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados–pidió realizar una investigación para identificar a las personas que filtraban información sobre las casas del presidente (Animal Político, 21-01-2015), en vez de impulsar una investigación a fondo por parte del Congreso para deslindar responsabilidades.

Ese tipo de complicidad privó al PRD de uno de los mensajes más efectivos en la historia de la izquierda mexicana y el segundo más importante para los electores en estas elecciones después de la economía, el combate a la corrupción. Si bien la fragmentación de las izquierdas desempeñó un papel importante en la derrota del partido del sol azteca, su incapacidad para fungir como contrapeso, a la par de ser una oposición abierta a la negociación, fue la principal razón de su debacle.

El autor es director de análisis político y legislativo de Integralia Consultores.

Twitter: @gustavo_gilr

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