Por Uriel Reyes Aguilar.
María Yozelin González Hernández.
Columnistas y analistas políticos del MEXIQUENSE y estudiantes de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Autónoma del Estado de México.
"Las elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel."
David Lloyd George
Hoy nos atrevemos a escribir sobre los posibles eventos que sucederán el próximo 7 de Junio en nuestro bello Estado. Para ello es pertinente crear un panorama general sobre dicha situación. En varios municipios somos testigos de la formación de un poder económico y político desmedido, testigos fieles de la publicidad de apellidos de familia de antaño, en donde tal parece que el poder para dichas familias es un bien privado que puede ser heredado de generación en generación.
Hoy en día, el concepto de “Política” para muchos ha sido denigrado, tal y como lo expresa la paradoja de Andrew Dunsire entendiendo nuestro concepto como el modo en que se arreglan los grandes asuntos del Estado, el modo en que una nación resuelve sus diferencias y hace elecciones. Por otra parte, la experiencia común nos informa, cuando escuchamos las pláticas en los camiones… a menudo se tiene en poca estima a los “políticos” la política es despreciable, trivial, efímera y ridícula.
Pasa algo similar en tiempos de elecciones, sobre en los procesos electorales. La gran mayoría de la población desconfía ya de las instituciones que regulan dichos procesos, tal y como lo menciona el Doctor Rodolfo Zamora “En México existe una crisis institucional”, en efecto la percepción común nos arroja dicha afirmación, buscar, pero sobre todo encontrar “confianza” en los representantes de cualquier institución parece ser un sueño utópico en nuestros días.
Existe un porcentaje que se abstiene a participar en los procesos electorales ¿Por qué sucede esto? La misma experiencia común nos muestra al tocar el tema de las elecciones, que lejos de ser considerados procesos de transición a la democracia, son simples “negociaciones” “pactos” entre las dos fuerzas políticas más importantes en la región (Háblese municipios o Estados) y que sin la necesidad de la población, siempre tendrá que haber un ganador. Lamentablemente este tipo de percepciones comunes alcanzan los oídos de diversas personas, mermando de esta manera la participación ciudadana.
Lo he expresado en publicaciones anteriores, sobre el papel fundamental que juega una Sociedad Civil, consciente y activa, analizando, criticando las acciones de gobierno pero sobre todo proponiendo las soluciones óptimas para nuestras necesidades. Acciones conjuntas entre nuestros representantes políticos y cada uno de los ciudadanos, más que preocupados, ocupados por el futuro de nuestros municipios, de nuestro entorno.
Debemos de mantener la conciencia crítica, como reales ciudadanos, enorgullecernos del lugar donde habitamos, aprovechar estos procesos de transición, fomentar la participación ciudadana, crear alternativas ciudadanas.
Y otra cuestión si hablamos de elecciones y procesos, atinadamente es obligatorio hablar de participación.
Cuando nosotros hablamos de democracia, la primera imagen que se nos viene a la cabeza es el día de las elecciones, largas filas de ciudadanos que aguardan su turno para depositar su voto en las urnas… Una mesa electoral y un hombre cualquiera, o el primer ciudadano, que ejerce su derecho o cumple con su deber de elegir a quien lo representará (Bobbio, 1987, 323).
Esa participación aparece como condición del quehacer democrático. Pero según expertos de la cultura cívica, para que la democracia funcione, la participación no sólo no puede estar ausente sino que tampoco puede ser excesiva.
Nosotros como ciudadanos debemos hacer valer nuestro derecho de decidir libremente por quien queremos ser gobernados, pero no solo es el hecho de depositar el voto, si no que darnos cuenta e informarnos de quienes se postulan para contender por un cargo.
Nuestra cultura cívica comienza cuando mostramos interés por la política del país y por muchas otras cuestiones cotidianas. Así que no nos conformemos con lo que nos dicen y hay que hacernos de habito, hay que informarnos muy bien sobre lo que pasa en el país, y en esta tiempo de elecciones hacer uso de ese habito e investigar la vida política, social y académica de las personas que nos pretenden representar para así estar más convencidos de un voto propio que no esté influenciado.
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