Uriel Reyes Aguilar.
Columnistas y analistas políticos del MEXIQUENSE y estudiantes de Ciencias Políticas y Administración Pública, en la Universidad Autónoma del Estado de México.
Mario Benedetti
La vida es un conjunto de desafíos a los que respondemos con un conjunto de soluciones a las que llamamos “cultura” y puesto que muchas soluciones pueden ser posibles, lo son también muchas culturas. Lo que nunca ha existido es una cultura absoluta, con soluciones a todos los problemas.
A lo largo del tiempo la mayoría de las personas, han crecido o mejor dicho se han desarrollado en un ambiente conformista, donde solo están acostumbrados a recibir y no a dar. Esta problemática que generan las personas se debe a la falta de interés por realizar diferentes actividades, ya sean en su entorno académico o en su vida laboral.
El trabajo en equipo viene a generar un gran esfuerzo por realizar las diferentes actividades por cumplir, ya que de forma coordinada nos apoyamos los unos a los otros en el ámbito en el que nos desarrollemos. Pero ¿Cómo se interrumpe esto? La falta de interés al apoyar a nuestros compañeros genera un desequilibrio ya que al ignorar u omitir los pasos a seguir para lograr algo no se cumplen los objetivos propiamente establecidos.
En el ámbito laboral, un claro ejemplo es la negatividad de las personas, las cuáles se escudan en frases como “y yo porqué” o “ese no es mi problema” o “yo no soy el encargado de esa área” y esto genera que los objetivos establecidos de un trabajo no se cumplan.
Una analogía que podemos explicar es que si existe una flama en un pasto comienza a generar fuego, si pasa alguien y lo ve pero piensa que ese no es su problema o que existe otra persona que puede resolverlo y se retira, es flama irá creciendo y se extenderá por todo el trayecto, y si cada persona piensa lo mismo y actúa igual, ese fuego ardiente podrá terminar con muchas cosas y generar demasiados problemas. La circunstancia que aquí amerita es mencionar que si nosotros somos capaces de resolver algún problema por muy mínimo que sea, podremos evitar muchos más. Siempre recordando que todos tenemos algo valioso que aportar, y si nos ayudamos mutuamente podremos generar muchos avances más que de forma organizacional, serían cambios meramente personales.
Es el tiempo de los jóvenes y no tan jóvenes organizarnos a favor de nuestra comunidad. En su momento escribí algo relacionado hacia el tema de la organización civil…
“Hoy es el tiempo de despertar, de ver a mi vecino, al otro como mi hermano, ayudar a quien sea posible sin importar quién es, pues aquí en donde vivimos donde habitamos podemos convivir todos juntos, nuestra casa, nuestro municipio, es rico próspero y todos podemos trabajar en él”
Caminemos libres, consientes y seguros, caminemos con nuestro hermano con un mismo objetivo, “el bien común”, pero no solo caminemos, recuperemos el habla, hagamos sentir que nuestra participación aún existe, debemos redescubrir nuestras raíces saber de nuestro pueblo, pues aunque sabemos que pertenecemos a él, pocos saben el sacrificio que costo construir.
Organicémonos para construir un camino libre y próspero, organicémonos para dejar un legado a nuestros hijos. Organicémonos para detener la codicia que impide el progreso, que impide la unión.
He aquí la necesidad de la organización entre ciudadanos libres, el trabajo en equipo, la unidad, cada valor representado por la tolerancia y el respeto, conviviendo en esta, nuestra sociedad
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