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jueves, 18 de diciembre de 2014

¿Un comunista en la Casa Blanca?

Es lo que debieron pensar los republicanos, con los ojos como platos y la boca abierta, los del Tea Party, los del Ku klux Klan, la policía de Ferguson, y los de La pequeña Havana sound machine mientras sufrían un coraje entripado cuando se dio el anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Washington luego de 53 años de haber roto por culpa de una revolución barbuda, rojilla, marxista-leninista, llena de pecadores y canallas.

Y así los querían agarrar Obama y los hermanos Castro, como al Tigre de Santa Julia, para que cuando reaccionaran sus enemigos políticos e ideológicos fuera demasiado tarde. Fue como un nuevo desembarco en Bahía de Cochinos, la toma del Cuartel Moncada reloaded.

Así, en la reciprocidad del mutuo beneficio de Washington y La Habana, a Gloria Stefan le daba el soponcio, a Vladímir Putin le pegaban más ñáñaras que el desplome del rublo.

Y todo con una pequeña ayuda del papa Francisco que parece ser el ajonjolí de todos los complós. Tras esto, al señor del Vaticano habría que solicitarle que se dé una vuelta por La Ruana para hablar con el pan pan El Americano, que ahora dice que es más bueno, santo y puro que Raúl Salinas, quien luego de su exoneración solidaria y merecida, producto de una vida proba junto con sus alias y heterónimos, ya le urge irse a vivir a Chimalhuacán para contemplar la escultura que hicieron en su honor, la del Guerrero Chafali. Sí, que haga lo que ni el comisionado Castillo ha querido hacer en ese Michoacán que nomás no se desmichoacaniza por sus apegos a los abusos y costumbres. Y claro que no porque el Virrey-Mirrey ande de distraído como sugiere el perredista Silvano Aureoles, líder de la Cámara de diputeibols, sino porque aún son muy incomprendidas sus estrategias donde los problemas entre particulares se arreglan entre particulares, aunque sea a plomazos.

Digo, si pudo interceder ante un problema milenario, nada le costaría al santo padre que vive en Roma pasar por Tierra Caliente y hacer algunos pequeños milagros justicieros y pacificadores para que esa geografía ignota escape a la lógica de las fosas de nuestros narcorecuerdos.

Así, a manera de sentido homenaje por los 25 años de Los Simpson, una frase de Homero que le quedaría sin duda a Obama a ritmo de Fidel, qué tiene Fidel que los americanos no pueden con él: “Bart, no quiero asustarte, pero creo que el Coco está en la casa”.

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