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jueves, 18 de diciembre de 2014

Peña Nieto y sus quebrantos

México, D. F.- Solo un golpe de timón en la aplicación de la política económica, acompañado de un nuevo proyecto constitucional, podría abrir perspectivas reales de solución para los grandes problemas nacionales.

Paradoja: la violencia que se quiso ocultar es la que hoy cubre la profundidad de la gran crisis económica mexicana, revelando además que el gobierno de Enrique Peña Nieto tiene más adversarios y fracturas en el poder de lo que se supone, y es más débil de lo que aparenta.

Hace unos días, el 3 de diciembre, pasó por la Ciudad de México Diego López Garrido, diputado español del PSOE y ex secretario para la Unión Europea, para presentar su último libro: La Edad de Hielo (Ed. RBA 2014), haciendo un recuento de la gran crisis en Europa y Estados Unidos 2007-2009 y cómo se pasó de la crisis financiera a la crisis sistémica del capitalismo que hoy prevalece de manera global y prolongada.

La presentación, acompañada de comentarios de Porfirio Muñoz Ledo y Alejandro Álvarez Béjar, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, dejaron señaladas algunas visiones de las consecuencias del ataque al Estado de bienestar social como consecuencia de 34 años de aplicación de las políticas neoliberales en México y el mundo.

Este pincelazo conceptual en medio de la crisis política y social es importante, ya que fija referentes que ubican la crisis económica mexicana dentro del contexto global y señala que solo un golpe de timón en la aplicación de la política económica, acompañado de un nuevo proyecto constitucional, podría abrir perspectivas reales de solución para los grandes problemas nacionales y ubicarnos ante los bloques económicos que determinan la economía mundial.

Hoy aquí, crisis política y económica van de la mano

Hasta antes del 26 de septiembre, el gobierno de Enrique Peña Nieto tenía como agenda principal la del auge económico, de la aprobación de las reformas estructurales —particularmente las relativas a la energía y las telecomunicaciones—, con la idea de diferenciarse del gobierno anterior centrado en la “guerra contra el narcotráfico” y la violencia.

Del Pacto por México, además de la reforma constitucional en telecomunicaciones, revertida en la ley reglamentaria, el PRD logró que en la reforma fiscal se aumentara el Impuesto Sobre la Renta (ISR), lo cual para el gobierno de Peña Nieto significó una fisura con un sector oligárquico acostumbrado a las evasiones.

Sectores miopes de la misma izquierda terminaron unidos a la oligarquía y no han visto que el enojo oligárquico es real ante las implicaciones que tuvo el no aprobar el IVA en alimentos y medicinas y sí aumentar el ISR, contrariando la doctrina económica dominante desde la era Reagan y el thatcherismo reduciendo impuestos a los más ricos.

El enojo oligárquico contra la administración Peña Nieto es sufragar el déficit con recaudación fiscal de las ganancias y no con aumento de deuda, orientándose a beneficiar intereses transnacionales (petróleo a empresas extranjeras y tren a Querétaro con China), dejándole a los poderes fácticos locales un cobro que siempre han buscado evadir. (El enojo ya les hizo encontrar la casa de Malinalco de Videgaray.)

Esto explicaría el comportamiento doble (véase Televisa y Tv Azteca, ante Teletón, casa blanca, los crímenes de Iguala y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa) de estos sectores afectados por la carga fiscal y la entrega de negocios a las trasnacionales, que en momentos pareciera que se suman a la demanda de renuncia, no para que caiga Peña Nieto, pero sí para doblegarlo a sus intereses en medio de la crisis, haciéndola más compleja.

Esto explicaría la actitud ambigua de Televisa (y Tv Azteca) respecto a Ayotzinapa y la casa blanca, que siendo la primera protagonista central del escándalo, informa del tema como si el monopolio fuera ajeno a él, dejando solo al matrimonio presidencial ante el reclamo popular y las señales de discrecionalidad y corrupción que bloquea principalmente la llegada de los capitales e inversiones esperados para lo que sería el nuevo auge a la mexicana.

De la misma manera, sus reclamos por el fracaso de la recaudación del Teletón, símbolo de la política de deducción de impuestos vía la filantropía y del que Televisa pareciera re-acusar responsabilizando al gobierno por haber sido involucrados en la compra de la casa blanca, generan la versión de que también una franja central de la oligarquía mexicana se ha sumado contra el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Este posible quebranto estará asomando en 2015, cuya demanda oligárquica es una salida autoritaria a la crisis y la total subordinación del gobierno y el país a sus intereses. Veremos…

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