México.- El semanario satírico "Charlie Hebdo" tiene por subtítulo, escritas sobre una franja roja, estas palabras: "Journal Irrésponsable" —es decir, "Periódico Irresponsable"—. Un periódico no puede ser irresponsable.
Una caricatura del profeta Mahoma llorando con una pancarta en las manos que dice Jesuis Charlie, sobre un fondo verde: el color del islam. Es la portada del 14 de enero que publicó, con un tiraje de cinco millones, el semanario Charlie Hebdo. La caricatura molestó a los musulmanes. Su reacción fue primero sobria: las mezquitas llamaron a la calma en Francia, pero después violenta, sobre todo en Asia y África. En Irán, miles de manifestantes con mantas que dicen ¡Amamos al Profeta! exigieron cerrar la embajada de Francia. En Pakistán, 250 mil musulmanes marcharon por la ciudad de Peshawar al grito de ¡Muerte a Charlie Hebdo! En Gaza, cientos de jóvenes con banderas negras amenazaron a gritos con degollar a los franceses en Palestina. En Níger, cerca de 50 iglesias han sido incendiadas, más de 10 personas han muerto en los disturbios. Una parte de esta reacción ha sido organizada por el Estado, como la manifestación en Grozny, la capital de Chechenia, en el Cáucaso, donde cientos de miles de musulmanes fueron encabezados por el presidente Ramzan Kadyrov, o como las quemas de la bandera tricolor en Afganistán, donde el presidente Ashraf Ghani, quien había condenado los atentados en París, se unió a los manifestantes porque las caricaturas eran, dijo, “irresponsables e insultantes”.
El Corán no prohíbe la representación del profeta, dice el arabista Louis Imbert en Le Monde. La Sunnah, conjunto de palabras y acciones del profeta, que forma con el Corán la base de la ley islámica, sin prohibir explícitamente la representación de Mahoma, introdujo desde entonces (siglo IX) una actitud de desconfianza ante la representación de los humanos: las imágenes eran vistas como una forma de idolatría, asociadas con la voluntad de crear un universo paralelo al de Dios. Esa desconfianza fue heredada por todos los seguidores de la Sunnah, cuya descripción del profeta es así de difusa: “El Mensajero de Dios no era ni muy alto ni muy bajo; no era ni excesivamente blanco ni negro; su pelo no era ni rizado ni liso”. Los musulmanes, a partir de la Sunnah, prohíben la representación del profeta. El primer intento de representarlo en el cine, en los 20, fue condenado por las mezquitas y por el rey de Egipto. Si la representación está prohibida, la caricaturación es percibida como un insulto. Así fue vista por millones de musulmanes la de Charlie Hebdo.
En Occidente nos podemos burlar de todo. Muy pocas cosas están prohibidas (una de ellas es el Holocausto: no se aceptan burlas al respecto). Pero en otras culturas las cosas son distintas. Por eso, la libertad de expresión, que tanto defendemos, con razón, debe ir acompañada de prudencia, como acaba de decir el papa Francisco. No podemos provocar constantemente a otra persona sin exponernos a una reacción. Es el tema que se discute esta semana con el título de ¿Podemos decir lo que nos dé la gana? No podemos decir lo que nos dé la gana. Hay límites a la libertad de expresión: los que nos impone nuestro sentido de la responsabilidad. El semanario satíricoCharlie Hebdo tiene por subtítulo estas palabras: Journal Irrésponsable—es decir, Periódico Irresponsable—. Un periódico no puede ser irresponsable. No debe serlo en el sentido coloquial (imprudente, inconsciente, inconstante) y no puede serlo en el sentido jurídico (en el sentido en que, para la constitución española, el rey es irresponsable: es decir, no responsable ante la ley).
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