Especialistas examinan la relación del Presidente con los referentes de México en el pasado y su proyecto futuro
CIUDAD DE MÉXICO.
Javier Guerrero, antropólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no cree que Andrés Manuel López Obrador vaya a pasar a la historia como el mejor Presidente del siglo XXI.
Su referencia histórica, como dice la derecha, es (Luis) Echeverría, que también buscaba un equilibrio de clases, aunque al final de cuentas terminó siendo un valet, un mayordomo de las clases poderosas. Aparentaba ser un hombre progresista, pero realmente no lo era.
En lo personal, Andrés me parece una persona sincera, con ideología progresista, pero no busca un cambio estructural. No es un radical ni mucho menos (...) Me parece un hombre honesto, austero, que busca el bienestar del pueblo, pero no está haciendo una revolución”, indica.
Si el gobierno de Andrés sale bien, si sale boyante, es mejor para todos los mexicanos, hay que desearle suerte. Pero es un poco difícil que realmente eso se realice”.
El investigador del INAH explica que López Obrador lo que hizo fue “generar un equilibrio de clases. Es lo que llaman un Estado bonapartista, porque cuando él llegó al poder encontró un país en ruinas, por el saqueo, los fraudes, el peculado de los gobiernos anteriores. Dejaron al país desplumado.
Entonces el 1 de julio, cuando él ganó fue por un hartazgo generalizado de la población. Un hartazgo que no se expresaba de forma organizada, vía partidos, vía movimientos, sino la suma de hartazgos individuales.
La gente estaba harta, fastidiada del neoliberalismo: de la miseria, la pobreza, la delincuencia organizada; es evidente la crisis social y económica, y eso la gente lo siente en las entrañas.
Considera que esta situación la aprovechó el hoy Presidente para crear un discurso antisistema, aunque él no es un hombre antiesta-
blishment, sino un político que se adapta al capitalismo.
Andrés le prende una veladora a Dios y otra al diablo (...) al final queda mal con uno o con los dos, y eso explica las broncas que ahora tiene.
Sí ha hecho reformas sociales, algunas importantes en favor de sectores populares, como la ayuda a los ninis y otros programas, pero también tiene una relación con la mafia del poder bastante estrecha”, porque teme que ésta comience a combatirlo y le pase lo que a Maduro, Lula o Cristina Fernández de Kirchner.
CAMBIO CUALITATIVO
Plantea que los cambios en la 4T “son cosméticos en cierta manera, no son muy relevantes, porque la única manera en que lo fueran sería que surgieran desde abajo, vía movimientos sociales.
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Lo que puede salvar al gobierno de Andrés es que efectivamente existan movimientos con capacidad organizativa, que tengan organización entre ellos y que se sustente en el trabajo de masas, es decir, a nivel de barrios, colonias, comunidades, atendiendo los problemas esenciales y generando conciencias políticas entre la población”.
Considera urgente la organización popular “porque yo creo que Morena se va a escindir. De hecho ya se está escindiendo, porque no es un frente que tenga corrientes internas”.
3 veces Andrés Manuel López Obrador fue candidato a la Presidencia; ganó en la elección de 2018
Advierte que Morena no es un partido de izquierda ni tampoco un movimiento en el sentido popular, sino “un grupo que tiene un caudillo al cual idolatra y alaba, cuyo futuro es la división, la escisión, como le pasó al PRD”.
Este partido, afirma, creó grandes expectativas y la gente votó por él, pero “mucha gente ya se está decepcionando. Incluso algunos dicen que Andrés va a ser como un Papa, por el número de arrepentidos que va a tener”.
Andrés Manuel sí va a pasar a la historia, porque esta coyuntura sí ha sido un cambio cualitativo”, aseguró el profesor del INAH.
"TIENE LA INTENCIÓN DE UN CAMBIO VERDADERO”
El presidente Andrés Manuel López Obrador si tiene la intención de llevar a cabo un cambio verdadero, hay el propósito de efectuar cambios profundos, consideró Joel Santos Ramírez, secretario general del Sindicato de Profesores de Investigación Científica y Docencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Agregó que las políticas públicas que se están poniendo en marcha van a tener un importante impacto social, pero no de corto plazo, sino que en unos tres años se comenzarán a ver los cambios.
