La violencia de género es la mayor lacra de las sociedades democráticas. Las múltiples violencias que se ejercen contra las mujeres son visibles, pero la tolerancia social impide ponerles freno: prostitución, trata, acoso sexual y por razón de sexo, maternidad subrogada, brecha salarial, agresión sexual fuera y dentro de las relaciones de pareja, golpes, destrucción moral, humillaciones, torturas…. todo en un marco de violencia simbólica que permite su legitimación. La violencia vicaria es la más cruel y despiadada porque causa un daño irreparable y destruye a la mujer. Más de 40 niñas y niños han sido asesinadas/os por sus padres biológicos o parejas o exparejas de la madre desde que en 2013 se empezó a contabilizar este tipo de asesinatos, cuyo objetivo es destruir a la mujer para siempre.
¿Qué es la violencia vicaria?
La violencia vicaria es aquella que tiene como objetivo
dañar a la mujer a través de sus seres queridos y especialmente de sus hijas e
hijos. El padre ejerce una violencia extrema contra sus criaturas, llegando
incluso a causarles la muerte y utilizando recursos de particular crueldad para
la eliminación de los cadáveres en muchas ocasiones. El ánimo de causar daño a
su pareja o expareja a toda costa supera cualquier afecto que pueda sentir por
ellas/os. El asesinato de las hijas o hijos es la parte más visible de esta
forma de violencia extrema que destruye a la mujer para siempre; pero es
habitual la manipulación de hijas o hijos para que se pongan en contra de la
madre o incluso la agredan. Esas hijas e hijos sufren un daño irreparable y son
también víctimas de violencia de género. El objetivo es el control y el dominio
sobre la mujer, en un alarde máximo de posesión en una relación de poder que se
sustenta en la desigualdad.
La violencia vicaria cuenta con la complicidad de una
sociedad que cuestiona permanentemente a las mujeres, que las priva de
autoridad y pone en duda su palabra. Las mujeres suelen intentar que su voz se
oiga en el colegio de esas hijas o hijos, entre las amistades, en la propia
familia, en los juzgados, pero los imaginarios del “buen padre” y la “mala
madre” se imponen. Se prefiere escuchar al varón y apoyar al hombre que juega a
ser víctima, que a esas mujeres que, desesperadas, intentan hacer oír su voz
para evitar que el padre haga daño a sus hijas o hijos. Ángela
González Carreño presentó más de 30 denuncias porque temía por la vida
de su hija en las visitas con el padre, finalmente éste la asesinó. El Comité
de la CEDAW condenó al Estado español por negligencia, pero como vemos los
asesinatos se han seguido produciendo y no se han tomado las medidas
necesarias.
¿Se engloba dentro de la violencia de género?
Si. La violencia vicaria es violencia de género. Se
sustituye a la persona en la acción directa física o psicológica de la
violencia para causar un daño mayor y permanente a la mujer. El objetivo es la
mujer. La ejercen siempre hombres contra mujeres.
¿Por qué se llama violencia vicaria?
Porque se sustituye a una persona por otra para ejercer la
acción, en este caso a las hijas o los hijos a quienes se asesina para destruir
la vida de la madre, o a quienes se pone en contra de la madre para causarle un
daño permanente que en muchos casos lleva al suicidio de la mujer. El término
violencia vicaria se incluyó en el Pacto de Estado
contra la Violencia de Género en España.
¿Es lo mismo que el parricidio?
No tiene nada que ver con el parricidio. La violencia
vicaria se ejerce contra la mujer. El único objetivo es destruirle la vida a la
mujer. Implica una intención clara de causar un daño infinito y un dolor
extremo a la que no se ha asesinado directamente.
El parricidio está previsto en nuestro Código Penal como un
delito con una grave condena, dado el reproche social que provoca causar la
muerte a una persona con la que hay un vínculo de consanguineidad o adopción de
ascendientes o descendientes o cometido en ámbito de las relaciones
matrimoniales o de pareja.
¿Cuál es el reto para luchar contra la violencia vicaria?
Que la sociedad tome conciencia de la realidad de la
violencia de género. Se necesita la implicación responsable de todos los
poderes públicos, que no deben admitir la negación de la violencia contra las
mujeres, una violencia que cuestiona los valores democráticos y tiene efectos
devastadores sobre la convivencia social. La negación de la violencia contra
las mujeres debe considerarse apología de la violencia.
La educación en todos los ámbitos académicos resulta esencial
para la formación de las nuevas generaciones. Así como las acciones de
sensibilización dirigidas al conjunto de la sociedad El incumplimiento del
mandato de la inclusión de las asignaturas obligatorias para la prevención de
la violencia de género incluidos en la propia Ley orgánica de
Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género propicia
que no detecten a tiempo conductas que luego resultan gravemente lesivas.
¿Cómo podemos proteger a la infancia?
Cuando un hombre amenaza a una mujer con quitarle a sus
hijas o hijos está dando signos claros de violencia vicaria. Las amenazas a las
mujeres con sus hijas o hijos deben hacer saltar todas las alarmas. La
protección a las víctimas de violencia de género es esencial, reconociendo que
un maltratador nunca puede ser un buen padre.
¿Cómo puede la Universidad actuar para la prevención de la
violencia vicaria?
Con un compromiso firme en la lucha contra la violencia de
género, que implica deconstruir el conocimiento androcéntrico. Lo que
conlleva un plan de formación exhaustivo en valores democráticos y género, que
permita romper con la ceguera sobre qué es la violencia contra las mujeres y
cuáles son sus causas y consecuencias, al tiempo que como institución rechaza
cualquier manifestación negacionista de la violencia de género.
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