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miércoles, 5 de agosto de 2020

UN LADRÓN, UN MARGEN Y UNA SOCIEDAD







Por: Fernando Flores Bailón



Las redes sociales son tan atractivas que resulta imposible no participar de ellas, máxime en
tiempos de pandemia y resguardo hogareño. Es así que, por un video que es tendencia me
motivé para escribir esta brevísima reflexión y compartirla con mis apreciados lectores.
El video del que hablo y quizás conozcas, secuencia el asalto frustrado en una urban de la
ruta lechería-texcoco, ahí observábamos cómo usuarios golpean a un asaltante que no
completó su delito, contra él llueven golpes de ira y rencor, hasta que por fin lo dejan en la
vía pública, casi inconsciente y desnudo. Y es que quienes nos hemos visto inmersos en un
asalto en transporte público coincidimos en la impotencia y la rabia que se nos genera, las
mismas que no podemos liberar cuando el asaltante está armado e inmediatamente se crea
en nosotros un desprecio por él.
Hay un capítulo en la vida de un famoso personaje, el cual sufrió un asalto en un camino,
sus victimarios lo despojaron de sus pertenencias hasta dejarlo desnudo, finalmente, no
satisfechos con su mala acción, arrojaron a la víctima en un pozo, lo peor de todo era que
estaba nevando en esos momentos. La historia cuenta que ésta famosa víctima se
compadeció de sus agresores y se limitó a exclamar: “pobres muchachos, lo que necesitan es
amor”. ¿Quién fue éste personaje capaz de tener semejante reacción? Nada más y nada
menos que Francisco de Asís; quizá haya quienes nacen con el carácter de un santo y hay
quienes no podrían compadecer a sus agresores sino todo lo contrario, le aborrecen y si es
posible le causan un daño para resarcir la situación.
Si bien en esta ocasión los papeles se invirtieron, siendo el asaltante el que terminó desnudo,
también podemos asegurar que no se compadeció de sus víctimas del asalto, no lo imagino
diciendo: pobres muchachos, lo que necesitan es amor. Siendo honestos no es el amor, ni la
concordia, ni la armonía con lo que esta sociedad ha evolucionado, por lo que es difícil que
víctimas y victimarios se vean como iguales. No deja de inquietarme que esta sociedad no
sea equitativa ni tampoco igualitaria, pues tiene bien ubicado un espacio para los
marginados, aquellos que no tienen las posibilidades ni oportunidades para ser pasajeros
honestos en el transporte público por ejemplo, de tal modo que si quieren ingresar de éste
lado de la sociedad, la misma que los descartó, tendrán que abrirse paso por medio de la
violencia y el delito. Desconozco la vida o el pasado del asaltante del video, mas no dudo que
hay personas que se hicieron delincuentes porque jamás tuvieron posibilidad ni oportunidad
de estar dentro de la sociedad desde que nacieron, ya que ésta es excluyente e injusta en el
mismo momento en que tiene como un bien necesario un margen que ofrezca oportunidades
y posibilidades para los que nacieron dentro del mismo, sin embargo, no va a considerar a
todos los individuos; los que están afuera, los marginados serán despreciados, olvidados
hasta el extremo de enconarse con ellos, como si fueran enteramente responsables de haber
nacido fuera del margen. Lo grave y triste es que estos individuos también son personas, son
humanos que resienten y sufren la exclusión de la sociedad, teniendo necesidad de ingresar
a ella, pero se topan con pared, porque para ellos sólo existe el desprecio y la omisión.
Mientras no los veamos como humanos, como iguales a nosotros, seguirán sufriendo por
causa nuestra, seguirán soñando con la sociedad y seguirán despertando en su pesadilla.

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