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domingo, 29 de noviembre de 2015

Deslindes

+ Un Dilema, la Corrupción de Escobar

Por ARMANDO SEPULVEDA IBARRA
Si el líder del impostor Partido Verde, Arturo Escobar, pisa la cárcel por delincuencia electoral, según le acusa la Fepade, se abrirá un resquicio para instaurar la autonomía de los órganos encargados de impartir justicia y, ni quien dude, pondrá a temblar a las legiones de políticos y funcionarios corruptos que pululan en todas las instancias de gobierno y gozan de la libertad inclusive de embolsarse lo ajeno al amparo de la omisión o vista gorda de las autoridades.
Un pícaro redomado como Escobar a lo mejor nunca pensó que alguien osara ponerle las manos encima, porque como solía regodearse acá entre nos, ha sido uno de los consentido del régimen con arrullo presidencial y uno de los sucios operadores políticos del impresentable Partido Verde, para favorecer a su clan depredador de recursos públicos y, por sobre todas las cosas, servir con sus maniobras al priísmo en el poder, en especial cuando juntos atentan contra los intereses de los mexicanos: unas veces con la inmoral compra de votos para sus candidatos y otras con sus alianzas legislativas conque vapulean a la nación.
Quién iba siquiera a imaginar que, a la vuelta de unas semanas de que el señor Peña decidiera imponerlo, entre un rechazo y un repudio unánime, como subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación, para ¡prevenir el delito! – “¡Válame Dios!”, diría El Quijote --, la paradoja terminaría por arrollar la arrogancia e impunidad de Escobar y por exhibir una nueva falta de oficio y de sobrada frivolidad del inquilino de Los Pinos.
Hasta donde se sabe el titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), Santiago Nieto Carrillo, procedió con independencia y autonomía, como debe ser, al solicitar al juez orden de aprehensión contra el acorralado politiquillo del seudo Partido Verde y, para emberrinchar más a las cúpulas del poder y sus cortesanos quizá hasta el pataleo sin control, tanto el señor Peña como la procuradora Areli Gómez supieron de la persecución de su aliado en desgracia por las noticias de la prensa, cuando la vieja práctica del autoritarismo del PRI en el gobierno aconseja que nada se mueve ni se ejecuta sin el visto bueno del mandamás en turno. Ha sido este episodio un duro golpe a la vanidad, a la egolatría, al despotismo, a la incurable enfermedad de la importancia de sí mismo y al verticalismo de las altas esferas dadas a protegerse y salvar a los suyos del brazo de la ley y, por supuesto, un símbolo de que si el poder judicial quiere y asume con honestidad y pantalones su responsabilidad, puede iniciar un proceso que rompa con el pasado y el presente de corrupción e impunidad casi generalizada y someta a las alegres fábricas de corruptos y saqueadores en que se convirtieron los partidos desde tiempo inmemorial.
Antes de cantar victoria la sociedad, los intelectuales y los analistas han de crear conciencia y exigir que el juez, con las pruebas de que Escobar compró voluntades con dineros públicos para allegar votos emporcados a su seudo partido y al nuevo PRI y garantizarles así una ligera ventaja por sobre las oposiciones durante los comicios de este 2015 para renovar la Cámara de Diputados, siente un precedente y deseche cualquier presión de personeros del Gobierno Federal con el interés de salvar de las rejas al primer pez gordo que será juzgado como delincuente electoral. Si fuera así, ¿remojarían sus barbas los señores Luis Videgaray y compañía por aquello de los escándalos con las tarjetas Monex y Soriana, camuflajes de la compra de votos para encumbrar al señor Peña?
Nieto Castillo llegó a la Fepade sin la recomendación o el empuje de uno o de varios padrinos de las cúpulas, ni de Los Pinos ni aun de La Procuraduría General de la República. Fue elegido por el Senado, al parecer sin haber línea, después de convencerlo, para que persiguiera a la experimentada y escurridiza delincuencia electoral mexicana cuando fuera descubierta. En los tiempos de Felipillo Calderón y Peña, sus elecciones le hubieran dado mucha tela de dónde cortar a la hora de limpiar las desaseadas votaciones y, sólo para recordarle a los olvidadizos, las de Salinas de Gortari hubieran sido un manjar para descargar los delitos contra quienes asaltaron el poder robándose la Presidencia de la República sólo para saquear y hundir al país, enriquecerse con dineros públicos y malbaratar los bienes de la nación entre sus amigos de la iniciativa privada y sus socios en complicidades, muchos de los cuales saltaron de allí a la escena mundial de la lista de Forbes sobre los más ricos del planeta
Aquí viene entonces la prueba de fuego, un dilema para el desprestigiado Poder Judicial donde el señor Peña ya impuso el año pasado como magistrado, ante la sumisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a su amigo y compadre Eduardo Medina Mora, un tipo sin trayectoria judicial ni reputación suficiente para pensar en impartir justicia con imparcialidad, e incluso anda ansioso por colocar a otros incondicionales en las dos magistraturas vacantes, aun con las protestas de amplios sectores y también de funcionarios de carrera judicial, entre los cuales por salud pública los senadores deberían escoger.
Si desde Los Pinos sale la consigna de salvar el pellejo del corrupto Escobar -- ¿ya olvidaron las flacas memorias que a este politiquillo le detuvieron en Chiapas hace unos meses con una maleta con más de un millón de pesos que llevaba para comprar votos, e infantil y cándido balbuceo: “la valija es mía, el dinero no…”? --, sería una noticia desalentadora y confirmaría la intención del grupo empoderado de protegerse del brazo de la justicia a toda costa e irse por la simulación como la de nombrar a un pajecito encarnado en Virgilio Andrade en la Secretaría de la Función Pública para que investigara si había tráfico de influencias en la quemante compra o cesión de la ya célebre Casa Blanca de Las Lomas de Chapultepec, un pasaje del sexenio manchado por la pena ajena que, junto con la impune barbarie de Ayotzinapa, derrumbó al peñato en confianza y credibilidad entre sus leales y los interesados porristas del exterior como a ningún otro gobierno desde la feroz dictadura de Díaz Ordaz.
Mas si Escobar, uno de tantos corruptos que anidan todos los partidos y oficinas de los gobiernos federal, estatal y municipal, recibe un juicio de ciudadano común, marcará el inicio de otra etapa y, con el ejemplo y el empuje de una sociedad civil hastiada de la crisis de las instituciones y los latrocinios de la clase política, comenzarán a rodar muchas cabezas de políticos y funcionarios deshonestos e inmorales en activo, aquí y allá y donde uno pose la vista.
Cuando entonces el país y sus gobernantes vivan sujetos al régimen de derecho y acabe la impunidad y los abusos de poder de ladrones que usan los puestos para saquear tesorerías, extorsionar y enriquecerse, México encontrará su camino y saldrá de la ignorancia y la sumisión al poder corrupto y autoritario.
armandosepulvedai@yahoo.com.mx



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