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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Peregrinar “peregrino” en el paso por territorio de Ecatepec para la Villa

Por Elios Edmundo Pérez Márquez

Ecatepec, México.- Menudo esfuerzo habrán de realizar los peregrinos que, la víspera del 12 de diciembre, por la mañana, al mediodía o por la noche, intenten atravesar el municipio de Ecatepec, para postrarse ante la imagen de la Guadalupana, tal y como, con verdadero fervor religioso, año con año, a caballo, en autobús, camiones de redilas, bicicletas o cualquier otro vehículo y, sobre todo, los que lo hagan a pie.

Ecatepec, municipio colindante con la delegación Gustavo A. Madero, donde se ubica la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, y por donde todos los días, circulan un sinfín de tráileres, autobuses de pasajeros, combis de servicio público, taxis destartalados y autos particulares, se encuentra destrozado, es decir, las principales arterias, como por ejemplo, la Vía Morelos, sufre los estragos del progreso y la modernidad, debido a la construcción del Mexibús.

Este municipio, que tiene la peculiaridad de que las obras no se terminan nunca o duran una eternidad en ser construidas, hoy, la Vía Morelos, está partida, prácticamente, desde donde empieza hasta donde termina, y no se ve para cuándo dicha obra concluirá, si que, no le pasa lo mismo que a la obra que se realiza en las avenidas López Portillo, 30-30, y 1° de mayo, que ya lleva más de cuatro años y aún no se ve, para cuándo la terminarán, si es que, algún día, la terminan.

Enfermedades respiratorias, irritación en los ojos, resequedad y otros males, entre los vecinos de Ecatepec, son el resultado del polvo que produce la obra en cuestión, además del malestar entre los conductores y pasajeros que, por las mañanas, salen de sus hogares para ganar el pan de cada día, y se encuentran con más excavaciones que bloquean el tráfico de vehículos; moto conformadoras, escarbando desde muy temprano; grúas, levantando escombro y depositándolo en camiones que bloquean uno y hasta dos carriles; revolvedoras, vaciando el concreto armado pero, también, obstruyendo las vialidades, en los dos sentidos.

No obstante, aunque se podía asegurar que los vecinos de Ecatepec y algunos vecinos de los municipios colindantes, por pura necesidad, están dispuestos a afrontar éstos y otros avatares, no deja de ser un riesgo para los peregrinos que, por miles, están atravesando, o atravesarán el municipio, en estos días y, muy especialmente, el 11 de diciembre, a lo largo del día y de la noche.

Si a esto, le sumamos la falta de señalización, los baches, las atarjeas sin tapa, los cables caídos, los vehículos mal estacionados, los postes mal instalados, las escaleras de los puentes peatonales, el riesgo es mucho mayor y, es de dudarse que, las autoridades, tomarán las debidas providencias, para evitar incidentes, retrasos y accidentes, a los peregrinos que vienen de diferentes puntos del país, y que se verán obligados a cruzar por la Vía Morelos, destrozada en ambos sentidos y peligrosa, tanto abajo, como arriba de las banquetas.

Pero la fe es la Fe, y mueve montañas. La víspera del 12 de diciembre, en todas las formas posibles, miles de peregrinos, habrán de atravesar el municipio de Ecatepec, con todos los riesgos que esto implica, para visitar a la Guadalupana y refrendar sus creencias.

Tomando en cuenta la inseguridad que se ha enseñoreado en el municipio, los asaltos que están a la orden del día, y de la noche, tanto a las casas habitación, como a mano armada, en la vía pública y en el transporte público; tomando en cuenta, también que, Ecatepec, es el primer lugar en feminicidios y que, en cuanto secuestros, no se queda atrás, además del caos vial, debido a la falta de arterias bien diseñadas, circular por Ecatepec, aunque sea sólo “de pasadita”, parecería un acto descabellado o un riesgo que nadie quisiera correr. Sin embargo, el 11 de diciembre y los días anteriores, a pesar del frío y todas las adversidades, se contarán por miles los que correrán ese riesgo, con tal de llegar a la Villa de Guadalupe.

A pesar de las obras que nunca se concluyen, de los baches que nunca se reparan, de las coladeras que, alguien se roba y nunca se reponen, de la basura que nunca se recoge, de los socavones, hoyos y zanjas; en contra de las destartaladas combis, los humeantes camiones, los tráileres, las moto conformadoras, con su estruendo de guerra, el escombro y el cascajo, que se deposita en vehículos a la hora de mayor tránsito, miles de mexicanos, iniciarán su recorrido, se abrirán paso por un municipio con la apariencia de un territorio minado o bombardeado que, para el caso, es lo mismo, y se postrarán a los pies de la Guadalupana.

Una vez cumplida su misión, logrado su objetivo, en todas las formas habidas y por haber, volverán a sus lugares de origen. Sí, a diferencia del municipio de Ecatepec, donde las obras nunca se concluyen o duran una eternidad en ser construidas, los peregrinos guadalupanos, hombres mujeres y niños, de diversos lugares, consumarán su odisea y se sentirán satisfechos de no tener que vivir aquí, o no tener que volver a pasar por aquí, al menos, hasta dentro de un año.

eliosedmundo@hotmail.com

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