Los partidos satélites de Morena exhiben ya
mayor autonomía -y precio para negociar- en sus acuerdos
La cita electoral de este
año, enorme por la cifra y relevancia de las posiciones en disputa, ha
precipitado posturas de todos los actores, incluidos el presidente López
Obrador, gobernadores, partidos e incluso políticos clave. Todos ellos
concurren a esta competencia como un ensayo pleno para la sucesión de 2024.
La siguiente es una primera lista de escenarios viables.
1.- El Presidente militante. En
las últimas horas del 2020, una trasnochada resolución del Instituto Nacional
Electoral (INE), que encabeza Lorenzo Córdova, emitió medidas
cautelares contra la profusión de ataques presidenciales en las conferencias
“mañaneras” sobre la alianza de partidos de oposición. López Obrador al
parecer planea seguirse burlando de estas restricciones, como lo demuestra una
sanción similar del INE impugnada ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación, a cargo de José Luis Vargas, la cual descansa desde
hace casi un año en algún cajón de ese organismo. AMLO parece inspirado en el
estilo desparpajado y provocador de Donald Trump. Quizá alguien debe
explicarle lo que ocurrió en Estados Unidos.
2.- La incierta reelección. No
habrá por ahora una ley reglamentaria de la disposición constitucional que permite
que alcaldes y diputados en funciones sean postulados por sus partidos en estos
comicios para ser reelectos. En febrero pasado, Mario Delgado, entonces
coordinador de Morena en San Lázaro, hizo aprobar una ley, pero Ricardo
Monreal, su homólogo en el Senado, la hundió. Eso llevará al citado INE a
legislar para que se disponga de un reglamento. Alguien programó el enésimo
ciclo de golpeteo que ello traerá al INE.
3.- Diputados, la batalla central. Es
posible anticipar ya que no benefician a Morena y sus aliados los escenarios
para conservar en San Lázaro la mayoría que les permita modificar la
Constitución y sacar adelante leyes centrales —como las del presupuesto
federal. La oposición logró concertar un acuerdo que multiplicará los
recursos y el énfasis en distritos que harán la diferencia. En paralelo, los
partidos satélites de Morena, el Verde y el del Trabajo, exhiben
ya mayor autonomía —y precio para negociar— en sus acuerdos con el partido del oficialismo.
A ello se sumarán novedades, entre ellas una bancada de Movimiento Ciudadano
pequeña, pero también adversa a Palacio Nacional.
4.- Campeche y los límites de la alianza
opositora. Alejandro Moreno, presidente del PRI, decidió dejar la
gubernatura de su estado para ponerse al servicio de la 4T en nombre propio y
el de sus colegas priístas en varios estados. Calculó que la ecuación lo
colocaría a salvo de graves señalamientos sobre las cuentas que dejó. Pero el
modelo no prosperó. En Hidalgo y Coahuila el PRI se repuso, y dará la
pelea. Pero perderá Campeche. “A(m)lito”, como es llamado, ha de estar buscando
abogados, y no electorales, sino penalistas.
5.- Morena se atoró. Hasta hace unos
meses, Palacio Nacional y Morena calculaban que tendrían una cómoda transición
pactada con la mayor parte de los gobernadores de oposición para los que se
definirán relevos estas elecciones. Pero a Mario Delgado la ha estallado una
crisis interna por sus postulaciones verticales que varios aspirantes
frustrados llaman despojo. Y las cuentas de suyo no están saliendo claras.
Salvo en el caso de Sinaloa, donde el priista Quirino Ordaz ya habría
puesto la alfombra para el arribo de Morena, en el resto de los estados lo que
se anticipa es un territorio comanche, muy hostil, para el partido del
oficialismo.
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