A lo largo de dos siglos y medio la casa de préstamo ha recibido obras de arte, tesoros y objetos que hoy son históricos
El Nacional Monte de Piedad compartió con Excélsior algunas de las anécdotas más emblemáticas que ha recopilado en sus 242 años de historia, en un libro realizado por Esperanza Cabrera y Patricia Escandón, donde los protagonistas van desde un sillón raído con un tesoro oculto y dos cuadros de Esteban Murillo, hasta el resguardo confidencial que hizo Benito Juárez y un depósito de Francisco Zarco para cumplir con la Ley de Santa Anna sobre el derecho a la libertad de imprenta.
Una de las más repetidas sucedió a principios del siglo XX, cuando dos ancianitas acudieron al Monte de Piedad a empeñar dos cuadros que habían heredado de su abuelo, quien era de origen francés. A cambio recibieron 25 pesos.
El tiempo pasó y ellas no consiguieron reunir la suma para rescatar las pinturas, así que éstas fueron rematadas. Lo curioso fue que durante la subasta las ofertas crecieron hasta alcanzar la cifra de 12 mil pesos, pues resultó que ambas eran obras originales del pintor español Esteban Murillo.
Para cerrar esta historia, la sucursal 5 de la casa de empeños, ubicada en la calle Guerrero 135, entregó a las ancianitas las demasías por la diferencia entre el préstamo y el importe de la venta.
TESORO OCULTO
Una historia similar sucedió apenas terminada la Revolución Mexicana, cuando un hombre llevó un sillón medio desvencijado a empeñar en la sucursal 17 del Monte. Aquel mueble no tenía nada extraño salvo un peso desmesurado del que nadie se ocupó.
El propietario obtuvo unos cuantos pesos, pero jamás volvió para rescatarlo, así que tiempo después fue rematado. Una semana después, el nuevo propietario volvió al Monte entre eufórico y nervioso preguntando por el gemelo del mueble que había adquirido.
Los trabajadores de aquella sucursal, entonces ubicada en la calle de Santa Crucita –hoy Avenida del Taller–, le dijeron que no había tal y de la impresión… se desmayó. Más tarde explicó que el sillón que había comprado tenía el fondo lleno de centenarios y que los había descubierto tras intentar retapizar el mueble.
LIBERTAD Y CENSURA
También están aquellos documentos que avalan el depósito monetario hecho por el periodista e historiador mexicano Francisco Zarco para cumplir con una de las imposiciones de la Ley de Santa Anna, que obligaba a los editores a depositar cierta cantidad de dinero en el Monte de Piedad, para prevenir las multas en su contra por lo que él consideraba el “abuso” de la libertad de imprenta.
Fue así como el periodista depositó tres mil pesos, de los cuales le fueron descontados cuatrocientos por una multa. Quizá en este depósito pensó Zarco, cuando el 5 de octubre 1855 escribió lo siguiente: “No hay acaso regla más segura para conocer la ilustración y el liberalismo de su gobierno. Si no teme el examen de sus actos, si desea sinceramente el bien público; si en vez de impedir la discusión, él mismo la provoca y la escucha, puede asegurarse con evidencia que no son sus tendencias al despotismo; si por el contrario, se afana por sofocar el pensamiento poniendo trabas a la circulación de los periódicos, persiguiendo a los escritores, exigiendo fianzas, imponiendo multas, estableciendo la censura previa. No puede ya caber la menor duda de que aspire a un dominio tiránico y a una obediencia ciega”.
RESGUARDO CONFIDENCIAL
Pero uno de los hallazgos más interesantes en el depósito del Monte fue el resguardo que hizo don Manuel Dublán, representante de la familia del entonces presidente de la República Benito Juárez, quien era su albacea e hizo el resguardo confidencial –no préstamo– de ocho prendas personales, entre condecoraciones y medallas, por tiempo indefinido.
Sin embargo, en 1947, para actualizar los libros de la institución se hizo el revalúo de dichas prendas y se solicitó autorización a las autoridades hacendarias para cancelar la operación, ya que debido a la importancia histórica de esos objetos serían donados a la Nación, por lo que actualmente son resguardados en el Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec.
UN POCO MÁS...
Pero hay más historias. Por ejemplo, la de un anciano que a mediados del siglo XX empeñó su violín en el Monte, pero pidió una concesión especial para que éste no se dañara: que le permitieran ir al depósito para tocarlo durante cinco minutos cada día.
La de aquel vestido de novia que fue mandado a hacer en una lujosa casa de modas, para una boda costumbrista que terminó en tragedia cuando el novio no llegó al altar. Dicha prenda la obsequió a su doncella, quien lo depositó en el Monte para un día usarlo, como constó en la boleta de empeños G-16687. Sin embargo, su momento nunca llegó.
El Monte de Piedad, que hoy cuenta con 320 sucursales, inició operaciones el 25 de febrero de 1775 en el convento de San Pedro y San Pablo. En 1822 hizo un juramento de obediencia al Congreso Constituyente y durante la intervención francesa, en 1862, acopió los fondos, mediante suscripción pública, para ayudar a los heridos de guerra en la batalla de Puebla del 5 de mayo.
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