Después de tres años, la Organización Mundial de la Salud (OMS)anunciaba el 4
de mayo que ponía fin a la emergencia sanitaria internacional que declaró por
la COVID-19 en el 2020. Al mismo tiempo que resaltaba que esta decisión no
significaba el fin del virus, sino el paso a una era endémica, por ello,
solicitó mantener acciones constantes a futuro para proteger la salud de la
población y recomendó a los países:
Mantener la capacidad de respuesta adquirida.
Integrar la vacuna contra COVID-19 a los programas de
vacunación.
Recopilar información sobre el virus constantemente, para
tener actualizada la situación.
Apoyar la autorización y uso a largo plazo de vacunas,
pruebas y tratamientos.
Continuar en colaboración con las instancias de salud.
Adoptar las estrategias sanitarias en cada región del mundo.
Seguir la investigación para mejorar las vacunas que reducen
el riesgo de contagio.
Lógicamente, en México las autoridades sanitarias también
pusieron fin a la pandemia, debido a la disminución de la mortalidad y
ocupación hospitalaria, así como, al incremento en la inmunidad de la
población. El pasado15 de junio, la Secretaría de Salud publicó el Plan de
Gestión a Largo Plazo para el control de COVID-19, el cual destaca incluir la
inmunización contra coronavirus dentro del Programa de Vacunación Universal y
continuar con las reglas aprendidas en pandemia.
Entre las medidas de higiene a seguir que sugiere la OMS y la SSa están:
Usar cubrebocas en interiores (se deja abierta la
posibilidad de usarlo o no).
Ventilar espacios cerrados.
Cuidar la salud en general.
Mantener controladas las enfermedades crónicas.
Estar alerta y atenderse ante cualquier síntoma relacionado
con el virus.
Contar con la vacunación de acuerdo al programa que
implemente cada país.
En este último punto, tenemos que abordar que la Comisión
Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) ha otorgado
hasta ahora, un total de 11 Autorizaciones para Uso en Emergencia (AUE) de
vacunas contra SARS-CoV-2, de las cuales ocho fueron aplicadas en la Estrategia
Nacional de vacunación en nuestro país. En el caso de la vacuna de Moderna en
México, los datos al cierre del 2022, arrojan que se aplicaron 6,272,000
vacunas contra el virus SARS-CoV-2,1 y el gobierno mexicano está en
proceso de definir la población que se incluirá en vacunación anual.
En el Plan de Gestión a Largo Plazo para el control de COVID-19, uno de los
objetivos es precisamente eso, continuar vacunando a la población, con
refuerzos, para evitar la propagación del virus, complicaciones asociadas y
proteger a toda la población mexicana.
Al 25 de junio de este año, en el país hay más de 7,600 casos confirmados, los
cuales más del 90% son ambulatorios y el 9.5% requieren hospitalización,2 con
este panorama el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la
Secretaria de Salud, Hugo López Gatell, informó que la vacuna contra COVID-19,
se aplicará anualmente a la población mexicana de riesgo (adultos mayores,
embarazadas, personas con enfermedades crónicas u obesidad) y de manera
conjunta con la inmunización para la influenza.
Idealmente la población inmunocomprometida, es decir personas con enfermedades
crónicas o tratamientos que llegan a debilitar su sistema inmunitario, deberían
recibir dos dosis de refuerzo al año, mientras el resto de las personas y los
niños, deben recibir su dosis de refuerzo 365 días después de su última
inmunización.
Otro punto de interés en esta nueva era de la COVID-19 resaltada por la OMS son
las vacunas actualizadas, las cuales brindan protección contra la cepa
ancestral y la variante Ómicron. La principal ventaja de vacunar a la población
con una vacuna actualizada, es además de evitar la propagación del virus y las
complicaciones asociadas, es proteger contra las cepas actuales y las que vayan
surgiendo.
La población no debe bajar la guardia, el COVID-19 sigue presente, con lo
aprendido y siguiendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias
tendremos un futuro mejor ante dicha enfermedad. En ese sentido Moderna reitera
su compromiso con la salud pública, ¿de qué manera?, desarrollando vacunas
innovadoras que les permitan adaptarse a las estrategias de seguridad
sanitaria, preferencias de mercado, requerimientos de datos clínicos y
urgencias de cada país.
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