‘Teresa’ viaja desde Chiapas y aún debe pagar lo que el sector público no ofrece.
‘Teresa’ es una mujer chiapaneca buscando sombra a un
costado del Hospital General de la Ciudad de México, donde espera su cuarta
quimioterapia para atender su cáncer de mama en nivel avanzado, pues no cuenta
con seguridad social.
Perdió un año en su estado sin lograr atención médica y,
aunque ahora la tiene, no es 100% gratuita, comentó en testimonio anónimo para
EL FINANCIERO.
La originaria de Villa Comaltitlán, quien tampoco quiso dar
su edad, pero ronda los 50 años, contó que llegó el 3 de octubre de 2022 a este
hospital de la Secretaría de Salud; para entonces, las bolitas que se detectó
ya le habían “explotado”.
Para conseguir atención, pernoctó hasta el siguiente día,
pues no cuenta con familia en la capital.
Aquí, al igual que en otros nosocomios públicos, esa es la
constante, pues se empieza a atender desde las 6:00 horas y sólo se dan 90
fichas cada día, refirió la vigilante del hospital.
La paciente comentó que al conseguir ficha, una trabajadora
social la orientó y para el 7 de octubre se realizó la primera biopsia, “y
estudios y estudios”, con los que le confirmaron cáncer en el seno derecho.
“Empezaron por hacerme biopsias y salió que mi cáncer estaba
muy avanzado, y que tenía que llevar cuatro ciclos de quimioterapias, que
serían 16 quimios en total, apenas llevo tres”, detalló.
La expectativa es que al concluir las sesiones se puedan
operar los tumores. Sin embargo, pese a que el servicio es gratuito, tiene que
sobrellevar otros gastos. “No hay abastecimiento de medicamentos, tenemos que
comprar el material de curación”.
Comentó que el Aprepitant primero lo consiguió en alrededor
de 4 mil pesos “y trae sólo tres pastillitas; luego me dieron un número de aquí
de la ciudad y me sale en 2 mil pesos, y las tengo que comprar porque si no me
da mucho vómito y paso cinco a seis días sin comer después de la quimioterapia,
muchas secuelas”.
“Me he hecho estudios que me han costado hasta 4 mil pesos
por fuera porque aquí no hay”.
‘Teresa’ y su hermano, quien la acompaña a las sesiones cada
21 días, tienen que considerar además 700 pesos de pasaje para regresar a
Chiapas, pues había albergues, pero “con la pandemia cerraron”.
“Es muy batalloso, pero para los que no tenemos ningún
acceso a ningún servicio de salud, es más… Ahora sí que es lo que Dios pone
porque no tenemos para pagar, y sabemos que el tratamiento es caro”, agregó. Al
no tener empleo ni hijos, ‘Teresa’ solventa los gastos con el apoyo de sus
hermanos.
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