Claudia Sheinbaum aventaja en las encuestas para la presidencia de la República. De mantenerse la tendencia, el próximo año México entrará de lleno al socialismo del siglo 21.
Si alguien piensa que el horizonte comenzará a aclararse el
próximo año, que vea la encuesta publicada ayer en El Financiero para
desengañarse.
La encuesta indica que Claudia Sheinbaum aventaja a Marcelo
Ebrard por 11 puntos porcentuales, y por 16 a Adán Augusto López en las
preferencias para la candidatura presidencial de Morena.
De mantenerse la tendencia, el 1 de octubre del próximo año
México entrará de lleno al socialismo del siglo 21.
En el frente oficial, Sheinbaum ha ampliado su ventaja por
el ostensible respaldo que recibe del Presidente.
Ella es el proyecto: el socialismo del siglo 21.
López Obrador ha intentado prolongar su mandato, someter al
Congreso, a la Corte, a los medios de comunicación, a los opositores y a los
críticos, frenar la inversión privada nacional y extranjera, ampliar la
militarización, aplastar las leyes, asestar golpes de venganza, cerrar puertas
al libre comercio, a las libertades individuales…
Subrayo: ha intentado.
En algunos casos ha podido, en otros no, y en algunos más lo
ha logrado a medias. Ha habido límites, algunos de los cuales se encuentran
dentro de su equipo de gobierno, al que casi siempre manda al diablo.
Repito, casi siempre.
Con Sheinbaum no hay esos límites.
A diferencia de Ebrard y del secretario de Gobernación, ella
no se formó en ningún partido político, donde hay ciertas reglas y alguna
disciplina, sino en el asambleísmo y en el gruperío.
Sheinbaum es producto de movimientos que carecen de
disciplina y de límites.
En su equipo no están los que desalientan la actividad de
empresas privadas y alfombran el camino para que éstas vendan sus plantas al
gobierno (como ocurrió con Iberdrola).
Con Sheinbaum están los que gritan: ¡exprópiese! Directo.
Ellos están ganando dentro de Morena la candidatura
presidencial.
Son adversarios de la libertad económica, del comercio
abierto, de la convivencia en la pluralidad, de la amistad con Estados Unidos.
No es una interpretación. Los hechos hablan por ella y por
su equipo.
Se recordará una fotografía de Sheinbaum, alcaldesa de
Tlalpan, con casco junto a una máquina demoledora (con una gran bola de plomo)
que tiraba la casa de un adversario político suyo con el argumento de que no
tenía los permisos de construcción en regla.
Esa es Claudia Sheinbaum. No conoce límites.
Al inicio de su gobierno en la Ciudad de México, cercanos a
ella presentaron proyectos de ley en la Asamblea Legislativa capitalina que
hacían añicos las garantías a la propiedad privada.
En 2019, Morena presentó la Ley de Derechos Humanos en la
Ciudad de México, que prohibía los lanzamientos en la capital del país, aun
cuando se comprobara que el inquilino se negaba reiteradamente a pagar la
renta.
Luego, dos de los suyos, Layda Sansores y Víctor Hugo Romo,
presentaron el proyecto de Ley de Extinción de Dominio, que establecía la
expropiación de los inmuebles donde se violen sellos de clausura en una obra.
Además, cárcel para el propietario.
El día 2 de julio de 2019, los alcaldes de Álvaro Obregón y
Miguel Hidalgo presentaron al Congreso de la Ciudad de México el proyecto de
Ley de Extinción de Dominio, que en su artículo 4 bis decía textualmente:
“La extinción de dominio procederá sobre bienes inmuebles en
los que se cometa el delito de quebrantamiento de sellos, sin perjuicio de que
solamente una parte del bien inmueble haya sido objeto de ampliación,
modificación, construcción, demolición, explotación o uso. En el caso de
quebrantamiento de sellos de anuncios, la extinción de dominio procederá sobre
el inmueble en que se encuentre instalado o soportado el anuncio”.
De haberse aprobado esa iniciativa de los alcaldes del grupo
de Claudia Sheinbaum, cualquier rotura del sello de clausura a una obra
permitiría que el gobierno se quede con la propiedad.
¿Quién rompió el sello? No importa: exprópiese, y a la
cárcel el propietario.
Así, los inspectores se habrían convertido en comisarios
facultados para confiscar propiedad privada: su acta sería suficiente para que
un ciudadano fuera despojado de su casa, negocio o departamento.
Frenaron esos proyectos de los alfiles de Sheinbaum porque
no era conveniente el mensaje antipropiedad privada en los albores de la
administración federal de AMLO. Morena se echó para atrás. La echaron para
atrás.
Como también el gobierno federal debió frenar la campaña de
Claudia Sheinbaum para que vinieran migrantes centroamericanos a la Ciudad de
México, donde eran enviados en autobuses a la frontera con Estados Unidos.
Han existido débiles contrapesos y algunos límites, pero,
como presidenta, Claudia Sheinbaum ya no los tendrá.
La principal contención que ha funcionado es la posibilidad
de llegar a la presidencia a través de elecciones. Una vez arriba, adiós
contención.
En sus giras de campaña se ha reunido con empresarios a
quienes da garantías. A varios los tiene en la bolsa. Se repite la historia.
(Cuando murió Basilio III, los rusos tuvieron días de fiesta
y felicidad por la partida del déspota y festejaron con gritos y bailes la
llegada del sucesor, el que sea. Fue Iván el Terrible. Algo así ocurrió en Roma
mucho antes, a la muerte del odiado Tiberio y la feliz asunción del nuevo
emperador, el que sea. Fue Calígula).
No hay comentarios :
Publicar un comentario