En el nuevo milenio, los psicólogos se enfrentan a nuevos retos, muy diferentes a los que sortearon en las décadas de los 80 y 90; hoy, los problemas que deben vencer son el intruismo y la usurpación de la profesión, reveló Héctor Cerezo Huerta, docente en el Instituto Universitario Carl Rogers.
El también investigador argumentó que en los últimos años, personas de otras áreas o en el peor de los casos, gente que tiene sólo estudios de nivel medio superior, ejercen psicoterapia, desarrollo humano, consultorio organizacional, trabajo clínico con familias.
Así como asesoría educativa y hasta docencia en investigación, situación que alarma a los verdaderos profesionales en salud social.
Para los psicólogos, -explicó- el intrusismo es el nombre que se le da a la intromisión de funciones de personas que no son de nuestra área; mientras que la usurpación de profesiones es el nombre del delito en el Código Penal.
La psicología como área de conocimiento tiene más de dos mil años, pero como ciencia es muy joven, porque no tiene más 165 años catalogada como tal.
El primer Código Ético del Psicólogo se publicó en México en 1984 y se volvió a revisar hasta 1992, lo que da muestra que la preocupación de la ética en la psicología es muy reciente.
"La carrera de psicología se ubica entre el quinto y sexto lugar como la carrera profesional más estudiada en el país; siendo los estados de Puebla, Jalisco, Ciudad de México y Estado de México, las entidades que más escuelas de psicología tienen, que más psicólogos forman, y de las cuales egresan más", aseveró.
Héctor Cerezo mencionó que otro reto que enfrentan, tal vez en México no es muy común, pero ya hay importantes indicios en Estados Unidos, es la participación de psicólogos en el diseño de nuevos métodos de tortura.
"Hace poco se anunció que psicólogos, miembros de la Asociación Americana de Psicología y Psiquiatría, máximo órgano rector de los psicólogos, participaron en el diseño de nuevos métodos de tortura, para hacer utilizados en diversas sedes militares de países contrarios, como el uso de música, privación sensorial.
Además de darles de comer carne de cerdo o que vean pornografía como métodos de tortura y que son violatorios de su dignidad como persona y de sus propias creencias", comentó.
Les preocupa también la participación de psicólogos en peritajes de juicios orales, que no se sepa si practican o no la confidencialidad, la responsabilidad, temas de los que siempre se han hablado, pero que a la práctica siguen apareciendo.
Un dilema más que padecen los psicólogos es que actualmente no se cuenta en México con un verdadero registro de cuántas personas se dedican a ejercer esta actividad denominada "coaching" y que muchos de ellos están sin formación alguna en el área de la salud mental y psicosocial.
La Federación Internacional de Coaching (ICF por su siglas en inglés) presentó un estudio en el 2015 en el cual reporta que el número de coachings en México duplica el número de psicólogos con cédula profesional en el territorio nacional.
"Hoy parece haber entrenadores para todo, para el amor, para académicos, para escolar, profesional, pero lo preocupante de todo es que esas áreas y esas funciones son propias de los psicólogos.
"No de personas que tomaron un curso de fin de semana o algunos meses en comparación con una preparación de psicólogos de cuatro años de estudios, posgrados, congresos, talleres y más", subrayó.
Por su parte, Samuel Mejía Rodríguez, rector del Instituto Universitario Carl Rogers, habló sobre la importancia de contar con un nuevo Código Ético, en el que prevalezca la importancia de respetar los derechos de los pacientes, respetar la dignidad de las personas.
Durante una mesa de análisis sobre la Ética, abordaron los ejes: El Código ético del psicólogo del siglo XXI, Los dilemas éticos a los que se presentan los psicólogos, y las propuestas del Instituto Universitario Carl Rogers.
Mejía Rodríguez propuso que los psicólogos, desde las escuelas, se formen con un enfoque humanista que permita repensar las cosas, deliberar el para qué, el por qué, cómo y cuándo, a diferencia de otros psicólogos que solo están pensando en el cómo ejercer.
Los especialistas se pronunciaron por la dignificación de la función, y para ello la importancia de informar a la población sobre la verdadera función del psicólogo.
Asimismo, que la sociedad aprenda a demandar quiénes son profesionales para procesos terapéuticos, que obliguen a sus terapeutas a demostrar sus certificados que los avalan como especialista en el ramo.
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