La década de los noventa en México resultó un periodo destacado por la apertura neoliberal y la privatización de las empresas públicas, pero, sobre todo, por el aumento de la violencia en todos los sectores sociales. Hablar del año 1994 es sinónimo de crisis, de angustia social y del impacto que la violencia tuvo en el sistema político mexicano. Desde el primer día de aquel intrincado 1994, el país conoció al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el cual, según en palabras del Subcomandante Marcos, –ahora Galeano-, el movimiento se levantó en armas por la dignidad y derechos de los pueblos indígenas, declarando la guerra al Gobierno Federal, mismo que respondió violentamente para la protección de los civiles en Ocosingo, Chiapas, agudizando los primeros destellos de la crisis política. Todos estos fueron virtualmente apaciguados por las negociaciones de Manuel Camacho Solís, enviado como representante de la presidencia de la República.
Este antecedente, de acuerdo con Francisco Botero Zea en su
libro Manuel Camacho Solís, marcó en cierto punto la contienda por la
sucesión presidencial de 1994 -2000 en la cual Manuel Camacho pudo haber
recibido de forma automática el pase para ser el candidato del PRI. Sin
embargo, Carlos Salinas de Gortari favoreció a Luis Donaldo Colosio, razón por
la cual Manuel se alejó del partido y generó especulaciones, a lo que Salinas
de Gortari se limitó a responder en una declaración recogida por El Diario
de Colima en 1994: “No se hagan bolas, hay un solo candidato del
partido al que apoyamos todos y con él llegaremos al triunfo de las próximas
elecciones.”, exhortando especialmente a los priistas y a la clase política
mexicana a reconocer que sólo Colosio era el verdadero candidato.
Los comienzos de la campaña presidencial de Luis Donaldo
Colosio fueron inseguros, debido a los disturbios en el sur del país, que su
campaña no levantaba de la misma forma como la de Cuauhtémoc Cárdenas,
candidato de oposición por el PRD, además de tener que lidiar con las tensiones
internas del partido. A pesar de esto, Colosio logró destacarse durante el mes
de marzo de 1994 con un discurso frente al Monumento a la Revolución en el
marco del LXV aniversario del PRI, del cual se extrae el siguiente
fragmento: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México
de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la
ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de
las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales (…)”, dicho
discurso, según Enrique Krauze en 1994: El Año de la Ruptura el
candidato reconocía que México estaba padeciendo desigualdad, pobreza y
corrupción; a pesar de que la prensa lo tomó como una herramienta de campaña, a
la muerte de Colosio se interpretó como su anuncio de ruptura con el
presidente.
Diecisiete días después del discurso, Colosio se dirigió a
un mitin de su campaña en la colonia Lomas Taurinas, en Baja California, en
donde recibió un balazo en la cabeza y otro en el abdomen, los cuales le
provocaron la muerte en cuestión de horas. En el lugar de los hechos, fue
arrestado un joven, Mario Aburto Martínez, el cual según el Informe de la
investigación del homicidio del licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta de
la PGR, solamente se pudo comprobar su participación en el asesinato, y declaró
en un interrogatorio realizado una hora después del incidente que su intención
era solamente herir al candidato.
Contrario a lo declarado por Mario Aburto, desde el anuncio
frente a los medios de comunicación acerca de la muerte del candidato, se
rumoraba de una conspiración por parte de altos mandos de gobierno, los
militantes conservadores del partido e incluso, organizaciones delictivas.
También, se rumoraba que Colosio le debía su candidatura a
Salinas de Gortari porque se le consideraba un político débil, y éste podría
ser el instrumento perfecto para que Salinas pudiera seguir influyendo en la
política desde la silla presidencial ocupada por alguien más, señala Enrique
Krauze en su libro La Presidencia Imperial (2013).
El asesinato de Colosio revela aspectos relevantes de la
estructura de la política mexicana, similar al Leviatán (2006) de
Thomas Hobbes, un sistema en el que el presidente y su partido componen una
gran criatura encargada de preservar la paz. Además, pone un énfasis
en la organización de los hombres y su relación de poder – soberanía. Su
análisis de la soberanía se argumenta en que la soberanía establecida por la
fuerza tiene los mismos derechos que cuando se establece por acuerdo,
generándose por dominio familiar o por dominio despótico, este último, ese el
más interesante por su referencia al dominio de los súbditos conquistados en
una guerra, que aceptan los términos del pacto de convivencia para conservar su
vida.
Este autoritarismo solidificado en el poder presidencial y
su partido definen a la política nacional, que origina a su vez la formación de
los grupos políticos y, por ende, los conflictos entre integrantes de dichos
grupos. Por ejemplo, el poder imperial de la Antigua Roma se caracterizó por un
fenómeno psicológico denominado megalomanía, el cual hace referencia
a un poder desmedido. Esta característica se ha observado continuamente en los
políticos mexicanos, los cuales tienen muy arraigado el pensamiento sectarista
de utilizar el poder que el pueblo les ha conferido, son capaces de utilizarlo
para el perjuicio de otros grupos, poniendo en vulnerabilidad al país.
Sin embargo, este Leviatán se encuentra lastimado
por las cuestiones morales, generando tensiones entre sus integrantes. Nicolás
Maquiavelo (2008) planteó un dilema interesante: el de la moral y la política,
¿hasta dónde llega la moral personal cuando los intereses políticos superiores
se encuentran en juego? Retomando el fragmento del discurso de Colosio, éste
terminó por convencer a los escépticos, incluyendo al propio Salinas, quien
comprendió que Luis Donaldo estaba comprometido políticamente y renunciaba a la
tutela de su “mentor”, según explicó Alfonso Durazo en su texto El de
Colosio, un crimen fraguado desde el poder (2019). Estas declaraciones,
para un sistema de semejantes proporciones, podrían representar una amenaza
potencial para generar una disrupción interna; por lo que se deben tomar
medidas, muchas veces poco ortodoxas, para callar las voces que llaman a
cuestionar lo establecido.
Es importante recalcar que el Partido Revolucionario
Institucional nació con el magnicidio de Álvaro Obregón, y comenzó su declive
en 1994, con el crimen de Luis Donaldo Colosio; creando una sociedad temerosa,
en la cual se ha incrustado la idea de que sumergirse en la política significa
un trabajo de riesgo, pues el candidato se predispone a los conflictos de
intereses propios y ajenos; en donde ya no solamente se trata de asuntos
ideológicos, también este tipo de violencia se ha visto enlazada hacia
cuestiones de seguridad nacional.
Desde 1994, esta idea de la política como trabajo de riesgo
es una perspectiva de la violencia analizada desde un enfoque cultural que
resulta muy interesante, ya que nuestro país se ha construido a base de dominación
y vejaciones. Octavio Paz, en su libro El laberinto de la Soledad
(2014), pide a los mexicanos analizar sus orígenes, para que sean capaces
de escudriñar este sistema de gobierno que ejerce su poder a través de la
dependencia y el terror, el cual ha generado que la violencia política tome más
fuerza con el paso del tiempo.
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