Por Joel Hernández Santiago
Informe: Eduardo del Río, Rius, el gran monero-historiador-periodista y, por más de cinco décadas de historia del periodismo mexicano, formador y educador de mexicanos al grito de guerra, será enterrado en San Garabato Cuc, el pueblo que está entre las tunas espinosas de todo México. Sus habitantes están de luto:
Juan Calzónzin el indígena con conocimientos profundos de la política, de la sociedad y su entorno y quien usa un sarape-cobija eléctrica con enchufe en ristre y que se acompaña de sus perros Stalin y Bouturini; Chon Prieto, “técnico en paisaje” y borracho del pueblo; don Perpetuo del Rosal el cacique atrabiliario miembro del emblemático partido RIP…
…El Lechuzo y Arsenio –policías e instrumentos de represión de don Perpetuo; Fiacro Franco –cantinero español-, Lucas Estornino –boticario ilustrado-, Ticiano Truye –tendero-, Gedeón Prieto –burócrata-, Doña Eme, beata de “La vela perpetua”, don Plutarco –el burgués local-, y Nicanor, músico que toca la tuba. Todos guardan silencio porque murió a los 83 años el hombre que les dio vida y que, por lo mismo, tienen vida.
¿Quién lo iba a decir? El hombre de izquierda fulminante, el comunista histórico, el revolucionario de a pie y de plumilla en la mano, Eduardo del Río, nació en una de las zonas más conservadoras del país, Zamora, Michoacán en 1934.
Ilustración: Abraham Solís
Fue el creador de Los Supermachos, una revista de sátira política dibujada y argumentada por él, para expresar las contradicciones de que está hecha la vida social mexicana, pero sobre todo de los extremos y abusos de poder de gobiernos que van en contrasentido de la historia.
Rius comenzó a publicar en 1955 en la revista Ja-Ja, aquella que intentaba mostrar lo antes impresentable, con imágenes de mujeres preciosas y textos pícaros de tono sexual, lo que rompía el tabú de la mochés mexicana, por entonces aun envuelta en el sacrosanto cobijo del conservadurismo nacional, a pesar de presumir una “revolución institucionalizada”.
Pronto se supo que Rius sabía de política y que tenía sus propias ideas y, de pronto, también, la industria editorial lo atrajo en momentos en los que la inquietud nacional estaba a flor de piel. Así que a principio de los sesenta Rius sustituyó a Abel Quezada en el periódico Ovaciones, aunque pronto fue despedido de ahí porque sus cartones eran “muy críticos” al gobierno.
En 1965 la editorial Meridiano recibe su proyecto de una historieta política: Los Supermachos, que pronto vendería más de doscientos mil ejemplares cada semana…
Pero lo dicho, a los hombres del poder no les gusta ser caricaturizados y ser motivos de ‘risión’. Esto les duele más que cientos de sesudas reflexiones sobre su poder, su gloria y sus chanchullos. Así que Rius, tuvo problemas con el gobierno de Díaz Ordaz quien impulsó su salida de ahí.
Para 1968 Eduardo del Río crea Los Agachados, en donde, por su cuenta y riesgo inicia la gesta del humor y la caricatura de lo político, hasta llevarlo al punto de la carcajada… y del dolor, porque daba en la diana de una de las grandes enfermedades nacionales: la corrupción.
Pero lo dicho, a los hombres del poder no les gusta ser caricaturizados y ser motivos de ‘risión’. Esto les duele más que cientos de sesudas reflexiones sobre su poder, su gloria y sus chanchullos. Así que Rius, tuvo problemas con el gobierno de Díaz Ordaz quien impulsó su salida de ahí.
Para 1968 Eduardo del Río crea Los Agachados, en donde, por su cuenta y riesgo inicia la gesta del humor y la caricatura de lo político, hasta llevarlo al punto de la carcajada… y del dolor, porque daba en la diana de una de las grandes enfermedades nacionales: la corrupción.
Fue seminarista, burócrata, embotellador, vendedor de jabón, “office-boy”, encuadernador, cajista y profesor sin título y, por lo mismo, tenía metida en las venas la denuncia política porque, como ha dicho Oskar Lafontaine, a él el corazón le latía a la izquierda.
En 1968 poco antes de los acontecimientos de Tlatelolco el 2 de octubre, publicó un número de Los Agachados en donde en el podio olímpico colocó a un policía, un granadero y, con la medalla de oro de la represión a un soldado con ametralladora.
En 1969 Rius fue secuestrado por policías y puesto a disposición de militares. Lo encerraron en Toluca, en un cuartel militar y lo amenazaron con darle muerte: “Yo ya estaba dispuesto a mi muerte” relató luego. Fue rescatado por el general Lázaro Cárdenas.
Foto Notimex
Mucho más ocurrió a un hombre creador de un nuevo modelo de cartón, historieta y más de cien libros de tono político, de cuyas lecciones también abrevaron muchos otros “moneros” de hoy.
Rius, nos hacía reír por las cosas del mal poder, pero sobre todo nos hacía reflexionar y llorar por nuestra tragedia interminable de ser miembros de “la vela perpetua”, con abyectos personajes del negocio por encima de las ideas.
Ya no está Rius. El poder sigue ahí, en lo suyo. No importa. Si importa que un día, muchos días, un hombre dedicó su vida a mostrarnos que la vida puede ser distinta en mundos de colores como los que él creó y que nos hereda para salir de San Garabato Cuc, encerrado en sí mismo, y que hoy está en silencio porque murió el 7 de agosto quien se llamaba Eduardo del Río, era monero y maestro y guía de muchos de los aquí presentes.
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