Desmorona al Sistema el Descrédito Mundial
A los gobernantes del nuevo PRI sólo les faltaba pelearse, a golpes y pataletas y respingos triviales, con autoridades y organismos de corte mundial, como la Organización de las Naciones Unidas, para sellar el fin de los tiempos del engaño y la caída de gracia de aquel clan entre las diplomacias, los medios periodísticos y las cúpulas neoliberales del orbe y sus apetencias, después que habían visto de septiembre a la fecha evaporarse su magra credibilidad y confianza internas arrastrados por los escándalos de los crímenes de estado, la corrupción y la impunidad.
Mucho les beneficiaría a los empoderados del camaleónico neopriísmo valorar sus acciones de gobierno y conductas personales con la serenidad que deba otorgarles hallarse en medio del fracaso y la parálisis y, a continuación, mirarse al espejo de los resultados para que, entre el pasmo de su incredulidad y el azoro, sepan distinguir entre la realidad y la fantasía con que vienen exhibiendo sus precarios recursos políticos e intelectuales, inclusive en el fugaz e ilusorio mexican momento y la breve época estelar del salvador de México, títulos nobiliarios y vacuos impuestos por la prensa de interés del gran capital adicta y dispuesta siempre para halagar vanidades tercermundistas y atraer simpatías y ganancias al rapaz neoliberalismo global.
Todo cayó por su peso y el escaparate de la ensoñada prosperidad vino a derrumbarse para los señores del nuevo PRI a partir de cuando sonaba más fuerte el homérico canto de las sirenas a los oídos de los mortales, e insuflaba ánimos como para aventurarse a subir al púlpito y aconsejar a los inexpertos mandatarios de otras naciones, desde la tribuna de la ONU, que volvieran la vista a México y su inminente despegue y copiaran sus pasos firmes a la modernidad y hacia el primer mundo y sus bonanzas… con sólo ceder los recursos naturales del país a la voracidad de las compañías transnacionales del petróleo y el gas, u otros tesoros nacionales para quienes codiciaran llevárselos.
Fuera del país los observadores y la opinión pública ven con frialdad cómo se desmorona el sistema político en su conjunto, con sus viciadas instituciones, partidos corroídos por la corrupción y políticos enriquecidos con su insaciable asalto a las arcas del gobierno. Y al interior nadie quiere mover un dedo para terminar con los latrocinios de los detentadores del poder, llámense altas burocracias o integrantes de las legislaturas.
Por caprichos del destino, impecable a la hora de saldar cuentas y equilibrar las causas con los efectos, la última pompa de jabón de los señores del poder acaba de reventarles en sus rostros: aquella durable burbuja mediática con que ilusionaron a incautos con guiarlos de la mano al país de las maravillas y la riqueza, con el sofístico y cínico arte de asociar palabras hueras con una intención perversa y deshonesta, al fin desapareció de la imaginación colectiva. Viene ahora sobre el gobierno y el sistema político en general el desprestigio internacional más contundente luego de reñir este fin de semana con la resolución del Comité de Desapariciones Forzadas de la Organización de las Naciones Unidas contra la violación de los derechos humanos y las desapariciones forzadas en casi todo México, un triste corolario en el descrédito mundial enriquecido con la interminable cadena de escándalos de corrupción e impunidad entre sus portaestandartes.
Liarse a lo tonto con organismos de la ONU sin más sustento que la charlatanería cuando se lleva a cuestas un increíble y vergonzoso historial de más de 22 mil desaparecidos y más de 100 mil asesinatos entre 2006 y 2015, saldo hasta hoy de la absurda y sangrienta guerra al crimen organizado que inició Felipillo Calderón y continuó Peña Nieto, ha sido uno de los peores errores de la ambivalente diplomacia mexicana y una prueba de que a los señores del nuevo PRI poco les interesa la verdad, la transparencia, el estado de derecho y el imperio de la ley, el respeto a los acuerdos internacionales y la defensa a la vida y los derechos humanos. Fueron con la misma torpeza a medirse en credibilidad y confianza con el uso de la descalificación, la mentira y las verdades a medias, al Equipo Argentino de Antropología Forense, a ver si la verdad histórica de la desprestigiada Procuraduría General de la República sobre el crimen de lesa humanidad de los 43 normalistas de Ayotzinapa, sin más rigor científico que confesiones de delincuentes, se imponía al prestigio mundial de los especialistas sudamericanos quienes dudan de la veracidad de las disparatadas y kafkianas conclusiones de la PGR.
