Las dos jornadas laborales de Velia Rojas Cervantes se extienden
por más de 12 horas al día; sin embargo, ella solo percibe un sueldo por
una de ellas.
De lunes a viernes, Velia despierta a las 5:00 de la mañana.
Su primera misión es preparar el desayuno de sus hijas y luego
arreglarse para acudir a su trabajo como archivista en el Tribunal Federal de
Justicia Administrativa (TFJA), donde tiene que checar su entrada a las 9:00
am.
Aunque su turno en el TFJA concluye a las 16:00 horas, Velia
no tiene tiempo para descansar. En cuanto la mujer de 56 años llega de regreso
a su casa comienza sus ‘horas extras’’ en las labores del hogar.
En 2021, las mujeres mexicanas aportaron 2.6 veces más
valor económico que los hombres por sus actividades de labores domésticas
y cuidados del hogar, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (Inegi).
Si esas 2.6 veces se ‘traducen’ a moneda, las mujeres
aportaron el equivalente a 71 mil 524 pesos por su trabajo no remunerado y
realizado en labores domésticas y de cuidados, según el Inegi.
Ante sus ‘dobles jornadas’ y la falta de tiempo, Velia no
tiene otra opción más que dedicar sus fines de semana a realizar los trabajos
“más pesados”: lavar ropa, el quehacer doméstico, ir al supermercado.
Dicha situación la ha puesto a pensar en la posibilidad de
contratar a una persona que realice las labores del hogar; sin embargo, el
costo que implica contar con esa ayuda le ha impedido llevarlo a cabo.
Según sus propios cálculos, Velia tendría que pagar entre
300 y 400 pesos diarios por todas las tareas que ella realiza de manera
gratuita.
Trabajo no remunerado, una deuda social con las mujeres
Aunque el trabajo doméstico no tiene un reconocimiento público, eso
no significa que no se realice, de acuerdo con Alejandra Eme Vázquez,
investigadora del cuidado y escritora mexicana.
“Parece que el trabajo en los hogares está en una sombra
eterna cuando se trata de políticas públicas o de reconocimiento y de solicitar
los apoyos justos para que las vidas de estas mujeres también se sostengan”,
señala la escritora.
Los datos del Inegi explican el reclamo de las mujeres. De
acuerdo con el Instituto, el valor del Trabajo No Remunerado de los
Hogares (TNRH) como porcentaje del PIB nacional es superior al de
actividades económicas como el comercio, la industria manufacturera y los
servicios educativos.
Tan solo en 2021, el TNRH fue equivalente a 26.3 por ciento del Producto Interno
Bruto, mientras que los sectores mencionados aportaron entre 3 y 19 por
ciento, aproximadamente.
En ese contexto, Alejandra Eme Vázquez explica que las
madres trabajadoras no tienen oportunidad de ‘malabarear’ sus labores y
necesitan políticas públicas que las beneficien. “Es una deuda social con
las mujeres que maternan y con las que trabajan en los hogares”, asegura.
Para la investigadora del cuidado, el principal problema con
las labores domésticas es que “se asume como natural en un género” a pesar de
que “no es algo que las mujeres traemos de origen”, pero que “se da por hecho
que se tiene que hacer”.
En dicha situación, agrega, “se pierde perspectiva sobre el
profundo conocimiento que nos da cuidar, necesitamos socializar el cuidado, que
todos vivamos el conocimiento de cuidar, así como de ser cuidado”.
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