Hija de un albañil y un ama de casa, la nueva secretaria de Educación desata una ola de descalificaciones que refleja la discriminación y el clasismo de un sector del país
“Yo jamás tomaría un centavo de nadien, que no sea producto de mi trabajo y de mi esfuerzo”. Esta es la frase que ha encendido las redes sociales en México tras el nombramiento de Delfina Gómez al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP) esta semana. La declaración es vieja y se produjo en una entrevista en televisión de cuando fue candidata por la gubernatura del Estado de México en 2017. En cuestión de horas, la palabra nadien se convirtió en tendencia. Y empezaron las descalificaciones y las burlas: “Esta señora no sabe hilar una frase, no sabe leer ni hablar”. “Nadien mejor que Delfina al frente de la SEP”. “Nadien como ella para robarse el dinero de los maestros”.
Delfina Gómez, de 58 años, es la segunda mujer que llega al cargo, después de la
designación de Josefina Vázquez Mota en 2006. Hija de un albañil y una ama de
casa, tiene una licenciatura y una maestría en la Universidad Pedagógica
Nacional y otro posgrado en el Tecnológico de Monterrey. Tiene casi dos décadas
de experiencia como docente y fue directora escolar durante 10 años. Ha sido
diputada, senadora electa y alcaldesa de Texcoco, su ciudad natal. Ninguna
línea de su currículum se incluyó en los ataques.
La llegada de Gómez rompe con el perfil de
los secretarios de Educación que se habían designado en este Gobierno y los
anteriores. Sustituye a Esteban Moctezuma, un economista con un posgrado en la
Universidad de Cambridge. Moctezuma llegó después que Otto Granados,
ahora visiting fellow en la Universidad de Harvard, y que Aurelio
Nuño, educado en Oxford. “Yo creo que nunca había ocupado la Secretaría de
Educación Pública una maestra de primaria”, dijo el presidente, Andrés Manuel
López Obrador, al anunciar el nombramiento.
“En la mayoría de las críticas no se
cuestiona su experiencia política ni profesional, sino que se utilizan su
origen y su profesión para descalificarla”, señala Elisa Velázquez,
investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia. “Esto es una
muestra de los problemas de racismo que existen en México, aunque
muchas veces esto se niegue o se silencie”, comenta Velázquez.
“López Obrador es un presidente de símbolos
y esta nominación manda un mensaje importante”, apunta Manuel Gil Antón,
especialista del Colegio de México. La primera señal es designar a alguien que
conoce la educación desde el terreno y no detrás de un escritorio. La segunda
es el recambio en las élites gobernantes tradicionales. “Es una persona que no
tiene los blasones académicos de sus predecesores, pero que se parece mucho más
a como se ven los maestros del país”, dice Gil Antón, “también es muy diferente
a los maestros de Finlandia o los profesores escandinavos con los que sueña la
aristocracia mexicana”.
Gil Antón califica las burlas como
“inaceptables” por su sesgo de clase y racial. Y de género. Ningún nombramiento
en el Gabinete ha sido tan cuestionado en dos años de mandato de López Obrador.
Dos semanas antes, el presidente nombró a Tatiana Clouthier, licenciada en Lengua Inglesa, como
secretaria de Economía y la respuesta de los detractores más radicales del
Gobierno no fue tan furibunda. El nombramiento de Clouthier, con un tono de
piel más claro e hija de un ex candidato presidencial del conservador Partido
Acción Nacional, pasó prácticamente desapercibido.
“Casi nunca vemos los insultos racistas o
clasistas cuando la persona en cuestión tiene poder económico”, apunta Velázquez.
“Las manifestaciones racistas y clasistas se acumulan: no solo es de origen
humilde, también es mujer”, agrega. El escrutinio público también es mayor para
las mujeres y tiende a tratar cuestiones que nunca tocan a los hombres, ya sea
cómo se ven o “quién está detrás de ellas”: como si no pudieran pensar por sí
mismas ni, en todo caso, hacerse responsables de sus propias acciones. “Si una
mujer lo hace mal en un puesto público, fallan todas las mujeres; si un hombre
lo hace mal, se ve como un fracaso individual”, afirma Edith Matías Juan,
del Centro Profesional
Indígena de Asesoría, Defensa y Traducción. “No es menor que las críticas
afloren cuando se le nombra secretaria de Educación, un tema que preocupa a
todos, pero en el que también se depositan muchos prejuicios”, complementa
Velázquez.
Las burlas contra Gómez no solo oscilaron
entre el clasismo y el racismo, una división que aún provoca acalorados debates
en México. Parten, además, del lenguaje para definir a la persona en cuestión.
Este racismo lingüístico no solo arrastra la creencia de que hay lenguas
superiores e inferiores, también jerarquiza las formas de expresarse en la
lengua dominante, señala Matías Juan. “Aunque en el papel esta diversidad
lingüística es cada vez más reconocida, los estigmas por hablar distinto siguen
reproduciéndose”, asegura. Empieza por la diferencia entre decir pecsi o
Pepsi y termina en la negación de derechos y en la exclusión: mujeres que
sufren violencia obstétrica por no ser hispanohablantes, hombres condenados
injustamente por no tener un juicio en su idioma, personas que son ridiculizadas por su forma de hablar.
“Estas críticas solo retratan a quienes las
hacen”, opina Marco Fernández, especialista en Educación de México Evalúa,
un think tank que suele ser crítico con López Obrador. “El quid de la
discusión no está en si tiene problemas de dicción o no, hay temas más
importantes, como de quién se va a rodear en su círculo cercano o cómo será su
gestión tras el tsunami de la pandemia”, dice el profesor del
Tecnológico del Monterrey. México se enfrenta a la deserción y trastornos
emocionales por la crisis del coronavirus, a presupuestos acotados por las
políticas de austeridad del presidente y al reto del regreso presencial a
clases, temas ignorados en el alboroto de las redes sociales, afirma Fernández.
En la opinión de Gil Antón, el hecho de que
una maestra dirija la cartera de Educación no garantiza nada por sí mismo, pero
sí abre la posibilidad de un cambio que mejore la interlocución con el
magisterio, tome en cuenta a los maestros y llene de contenido la “Nueva
Escuela Mexicana”, un proyecto promovido por Moctezuma, que no ha acabado de
aterrizar ni materializarse. “El presidente ha defendido que Gómez sabe de
Educación, el tema está en que realmente la escuche”, advierte.
Está por verse si la cercanía entre Gómez y
López Obrador se traducirá en un mayor margen de acción para una gestión
ambiciosa al frente de la SEP. Si su cercanía con los sindicatos educativos
apuntalará o mermará esa necesidad de cambio. Si la nueva secretaria podrá
sortear el laberinto burocrático de la SEP y de las secretarías estatales para
marcar una diferencia. Si las viejas denuncias por el cobro de “diezmos” a
trabajadores de confianza lastrarán su carrera política. Ninguna de estas
cuestiones pasa por que sea mujer ni por su origen social, ni pueden resolverse
hasta que asuma el cargo formalmente. “Empecemos por evaluarla por lo que haga
en su nuevo puesto”, concluye Velázquez.
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