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lunes, 14 de septiembre de 2020
¿A QUÉ OLÍA TOLUCA EN EL SIGLO XVIII?
A veces vemos fotos antiguas e imaginamos cómo era la vida en ese entonces. En otras notas, te hemos mostrado cómo era nuestra ciudad. Pero, ¿alguna vez te preguntaste a qué olía Toluca en el siglo XVIII?
María del Carmen León García realizó una investigación interesante sobre las condiciones de salubridad, espacio y olor en la Toluca de esa época. Aquí te presentamos algunas cosas que encontró.
SUCIEDAD Y MALOS OLORES POR TODAS PARTES
Para empezar, antes del siglo XVIII, las condiciones de salubridad no eran las mejores. Recordemos que la llegada de los europeos tres siglos antes cambió la forma de organización de las culturas que existían aquí. Para ese entonces, no había hábitos cuidadosos de higiene en Europa.
Fue a mediados del siglo XVIII que inició una «revolución de la percepción olfativa». Se iniciaron cambios en la vida privada, como la extracción de los excrementos hacia el campo o la calle.
Un documento de 1794, encabezado por Manuel de Lechuga, comerciante de Toluca, da cuenta de algunas nuevas exigencias para que se cumplieran las disposiciones sobre salubridad en la ciudad. Él denuncia:
Hediondez, pestilencia, corrupción del aire, partículas extrañas, perjuicio a la salud, desagrado a la vista
Ya que Toluca ha sido una ciudad choricera desde el siglo XVI, la crianza y explotación del cerdo era una de sus principales actividades económicas. Por ello, en este problema de salubridad pública, se entrelazaban distintos intereses.
EL NUEVO PROYECTO DE CIUDAD
Iniciaron planes y reformas sobre cómo sería el orden de las ciudades en México. Se fijaron las horas y sitios de recolección de las basuras y las inmundicias y se prohibió “arrojar la menor cosa a las calles».
Además, todos los vecinos debían barrer enfrente de sus casas a las 7 de la mañana y no dejar sueltos a sus perros.
No obstante, no muchos acataron las disposiciones, porque ya estaban acostumbrados a los olores fétidos y nauseabundos. ¿Te imaginas?
EL CASO PARTICULAR DE TOLUCA
Toluca fue alabada por diversos autores gracias a la pureza y “benigno temperamento” de su aire y clima frío. El frío era recomendado para que
los enfermos y achacosos recuperaran la salud.
Incluso Humboldt, un viajero alemán, comentó que nuestro aire era incluso más ligero que el de las ciudades a nivel del mar. Sin embargo, esto se contrapone a la realidad cotidiana de Toluca, donde abundaban:
Tenerías, batanes, tocinerías, jabonerías además de desechos humanos, que fueron responsables de la contaminación y asquerosidad de la ciudad
Asimismo, la crianza y explotación del cerdo derivaba en un problema urbano de insalubridad e incomodidades.
El antiguo río Xiualtenco o Verdiguel fue el receptor de los desechos urbanos y ahí se vertían los residuos de los cerdos, por lo que no sería de extrañarse que también fuera una fuente de olor desagradable.
En este marco urbano, surcado por olores característicos de cerdos, tenerías y otras inmundicias, transcurría la vida cotidiana de las familias en Toluca.
PELEAS ENTRE VECINOS POR LOS OLORES
A partir de 1791, comenzaron pleitos entre vecinos por cuestiones de salubridad, el orden , la limpieza y el bien común.
Dos vecinos de las calles más importantes del centro de la ciudad litigaron entre 1794 y 1795 por chiqueros y drenajes de cocina.
Otra de las quejas registradas en los archivos de Toluca dicta la siguiente frase: “la colecturía y la calle están siempre puercas y apestadas”.
En las calles principales de Toluca se encontraban diversas tocinerías y chiqueros, por lo que la queja constante de los vecinos eran los olores y los residuos que ensuciaban las calles. La solución fue crear desagües subterráneos.
Fue hasta 1976 que el síndico y diputados de Toluca hicieron mejoras en la ciudad para evitar encharcamientos.
Lentamente los habitantes se fueron acostumbrando a las nuevas disposiciones y sus costumbres.
No obstante, aún en 1830, el periódico La Unión describió a Toluca como una ciudad con graves problemas de urbanismo e insalubridad, con calles sucias, sin banquetas ni empedrados.
Los animales domésticos, como los cerdos, los asnos, los carneros y las aves, aún paseaban libremente por las calles y plazas, mezclándose con los transeúntes, mientras que a la sombra de la noche los vecinos pobres aprovechaban para salir al medio de la calle y defecar frente a sus casas.
¿Te imaginabas así a la ciudad de Toluca en ese entonces?
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