¿Cómo le ha hecho el
Servicio de Administración Tributaria (SAT) para conseguir que la recaudación de
impuestos no se caiga a pesar de que la actividad económica se haya venido para
abajo?
La clave ha sido la
eficiencia recaudatoria pues las tasas impositivas no han cambiado.
Por eficiencia
recaudatoria hay que entender los mecanismos instrumentados por el SAT para
tener mayores cobros.
El foco de atención de
la institución encabezada por Raquel Buenrostro han sido los grandes
contribuyentes.
Se trata de cerca de
12 mil empresas con ingresos superiores a mil 250 millones de pesos anuales
(hay otras características, pero ésta es la más relevante).
Como resultado de esa
estrategia, hasta agosto, de acuerdo con información preliminar, la captación
por ISR se encuentra 1.1 por ciento en términos reales por arriba de lo
obtenido en el mismo periodo de 2019.
El IVA, a la misma
fecha, se ha caído en 1.8 por ciento en términos reales cuando la actividad
económica ha descendido en alrededor de 10 por ciento promedio.
Sin embargo, si
separamos los impuestos generados por la actividad interna de los derivados del
comercio exterior, encontramos un gran contraste.
A nivel doméstico, la
recaudación subió en 6.1 por ciento mientras que, en lo relacionado con el
comercio exterior, hay una caída real de 16.6 por ciento.
Aunque se ha hablado
de un grupo de 15 empresas que tenía adeudos con el SAT y que gradualmente han
ido pagando, en realidad esa es sólo una muestra de un grupo mucho más
numeroso.
Se trata de 625
empresas que, tras revisiones y auditorías, han pagado poco más de 74 mil
millones de pesos. Esto significa que el pago promedio por empresa ha sido de
casi 120 millones de pesos. Además, en las auditorías se determinó que un monto
de pérdidas fiscales del orden de 77 mil millones de pesos, no procede, por lo
que se van a convertir en recaudación adicional en el curso de los próximos
ejercicios.
A lo largo de los años
he hablado con una gran cantidad de subsecretarios de Ingresos y de titulares
del SAT.
A mi parecer, nunca en
la historia, se había hecho un esfuerzo recaudatorio de la magnitud del que
estamos viendo en la actualidad.
Ni siquiera en los
tiempos de Paco Gil, cuando se instrumentó el proceso para que el contribuyente
tuviera que exhibir su RFC (muchos ya no se acordarán de esos tiempos) se hizo
el esfuerzo de hoy.
La cobranza, ya
determinada, sea en efectivo o la que va contra pérdidas fiscales en el futuro,
alcanzó en los primeros ocho meses del año 286 mil millones de pesos, que no se
habrían obtenido sin revisiones.
Esa cifra no incluye
los múltiples litigios que se han ido a tribunales, en los cuales el SAT ha
tenido un rating cada vez más elevado.
Sin esta tributación,
las cuentas públicas estarían en condiciones muy diferentes.
Pregunté a los
directivos del SAT con los que hablé para elaborar esta columna cómo veían
2021.
Y para mi sorpresa,
ven el próximo año con un gran potencial de recaudación.
Básicamente se trata
de dos áreas. La recaudación adicional de grandes contribuyentes, que, hasta
ahora, ha provenido de poco más de 600 empresas, pero hay 12 mil que pueden
seguir ese camino.
Pero, además, la gran
apuesta es al comercio exterior. Entre la caída efectiva del volumen y la
evasión fiscal que existe, se espera que para 2021 el comportamiento de la
recaudación del comercio exterior sea mucho más elevada.
Con estos dos
ingredientes: grandes contribuyentes y empresas que exportan e importan, se
espera que el próximo año ofrezca una recaudación que permita mantener el
equilibrio de las finanzas públicas.
Pero, de este tema,
hay más que comentar, lo haremos en próximas oportunidades.
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