POR ENRIQUE QUINTANA
Si usted cree que la reforma fiscal instrumentada en 2014 va a ser borrada con la propuesta del Paquete Económico que se envíe al Congreso el 8 de septiembre, está equivocado.
Pero si cree que no habrá ninguna modificación en el esquema fiscal vigente, también está equivocado.
Desde hace bastantes semanas, representantes del sector privado trabajan con funcionarios de la Secretaría de Hacienda para tratar de llegar a un esquema que permita por una parte generar incentivos reales para la inversión, el empleo y el ahorro de largo plazo, y por otra mantener la disciplina de las finanzas públicas que permita que, como se preveía, el déficit público sin inversión de Pemex y CFE sea de 0.5 por ciento del PIB o de 3.0 por ciento con inversión y proyectos de alto impacto.
Obviamente, si tuviéramos un precio del petróleo de 100 dólares y una economía que creciera a 4.0 por ciento, los márgenes de maniobra para conciliar ambos propósitos serían más amplios.
Lo que ha sucedido es que habrá que buscar este esquema con más detalle y cuidado, tanto en el propio Paquete que se enviará dentro de una semana exactamente, como en el Congreso, que habrá de discutirlo a partir de entonces.
Si usted me preguntara cuál debe ser el objetivo prioritario en este momento, sin ninguna duda le diría que el que nos asegure transitar con el menor costo posible por un entorno internacional lleno de riesgos y volatilidad.
El objetivo de ello será conseguir que se mantenga la capacidad de elevar el crecimiento de la economía y el bienestar de la gente en el mediano y largo plazos.
Creo que, sobre la base de un esfuerzo de eficiencia y una revisión meticulosa de los impactos fiscales, pese al entorno, es factible encontrar algunos elementos para incentivar la inversión y el empleo.
Un ejemplo de las tremendas dificultades del entorno internacional lo ofreció hace unos días Brasil.
Mientras aquí nos sorprendemos por una reducción de la tasa esperada del PIB en este año a un nivel de poco más de 2.0 por ciento, los brasileños acumulan su segundo trimestre consecutivo con una caída del PIB. En el primer trimestre cayó 0.7 por ciento; en el segundo 1.9 por ciento y las estimaciones para el cierre del año ubican la caída en 2.25 por ciento seguida de otro descenso de 0.4 por ciento en 2016.
No refiero las cifras como consuelo sino como una imagen de lo que podría estar sucediendo en el caso de que tuviéramos desequilibrios serios en las finanzas públicas, exportaciones concentradas en materias primas y alta dependencia a la dinámica de la economía china.
Es políticamente incorrecto decirlo y se lleva uno una buena cantidad de mentadas, pero es mejor sacrificar crecimiento en el corto plazo si esto implica mantener orden en medio de los sube y baja de las variables financieras y apuntarle a crear las condiciones que van a permitir crecer más en el mediano plazo.
Pero, con todo y resultados muy medianos en este año, la primera mitad de este sexenio será la de mayor crecimiento de los últimos tres.
Eso nos dice que precisamente hay que trabajar en mejorar nuestro potencial de crecimiento para el largo plazo.
Twitter: @E_Q_
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miércoles, 2 de septiembre de 2015
El Paquete Económico de 2016
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septiembre 02, 2015
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