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jueves, 23 de enero de 2020

Los problemas del Banco del Bienestar





López Obrador creó el Banco del Bienestar para canalizar apoyos públicos a la población de menores recursos y ofrecerles servicios financieros. El plan es invertir 10 mil millones de pesos en construir 2 mil 700 sucursales, lo que lo convertiría en el banco con más sucursales del país.

Los instintos del Presidente son buenos. Son centenares de municipios en los que no hay bancos. La inclusión financiera puede traer grandes beneficios: desde el acceso a crédito barato hasta realizar pagos de manera segura.

El problema es la forma en la que quiere lograr su objetivo. Más allá de las enormes dudas sobre la capacidad del gobierno de ejecutar su plan de sucursales en presupuesto y en tiempo (tiene que abrir más de siete al día para cumplirlo), el Banco del Bienestar resalta dos tendencias negativas del Presidente: (1) considerar al Estado omnipotente, capaz de cubrir todas las necesidades de la ciudadanía sin el apoyo del sector privado, y (2) mirar hacia el pasado como modelo para sus políticas en lugar de al futuro.

López Obrador considera que el Estado no debe tener una función primordialmente regulatoria, sino que debe ser un actor protagónico en la economía de México. Una y otra vez ha demostrado su inclinación estatista. Si de él dependiera, Pemex y la CFE seguirían siendo monopolios y la iniciativa privada no jugaría ningún papel en el sector energético. El mensaje es claro: el Estado puede solo.

Lo mismo sucede con el Banco del Bienestar. Ya existe una infraestructura importante de bancos privados en el país. Banco Azteca, por ejemplo, cuenta con mil 850 sucursales. Bancomer (no me sale llamarle BBVA,) con mil 834. ¿Por qué no apoyarse en este aparato? ¿Para qué invertir miles de millones de pesos en construir miles de sucursales? ¿Por qué no mejor destinarlos a áreas prioritarias como salud?

Es verdad que, como mencioné arriba, existen zonas desatendidas. Pero aquí el gobierno podría impulsar regulación o crear estímulos fiscales para que los bancos privados establezcan sucursales en esos lugares. Podría también estimular la competencia y facilitar la adopción de nuevas tecnologías. Lo que me lleva a mi segunda crítica de la posición de López Obrador con el Banco del Bienestar.

El Presidente no es un hombre de ideas modernas. Muchas de sus propuestas, como la de construir la refinería de Dos Bocas, reflejan una mentalidad del siglo pasado. ¿Por qué no mejor mirar al futuro de la banca?

La tecnología está revolucionando los servicios financieros. Gracias a los smartphones millones de mexicanos cuentan con el equivalente de una sucursal bancaria en sus manos. Se ha creado una nueva industria, fintech, con el propósito de revolucionar la manera en la que la gente ahorra, paga, invierte, recibe crédito y transfiere dinero. Cada vez es menos necesario acudir a sucursales físicas para realizar operaciones bancarias. Este es el camino que debería seguir el Banco del Bienestar.

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