Cuanto más niegue el gobierno la realidad y más desestime las recomendaciones del Comité de Desapariciones Forzadas de la ONU para que a la brevedad cree un padrón de desaparecidos, realice búsqueda de víctimas, prevea el delito, encuentre y castiguen a los culpables y proteja a los migrantes que autoridades y delincuentes desaparecen cuando cruzan el país rumbo a los Estados Unidos de Norteamérica, más crecerá el desprestigio internacional de México en el futuro inmediato por su desobediencia a acatar recomendaciones como si negarse a la realidad pudiera servirle de algo, ni para levantarles la moral ni recuperar confianza entre los mexicanos, ni de los convenencieros medios periodísticos de la globalidad que, hasta septiembre de 2014 cuando terminó la luna de miel, sobaban las vanidosas y ególatras siluetas de los cabecillas del neoliberalismo criollo y hacían sentir en su piel que eran de la misma especie y condición.
Improvisado en la diplomacia, el secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, tartamudeó a mediados de semana ante preguntas de los periodistas sobre el espinoso tema y sólo repiqueteó que el organismo de la ONU incurrió en inexactitudes, pero nunca dijo, quizá porque nadie le indagó, que ni un solo culpable de desapariciones forzadas de dependencias del gobierno o de desapariciones atribuidas al crimen organizado, ha sido castigado a la fecha. Tampoco habló de la siembra de fosas clandestinas en casi todo el territorio nacional, una bonita estampa para que sus embajadores luzcan y promuevan en el extranjero como país seguro para la inversión. Qué dirá el gobierno cuando, ya pronto, la autoridad internacional aborde las ejecuciones de Tlatlaya a manos de la tropa.
A la hora de la verdad los aliados del caduco sistema político mexicano abandonaron a los gobernantes en turno apenas descarriló el tren neoliberal que, como el del cuento El cuentagujas de Juan José Arreola, iba a todas partes del imaginario y, al final, a ninguna. Beneficiarios de las políticas del gobierno, sólo la cúpula empresarial una autoridad eclesiástica ha salido a defender al régimen. Enrique Solana Sentíes, presidente de la Concanaco, dijo que “no permitiremos que ingresen a los cuarteles” los padres de los normalistas como si las instalaciones militares fueran de su propiedad y otros, como el nuevo cardenal Alberto Suárez Inda, en un desafío a la posición del papa Francisco de condena a la barbarie de Iguala, atribuye el movimiento de Ayotzinapa a intereses ajenos.
Más valiera que, por su bien e imagen internacional (vapuleada con tantos escándalos), el gobierno desechara su confianza en las bravuconadas y los ataques y defensas periodísticos infundados, porque el tiempo lo rebasó con una demoledora realidad y desenmascaró los oropeles entre los cuales, a modo de cortina de humo, escondieron en la docilidad de la prensa servil el México real de violencia, inseguridad, corrupción e impunidad, con muchos de sus prohombres como protagonistas. Un descarrile y colapso de estas dimensiones invita a refugiarse en la humildad y acogerse a la verdad y a la ley.
En tiempos azarosos, como los de hoy, Plutarco les aconsejaría: “Los antiguos así lo dicen, escriben y enseñan: que sin la justicia ni el mismo Zeus es capaz de gobernar bien”.
armandosepulvedai@yahoo.com.mx
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