Porque en efecto, la vida se va como un soplo; en un abrir y cerrar de ojos y en un consumir no sé de cuántas botellas de whisky aderezadas de inolvidables momentos que a lo largo de todos estos años he compartido con mi colega y su entrañable equipo de colaboradores.
Es cierto, pertenecemos –por fortuna--, a una nueva generación que a los cincuenta apenas y se le arruga el cuero y a los sesenta comienza a vivir la plenitud de la madurez, burlando a la diabetes, la caída del pelo, los cálculos biliares, el sobrepeso y otros achaques de salud, propios de nuestros padres y abuelos.
Por eso hoy prefiero, estimado amigo, enviarte un cúmulo de excesivos buenos deseos y mandar al carajo los heraldos negros que se ciernen sobre nuestra querida patria por culpa de una clase política cada vez más corrupta e irresponsable. Y también más intolerante y cínica con los medios críticos e independientes.
Por este día no hablemos de asuntos públicos y recordemos que uno de los valores más preciados del ser humano es la amistad sincera, que se otorga sin reservas y de corazón.
Hoy deseo que la pases de lujo, que compartas en tu mesa el vino y la sal con quienes realmente tocan las fibras sensibles de tu alma. Cancela tus citas, esconde tu agenda y brinda por la vida que te colma de bendiciones.
Sé el arquetipo viviente de aquel personaje encarnado en el legendario Gonzalo N. Santos, “El Alazán Tostado”; “¡Primero muerto que cansado¡”.
Que llegues a los 75, a los 85… ¡al infinito y más allá¡
Recibe un abrazo de tu amigo
I. León Montesinos
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