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viernes, 17 de marzo de 2023

Lo que me dijo el secretario de Hacienda

Un tema de conversación obligado con Rogelio Ramírez de la O es la situación de los mercados financieros por los problemas de los bancos en EU y en Credit Suisse.

 


Enrique Quintana

 

El día de ayer tuve la oportunidad de conversar una vez más con el Secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O.

Uno de los temas obligados en la conversación fue el asunto de la situación que se ha presentado en los mercados financieros globales que han estado sacudidos por los trastornos de bancos regionales en Estados Unidos y por el caso del Credit Suisse.

El titular de las finanzas nacionales señaló que los problemas con los bancos en el mundo no se contagiarán a los bancos mexicanos ya que el nivel de capitalización que tienen los bancos mexicanos es superior al que tienen instituciones bancarias en otros lugares.

Por una parte, por exigencias regulatorias propias del país, pero también por tener una actitud más cautelosa para dar créditos.

Mi percepción es que el secretario de Hacienda, si bien está muy atento al entorno financiero mundial, no está preocupado por un posible contagio para México.

Uno de los impactos inevitables, sin embargo, es el mayor costo de la deuda pública.

En la medida que las nuevas colocaciones de diversos bonos públicos se hacen a tasas más elevadas, cuesta más tan solo renovar la deuda.

Hasta ahora, me dijo Ramírez de la O, se ha podido “acomodar presupuestalmente” ese incremento.

Una preocupación que existe entre los analistas del sector privado es que, al haberse calculado el Presupuesto con un estimado de crecimiento de 3 por ciento para el PIB en este año, que por lo pronto se ve por arriba de las expectativas del consenso, pudiera haber insuficiencia en la recaudación.

Ramírez de la O está convencido que es temprano para revisar a la baja su expectativa pues en los últimos meses hemos observado un ajuste hacia arriba en las previsiones de la mayoría de los expertos, las que podrían seguirse dando en los próximos meses.

Le pregunté al secretario también por la decisión de la Tesorería de la Federación de depurar algunas cuentas del gobierno en los bancos comerciales.

Desestimó la relevancia del hecho y señaló que es un proceso orientado simplemente a hacer eficientes y controlar las cuentas de la Tesorería.

Sin embargo, la percepción que obtuve entre los banqueros es de insatisfacción por la explicación, por lo que veo que persiste la incertidumbre respecto al efecto real que esta decisión pueda traer consigo.

En suma, escuché a un Secretario que percibe que, aunque hay un entorno financiero global complejo, no lo percibe realmente como amenazante.

Ojalá que realmente su mensaje tranquilice a mercados financieros que, no se puede negar, como me dijo el directivo de una calificadora, “siguen nerviositos”.

En su participación en la ceremonia de inauguración (en la Convención Bancaria), Ramírez de la O le puso énfasis, como lo ha hecho desde hace meses, al proceso de relocalización industrial, que ha beneficiado y previsiblemente beneficiará más a México en el futuro.

Señaló que esto obliga a rediseñar algunas políticas públicas, que, por ejemplo, permitan un mayor desarrollo de parques industriales, que en algunos lugares ya se encuentran en niveles muy elevados de ocupación.

El optimismo de un funcionario público como Ramírez de la O es inevitable, debe mantenerlo contra viento y marea. Una de sus funciones como autoridad financiera es trasmitirlo.

Pero, en esta ocasión no percibo que haya un contrapunto entre su visión y la de los banqueros.

Hay una coincidencia prácticamente generalizada de que México tiene una oportunidad única, de esas que se presentan solo de vez en vez en la historia y que, si queremos, hoy existen las condiciones para aprovecharla.

El ‘destape’ involuntario

El presidente López Obrador le puso la nota de humor a la ceremonia inaugural de la Convención cuando se equivocó al mencionar a Mauricio Vila, gobernador de Yucatán, y le dijo “presidente”, en medio de las carcajadas de la audiencia, para decir socarronamente tras reparar en el error: “un destape más”, con lo que provocó aún más risas.

 

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