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lunes, 4 de marzo de 2019

Tomás Garrido Canabal

¿Por qué el presidente Lázaro Cárdenas lo exilió a Costa Rica de 1935 a 1941?


Todo estaba listo para celebrar la llegada de Año Nuevo de 1935 en la Ciudad de México, cuyos habitantes, como era costumbre desde antaño, engalanaban a la capital con múltiples adornos y coloridos objetos festivos. Sin embargo, el 30 de diciembre de 1934, un nutrido grupo de jóvenes se presentó en la parroquia de San Juan Bautista, en el centro de Coyoacán, y pronunciaron una serie de frases y arengas antirreligiosas, por lo que fueron rodeados e increpados por una muchedumbre de fieles católicos. Acto seguido, se inició un fuerte intercambio de agresiones y golpes entre ambos grupos hasta que sobrevino una balacera que ocasionó la muerte de uno de los muchachos anticlericales y la de una joven católica.

Cuando llegó la policía y tras poner a salvo a los jóvenes provocadores porque la multitud amenazaba con lincharlos, se supo que eran integrantes de los llamados Camisas Rojas, unos militantes pertenecientes al Bloque de Jóvenes Revolucionarios Tabasqueños, cuyo principal líder era el licenciado Tomás Garrido Canabal, quien hacía menos de un mes había tomado el cargo de secretario de Agricultura del recién electo mandatario Lázaro Cárdenas.

El enfrentamiento era un resultado previsible desde la llegada de las Camisas Rojas a la capital mexicana, pues desde el momento en que se supo del designio de Garrido en el gabinete, se suscitó una serie de rechazos y objeciones al nombramiento por parte de algunos sectores de la población, a razón del polémico pasado del funcionario.

Antesala funesta

Con su experiencia en Tabasco, Garrido fue nombrado secretario de Agricultura por el presidente Cárdenas. Incluso, el reconocimiento a Garrido de parte del presidente se había manifestado en una visita proselitista cuando manifestó, en marzo de 1934, que “Tabasco es el laboratorio de la Revolución mexicana”.

Empero, a pesar del sólido respaldo de Cárdenas y del apoyo de sus correligionarios en Tabasco, la percepción sobre Garrido fuera de esta entidad era ampliamente negativa en el resto del territorio mexicano, pues su accionar antirreligioso era visto con gran animadversión por amplios sectores de la población. Por eso, casi desde el mismo momento en que arribó a la Ciudad de México, se enfrentó a un rechazo generalizado, el cual se agravó por la presencia de los Camisas Rojas en la capital.

La renuncia

Fue durante esa coyuntura cuando se dio el citado enfrentamiento en Coyoacán, lo que afectó aún más la percepción sobre Garrido, a quien empezó a exigírsele que renunciara a su puesto ministerial. Sin embargo, el presidente Cárdenas le reiteró su apoyo.

Pero el 15 de junio de 1935 la situación de Garrido se transformó radicalmente cuando, tras varios episodios de críticas mutuas, acaeció el rompimiento político entre Cárdenas y el expresidente Plutarco Elías Calles, debido al interés del primero en asumir el mando absoluto de México sin interferencia del llamado Jefe Máximo de la Revolución. Como resultado, Cárdenas solicitó la renuncia de todos los ministros de su gabinete adscritos a Calles, entre los cuales estuvo Garrido, quien se había manifestado como partidario del sonorense.

El exilio

En medio de la crítica situación a la que Garrido se enfrentó, el presidente Cárdenas lo nombró representante de México ante el gobierno de Costa Rica en una misión de carácter agrícola, aunque la medida al parecer fue una salida forzosa que el mandatario dispuso para apaciguar los ánimos que el líder tabasqueño había encrespado en México.

En tanto, Garrido viajó a Costa Rica el 1 de agosto de 1935 a bordo del avión mexicano El Guacamayo.

A partir de ese momento, la estancia de Garrido en Costa Rica se caracterizó por un variado conjunto de emprendimientos de tipo industrial y comercial de la más diversa índole. Así, adquirió una amplia propiedad agreste en el municipio de Sabanilla, ubicada en parte de la actual sede central de la Universidad de Costa Rica. Con el tiempo, trasformó el terreno en una granja autosuficiente en la que se crió y vendió ganado, leche, aves de corral, huevos, cerdos y conejos, así como productos que negociaba en mercados y ferias de la capital.

Asimismo, compró la extensa hacienda El Carrizal junto con su hermano, el ingeniero Alfonso Garrido, ubicada en las inmediaciones del puerto de Puntarenas, entre los distritos de El Roble y Barranca. Ahí implementó un amplio cultivo de palma aceitera de casi quinientas hectáreas, lo que le permitió el establecimiento, en 1939, de la primera fábrica de aceites comestibles de Costa Rica bajo el nombre de Compañía Costarricense de Aceites y Grasas S. A., ubicada en el barrio El Carmen, provincia de Alajuela. Luego vino la creación de la marca Aceite Vencedor (Garrido y Llovera), que durante muchos años fue el principal producto de su género consumido en territorio costarricense.


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