Aun cuando el modelo de construcción masiva de vivienda que se desarrolla en México a partir del año 2000 ha sido un éxito en términos económicos para empresas inmobiliarias y fondos públicos, representa un fracaso en el ámbito social, pues las condiciones de la población que ha adquirido un crédito hipotecario se han mermado, pues los créditos y las tasas de interés son altos y aumentan cada año.
Luis Alberto Salinas Arreortua, investigador del Instituto
de Geografía de la UNAM, advirtió la necesidad de entender de otra forma la
vivienda, dejar de considerarla como mercancía y darle importancia por su valor
de uso y no de cambio, ya que el mercado hipotecario en nuestro país es
altamente lucrativo, y ha representado numerosos problemas para la población.
El también integrante del Departamento de Geografía Social
de la entidad universitaria estableció que los costos de los créditos
hipotecarios son elevados y las tasas de interés en el Instituto del Fondo
Nacional de la Vivienda (Infonavit) llegan a ser altas, del 9 o 10 por ciento,
casi igual que en los bancos, mientras los créditos hipotecarios del Fondo de
la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores
del Estado (Fovissste) están indexados a la Unidad de Medida y Actualización
(UMA), por lo cual cada año se incrementa el monto total de la deuda.
El académico alertó que en México se ha olvidado por
completo el concepto de vivienda de interés social, pues si en lugar de su
valor de cambio importara su valor de uso, no habría gran cantidad de viviendas
abandonadas o que no se han vendido, ni el número de población que no tiene
dónde vivir.
“El artículo 4 de la Constitución establece que todo
mexicano tiene derecho a una vivienda digna y decorosa, pero se incumple”,
aseveró.
La Encuesta Nacional de Vivienda (2020) señala que de los
35.3 millones de viviendas particulares habitadas, el 57.1% son propias
pagadas; 16.4 rentadas; un 14.2 prestadas por familiares, amistades o por el
trabajo; 10.7 propias, pero siguen abonándose; y 1.7 por ciento está en otra
situación.
De las adquiridas nuevas o usadas (8.5 millones), el 48.6%
se financian con ese crédito, 38 % con sus propios recursos y 14.8 de
instituciones financieras privadas.
El científico, a cargo de la publicación denominada
“Financiarización subordinada de la vivienda: el mercado hipotecario de la
vivienda social en México”, consideró que para comprar un sitio para vivir una
familia requiere de un crédito hipotecario, que solicita en un banco o en un
fondo público, es decir, Infonavit y FOVISSSTE.
Estos últimos fueron creados para que la población
trabajadora, con ingresos equivalentes a dos o tres salarios mínimos, tuviera
acceso a una vivienda; sin embargo, en los años 90 el Banco Mundial recomendó
la reducción de la cartera vencida de esas instancias y aplicar una tasa de
interés que les generara ingresos.
La manera de garantizar que las deudas de los acreditados se
pagaran mes con mes, fue otorgar créditos a la población que gana más de tres
veces el salario mínimo, con lo cual, el mercado hipotecario ha sido totalmente
lucrativo para los fondos públicos, pero ha empeorado las condiciones de las
familias e incidido en su calidad de vida, porque varias viven en las
periferias, en zonas mal ubicadas, lejanas, donde no hay escuelas, centros de
salud, equipamiento, abastecimiento de agua, buen drenaje o transporte, por lo
cual una gran cantidad de inmuebles están abandonados.
En México hay 6.1 millones de propiedades deshabitadas,
según el Censo de Población y Vivienda 2020.
Como parte de su investigación, el universitario encontró
acuerdos de facto entre las empresas inmobiliarias para “repartirse” los
municipios.
Algunos ejemplos son Casas Geo, la constructora de cerca de
70% de las que se edificaron de 2000 a 2019 en Zumpango; Sadasi predomina en Tecamac;
y Casas Beta, relacionada con Homex, en Huehuetoca.
Algunas compañías han crecido y cotizan en la Bolsa de
Valores, lo cual les permite capitalizarse y continuar sus negocios; mientras
otras han enfrentado problemas financieros, como Casas Geo, que se declaró en
quiebra en 2019 y para reproducir capital adquieren dos, tres, cuatro
departamentos o casas, y las alquilan.
En algunos países en Europa, expuso Luis Alberto Salinas,
los gobiernos suelen ser propietarios de viviendas que alquilan a bajo costo a
quienes realmente lo necesitan, sin lucro, pero en América Latina cuesta
trabajo pensar en otras formas de acceso, como la colectiva.
Recomendación
El universitario recomendó a las personas que tienen
contratado un crédito hipotecario acercarse a los fondos públicos para conocer
la posibilidad de modificar su deuda y cambiarla de salarios mínimos
(Infonavit) o UMA (FOVISSSTE) a pesos, y a quien lo va a adquirir, informarse
bien acerca del compromiso que representa una deuda hipotecaria.
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