Sin embargo, considera que, ante la falta de diagnósticos y de personal preparado, “estamos observando que se están cometiendo yerros. No hay un sino político y eso hace que las políticas que se están aplicando en estos siete meses se vean burdas y, más que con resultados en el corto tiempo, están generando inestabilidad, incertidumbre, por ejemplo en la parte laboral y en la posibilidad de llevar a cabo los proyectos de infraestructura que se prometieron. Hay una miopía en todas estas políticas”, criticó el arqueólogo.
Consideró que López Obrador ya es parte de la historia de México “como Presidente, como luchador social, que lo fue, forma parte de la historia patria”, aunque lo importante es saber si podrá lograr un cambio de régimen, como él se propuso desde que ganó las elecciones hace un año, lo cual se podrá evaluar al final de su administración “en función de si realmente logró esa cuarta transformación que tanto menciona, (que implica) una redistribución económica y un beneficio social para los menos favorecidos, los más desprotegidos en sexenios anteriores”.
Al compararlo con Lázaro Cárdenas, quien vivió un contexto semejante al actual, el también maestro del INAH explicó que si bien la mayor parte de la población en el país votó por él hace un año, y aunque el Presidente tenga su propia concepción de lo que debe hacerse, “no es lo que él diga, finalmente hay una demanda social que lo va a obligar a atender lo más importante, que es lo que la mayoría de los mexicanos percibimos”, como le sucedió al general, que comenzó a reconstruir al país sobre la base de la representación social y la fuerza de las organizaciones sindicales, porque entonces “el país requería progresar, necesitaba una transformación”.
A Santos Ramírez no le molesta que el Presidente haga muchas referencias históricas en sus discursos o en sus conferencias matutinas, sino, al contrario, considera necesario “hacer referencia constante a la historia de México.
Los últimos tres sexenios se hacían pocas referencias hacia la historia (…) Es importante, porque te da a entender que no somos una nación reciente, que tenemos una historia muy larga y que este país se ha construido tras transgresiones que hemos sufrido todo el tiempo, y más ahora con la política estadunidense”.
SIETE MESES DE ACIERTOS Y DESATINOS
Al historiador Iván Franco Cáceres le preocupan los rasgos mesiánicos que ha adoptado el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En lo personal, pienso que imagen y estatura de estadista aún no muestra, algo que, sin embargo, ‘compensa’ con formas caudillistas y populistas de expresión. Esto es algo propio del liderazgo político latinoamericano.
Al general (Lázaro) Cárdenas, por cierto, le tomó dos años lograr el control de los hilos del poder y entonces se expresó el rasgo estadista que hoy le conocemos. Después de él no ha habido otro con esa cualidad”, expresa.
Plantea el experto en religiones que habrá quien quiera poner al Presidente a la altura de los héroes patrios y habrá quien no. “Mi visión es que el uso de esas figuras (en su logo y discursos) apela a principios de libertad, igualdad, nacionalismo y democracia. No pocos mexicanos se identifican con ellos, incluso los neoliberales. Carlos Salinas dijo que nombró Emiliano a su hijo, por su admiración a Zapata”.
Considera que, independientemente de que lo busque o no, en los hechos López Obrador ya pasó a la historia de la democracia mexicana. Cualquier analista serio debe considerar en sus análisis el logro de más de 30 millones de votos, en un contexto de grande corrupción.
Dice que con lo alcanzado en estos siete meses de gobierno “ya hay indicios de lo que puede significar este proyecto de reforma después de casi cuatro décadas de políticas neoliberales “que agudizaron usos y costumbres políticas sumamente autoritarias y corruptas; cultura de abusos, despojos, crímenes e impunidad”.
Plantea que si el Presidente y su equipo logran dejar las bases para que la economía mexicana funcione en favor de la mayoría de los mexicanos, y no de los grandes intereses transnacionales, “habrán logrado algo no menor. Es quizá su reto principal, aunque tiene un entorno muy negativo. Creo que hasta el momento lleva muchos aciertos y no pocos desatinos”.
Para Franco Cáceres, el 1 de julio no significó el triunfo de AMLO ni de Morena, sino que fue un mensaje para el país: cambiar, imaginar cambiar para mejorar. “Dentro de seis años se podrá juzgar si el fuerte deseo de cambio (de formas, de discurso, de vida, democrático, etcétera) expresado por los mexicanos el 1 de julio de 2018 se preserva y en qué sentido lo hará”.
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