Como medio de control del Gobierno sobre la prensa, 1951-1969
En siglo XX, el Gobierno de México y la prensa construyeron
una relación de interdependencia basada en el Estado corporativo y las figuras
del Presidente de la República, el Secretario de Gobernación y el Partido
Revolucionario Institucional. El control sobre la prensa fie ejercido mediante
mecanismos legales como la Constitución de 1917 (artículo 6 y 7), la Ley del
timbre y el funcionamiento de la Empresa Productora e Importadora de Papel.
Este artículo se pregunta, a través del método histórico-crítico, si hubo otros
mecanismos de control, (como, por ejemplo, la celebración de El Día de la
Libertad de Prensa el siete de junio de 1951) y en qué medida los periodistas
lo asumieron como una oportunidad para aliarse con el Gobierno, que apenas les
ofrecía una libertad limitada.
En los años sesenta y setenta en América Latina se habló
mucho de la libertad de prensa; sin embargo, esto no estuvo acompañado de algún
tipo de práctica.
En ese contexto
político de regímenes autoritarios, los medios de comunicación fueron obligados
a mostrar las caras amables y progresistas de los gobiernos. Los periodistas
que transgredieron los límites informativos de los gobiernos fueron censurados,
perseguidos y, finalmente, exiliados o asesinados. En muchos países que
vivieron dictaduras y gobiernos militares hubo una manifestación pública de la
violación a la libertad de prensa; esta condición influyó en los modelos
políticos y en una profunda ausencia de democracia.
No obstante, las violaciones a la libertad de prensa no sólo
estuvieron presentes en los lugares donde se entenderían como posibles por el
tipo de régimen político, sino también en algunos países que habían gozado de
un tránsito aparente a la democracia durante el siglo XX, ya que pasaban por un
proceso de radicalización de las ideas políticas basado en la pugna por el
control e influencia en la opinión pública.
Los dirigentes políticos de los países latinoamericanos se
esforzaban por parecer garantistas de las libertades de expresión y de la
prensa. Pero una cosa era el esfuerzo por promocionar una imagen respetuosa de
la expresión periodística ante las audiencias y ciudadanía en general y otra,
que en la acción gubernamental se respetaran los principios de una libertad de prensa
necesaria para fortalecer la sociedad civil.
Los medios de comunicación y la prensa repercutieron en cómo
se formó la ciudadanía y en los niveles de información que podía tener acerca
del acontecer diario en su país. En este texto se revisa el proceso de
discusión pública acerca de la libertad de prensa vivido en México durante los
años cincuenta y sesenta, tomando como nodo la celebración de El Día de la
Libertad de Prensa (7 de junio, a partir de 1951).
Esta revisión sustentada en el método histórico-crítico nos
conduce a responder la pregunta acerca de cómo se promocionó la libertad de
prensa en México durante los gobiernos priistas de mitad de siglo y en qué
medida la institución de un día especial para celebrar este principio
libertario (y constitucional) fue un dispositivo de control legitimado por el
Gobierno y consensuado con los mismos diarios y periodistas para mantener una
relación de interdependencia (necesidad, colaboración y control) del primero
sobre los segundos.
De esta manera, primero se hace una revisión de la forma
como se instituyeron las relaciones de cooperación entre el Gobierno y la
prensa mexicana en varios periodos históricos, antecedentes que demarcan en qué
forma se creó la interdependencia.
Más adelante, se establece el peso de la consagración
constitucional de los artículos 6 y 7 (libertad de expresión y libertad de
imprenta) en la Carta Magna mexicana de 1917. En lo particular se explora una
nueva relación del control desde el Gobierno, que no se sustentó en la censura
directa, en el cierre de diarios, el encarcelamiento o tortura de periodistas,
como se hizo durante gran parte del siglo XIX, sino en la configuración de una
interdependencia económica de los diarios a partir de 1935.
Asimismo, se analiza el establecimiento de El Día de la
Libertad de Prensa en junio de 1957 como uno de los mecanismos de control
del Gobierno sobre la prensa, para lo que se analizan los discursos de los
actores gubernamentales y periodistas que publicados por los diarios sirvieron
para legitimar la celebración de esta fecha que fue también conocida como El
Banquete de la Libertad de Prensa porque se celebraba con una gran comida
en el restaurante Grillón de la Ciudad de México.
