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viernes, 20 de marzo de 2020

Choque de imperios en Mesoamérica

Nuevos descubrimientos arqueológicos en el yacimiento mexicano de Teotihuacán revelan que tal vez la relación entre esta cultura (la teotihuacana) y el mundo maya fue anterior a la fecha oficialmente establecida hasta el momento, en 378 d.C.




recientes descubrimientos en el yacimiento de Teotihuacán, en el valle de México, parecen arrojar nueva información sobre las relaciones entre dos importantes culturas centroamericanas, los teotihuacanos y los mayas, hace unos 1.600 años. Un artículo publicado en la revista Science compendia los estudios llevados a cabo por un equipo de arqueológos de la Universidad Estatal de Arizona y de la Universidad de California Riverside, que llevan unos años excavando en la ciudad mexicana, sobre los hallazgos y su significado.

LA CONQUISTA DE TIKAL
El 14 de enero del año 37,8 Sihyaj K'ahk' (El fuego ha nacido) llegó a Tikal. La llegada de este personaje, descrita por el epigrafista Davis Stuart como "La Entrada" se recoge en algunas estelas mayas del yacimiento, como la 31. Los arqueólogos creen que Sihyaj K'ahk' fue un poderoso guerrero procedente de Teotihuacán, la gran metrópoli del valle de México –situada a unos mil kilómetros de distancia de Tikal–, una ciudad que en ese período tenía una población cercana a las 100.000 personas.


El 14 de enero del año 37,8 Sihyaj K'ahk'llegó a Tikal. Los arqueólogos creen que Sihyaj K'ahk' fue un guerrero procedente de Teotihuacán.

Pero al parecer, Sihyaj K'ahk' no llegó sólo a Tikal, sino acompañado de un poderoso ejército. Lo que sin embargo no registran las estelas es la razón de su llegada y cómo fue recibido por el entonces gobernante de Rikal Chak Tok Ich'aak (Garra de Jaguar). Curiosamente, el mismo día en que Sihyaj K'ahk' llegó a Tikal, Garra de Jaguar fallecía.

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De acuerdo con los grabados de algunos monumentos mayas, Sihyaj K'ahk' había sido enviado a Tikal por Átlatl Cauac (Buho Lanzadardos), gobernante de Teotihuacán. Sea como fuere, dos años después de la llegada a Tikal de Sihyaj K'ahk', el hijo de Buho Lanzadardos, llamado Yax Nuun Ayiin, se convirtió en señor de la ciudad maya. Este personaje aparece representado en las estelas mayas de Tikal blandiendo un atlatl, un arma arrojadiza característica de los guerreros teotihuacanos. También lleva un tocado típico de esta cultura. Además de imágenes de este soberano, en Tikal se han hallado imágenes de su padre, Buho Lanzadardos, grabadas en el estilo plano tan característico de Teotihuacán, que nada tiene que ver con el intrincado y naturalístico estilo de los retratos mayas. Al parecer, a partir del reinado de Yax Nuun Ayiin Tikal ganó poder entre el resto de ciudades mayas.

Yax Nuun Ayiin, señor de Tikal, aparece en las estelas mayas de Tikal blandiendo un atlatl, un arma característica de los guerreros teotihuacanos.

Aunque la teoría de la conquista teotihuacana del mundo maya no es aceptada por todos los investigadores (algunos piensan que los acontecimientos del año 378 pueden haber sido un caso aislado, o incluso que Sihyaj K'ahk' y su ejército fueron mayas locales usurpadores que se apropiaron del simbolismo de la lejana Teotihuacán), las nuevas evidencias arqueológicas descubiertas en Teotihuacán han reabierto el debate sobre la verdadera relación entre estas dos grandes culturas mesoamericanas, y parecen confirmar que no fue muy pacífica.

Las estelas mayas de Tikal sugieren que Teotihuacán conquistó completamente esta ciudad además de otras del área maya, y los hallazgos arqueológicos realizados en la plaza de las Columnas de Teotihuacán, llevados a cabo por los arqueólogos norteamericanos, parecen demostrar dos cosas: que en ese período, por algún motivo que desconocemos, Teotihuacán se volvió contra los expatriados mayas que habían vivido durante décadas en paz en su ciudad y que la interacción entre ambas culturas puede haber sido más antigua de lo que hasta ahora se pensaba. De hecho, la antropóloga Nawa Sugiyana, de la Universidad de California Riverside, ha destacado cuatro casos de contextos arqueológicos en el yacimiento que sugerirían que las élites mayas participaron en eventos públicos en la plaza de las Columnas de Teotihuacán antes del año 378.


Se trata de más de dos mil restos de esqueletos humanos desarticulados, que seguramente fueron desmembrados, muchos de ellos con huellas de cortes. Según la antropóloga, al menos tres cráneos presentaban deformaciones craneales y algunos, mutilaciones dentales. Todo ello muy poco común en el área de Teotihuacán, pero muy característico del mundo maya. También se han localizado lo que parecen los restos de un gran festejo, con miles de huesos de animales y restos de cerámica, de la cual un 68% era de estilo teotihuacano, pero el resto presentaba elementos iconográficos característicos del mundo maya. Asimismo, se hallaron unos fragmentos de muros con pintura mural de estilo maya que al parecer fueron demolidos intencionadamente, de un modo ritual. Por último, se descubrieron una serie de piezas como 95 objetos de obisdiana, conchas marinas, 50 piezas de piedra verde, así como los restos de algunos animales sacrificados, entre ellos un águila real y el esqueleto completo de un mono araña, una especie que no es nativa de la zona.

El 68% de los restos de cerámica descubiertos en la plaza de las Columnas de Teotihuán, son de estilo teotihuacano.

Tras analizar todos estos hallazgos y realizar una datación por radiocarbono, los arqueólogos aportan una cronología más ajustada sobre las relaciones entre Teotihuacán y Tikal (o el mundo maya en general). Las fechas barajadas serían entre 300 y 350 d.C. (antes de la fecha tradicionalmente aceptada hasta ahora de 378 d.C., cuando Tikal presumiblemente fue conquistada), y entre 350 y 450 d.C.

Los investigadores están convencidos de que todos estos descubrimientos, y muchos más que probablemente se den en el futuro, ayudarán a arrojar más luz sobre esta historia de choques políticos y culturales entre el mundo maya y la floreciente civilización teotihuacana. Lo que sí está claro, es que esta interacción, pacífica o no, ayudó a encender la chispa del florecimiento de Tikal y la acabó convirtiendo en una de las ciudades mayas más prósperas e importantes de su entorno.

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