Relación prensa y Gobierno
La existencia de una relación estrecha, colaborativa e
interdependiente entre el Gobierno y la prensa es una característica recurrente
en la historia de América Latina. Una revisión a las historias nacionales
permite encontrar referencias a personajes que transitaron del rol de
periodistas al de políticos y viceversa; y la presencia de familias dedicadas a
la política y a los medios de comunicación, como por ejemplo, los Santos en
Colombia, los Noble en Argentina o los Nascimento Brito en Brasil, etc.
Esto da cuenta de las conexiones entre las élites
tradicionales y los medios.
En el caso de México hay que considerar dos etapas. La
primera, en el siglo XIX, en la que la prensa estuvo al servicio de los
postulados políticos por dos razones: primero, por compatibilidad ideológica y,
segundo, por censura directa (aprehensión de periodistas, embargo de
maquinaria, restricciones en el papel, uso de la fuerza del Estado).
Los diferentes regímenes en el siglo XIX legislaron para
ejercer control sobre la opinión pública y la libertad de imprenta.
Durante los gobiernos de Benito Juárez - antes y después de
la intervención francesa- hubo una libertad relativa en la que se permitió a
los impresos un ejercicio más autónomo.
Sin embargo, durante el gobierno de Porfirio Díaz, conocido
como El Porfiriato (1876-1911), hubo una transformación que giró
hacia la tensión entre ambos actores por las medidas de control ejercidas por
el régimen y su necesidad de mantener el orden político y social.
La libertad de imprenta quedó relegada a un segundo plano
porque Díaz usó la subvención para acallar la prensa, a los escritores que eran
proclives al régimen se les compensó con puestos políticos y retribuciones
económicas, constituyendo un “periodismo burocratizado” cuya existencia
dependió de que se le otorgaran “cantidades fijas de dinero, mensuales o
quincenales”.
A quienes no compartían los procedimientos políticos
porfiristas se les aplicó con severidad la reforma constitucional del gobierno
de Manuel González (1870-1874) que removió los delitos de imprenta del fuero
especial al fuero común, permitiendo que los periodistas y editores quedaran a
la merced de las interpretaciones jurídicas según la conveniencia del momento
político.
Aunque durante El Porfiriato la prensa se
modernizó con nuevas tecnologías, hubo cambio de rotativas, se dejó el tipo
móvil y se implementó el linotipo. Así mismo, hubo cierto grado de
profesionalización del oficio que estuvo acompañado de diarios con un estilo
más informativo, con más acontecimientos, entrevistas y reportajes, y menos
opinión y literatura.
Con el estallido de la Revolución Mexicana en 1911 y la
llegada al poder de Francisco Ignacio Madero, hubo un cambio radical en las
relaciones del Gobierno con la prensa. La libertad de imprenta y de opinión se
exaltó como uno de los principios rectores de una sociedad democrática que se
oponía a la acumulación de poder por parte del ejecutivo y al reeleccionismo.
Francisco I. Madero garantizó una prensa independiente.
Entre las medidas con las que se promovió esta libertad de imprenta hubo una
que no fue bien recibida por los editores y periodistas: se redujo la pauta
publicitaria, se disminuyeron los subsidios gubernamentales para la prensa,
afectando la principal fuente de ingresos de los periódicos.
Francisco I. Madero (1911-1913) fue coherente con sus
postulados políticos y garantizó la libertad de prensa, una nueva experiencia
para los editores, periodistas y políticos. Madero propició una coyuntura que
requería consolidar una estabilidad nacional que demostrara que el régimen propuesto
podía acercarse a los aspectos positivos de El Porfiriato (estabilidad
económica, orden social y progreso infraestructural) pero con democracia y
alternancia en el poder (sin control de la opinión y sin reelección
presidencial).
En este contexto, la prensa
se convirtió en una de las principales plataformas desde las cuales se fraguó
la inestabilidad del gobierno maderista, una libertad que tuvo pocos límites y
se manifestó con editoriales, crónicas, caricaturas, reportajes y artículos de
opinión que criticaron, condenaron e incluso ridiculizaron la administración
maderista y a su líder.
Fueron muy pocos los diarios del siglo XIX que continuaron
en el XX, entre ellos, El Monitor Republicano, El Siglo Diez y Nueve, y El
Demócrata.
Una vez terminada la etapa armada de la Revolución Mexicana,
los caudillos que surgieron tuvieron formas particulares de relacionarse con la
prensa.
Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles
convivieron con una prensa libre, a la vez que subsidiaron con el presupuesto
público a los diarios que les eran afines.
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