Ni el presidente Andrés Manuel López Obrador ni sus principales operadores políticos están viendo el horizonte tan claro en Guerrero y Nuevo León.
La certeza de barrer en las elecciones para gobernador en
junio ha desaparecido en Palacio Nacional. Ni el presidente Andrés Manuel López
Obrador ni sus principales operadores políticos están viendo el horizonte tan
claro en Guerrero y Nuevo León, y consideran que, en la actualidad, son
posiciones que están en riesgo, tanto electoralmente como para mantener
centralizado el poder. Las deliberaciones en Palacio Nacional en las dos
últimas semanas han mostrado las fisuras que ven en los procesos y las
ineficiencias y errores de personas en las que confiaron, como el líder de
Morena, Mario Delgado, y el coordinador de los delegados regionales, Gabriel
García Hernández.
En el círculo político íntimo de López Obrador hay dudas
crecientes sobre si la decisión del Presidente de sacrificar a Tatiana
Clouthier, la candidata que quería Morena en Nuevo León, fue acertada, y si
Félix Salgado Macedonio, en caso de concretarse su candidatura y eventual
gobierno en Guerrero, siga respondiendo a las instrucciones del Presidente. En
Nuevo León, Clara Luz Flores, la expriista que escogió López Obrador sobre
Clouthier, se convirtió de activo en riesgo, y la radicalización de Salgado
Macedonio prendió luces rojas en la casa presidencial.
Jesús Ramírez, oficialmente vocero del Presidente, pero en
la práctica diaria uno de los principales operadores políticos de López
Obrador, ha expresado en las reuniones internas que la actitud beligerante de
Salgado Macedonio para defender su candidatura le ha ido cerrando espacios de
maniobra al gobierno para contener sus expectativas, donde ha visto un
desbordamiento y una rebeldía que le había anticipado al Presidente cuando se
estaba definiendo esa candidatura. Ramírez apoyaba a Pablo Amílcar Sandoval
para la candidatura, y le expuso en varias ocasiones al Presidente que, a
diferencia de él, Salgado Macedonio era una persona mercurial a quien, una vez
con la candidatura en la bolsa, sería muy difícil de controlar, ante lo
incierto de su explosivo comportamiento.
Clara Luz Flores parecía una candidata cuyo arrastre en Nuevo
León, consideraba el Presidente, ayudaría a vencer las resistencias de los
morenistas en el estado. Ese diagnóstico no resultó correcto, y la expriista ha
estado enfrentando la resistencia de los militantes del partido que deseaban a
la actual secretaria de Economía como candidata. La percepción general de los
morenistas en el estado es que Flores no ha dejado de ser priista, a diferencia
de Clouthier, que apostó por López Obrador hace años y fue coordinadora de su
campaña presidencial.
A la oposición se le añadió la revelación de un video en
marzo donde aparece conversando con Keith Raniere, fundador de la secta NXIVM
(que se pronuncia Nexium), condenado en 2019 a 120 años de cárcel por trata,
pornografía infantil y delincuencia organizada. Flores respondió con la
admisión de haber cometido un error al participar en un curso de superación
personal de NXIVM y haber buscado asesoría de Raniere, pero justificó que no
había cometido ningún delito. La crítica a ella no fue por haber sido parte de
un crimen, sino porque semanas antes de que apareciera el video, en una
entrevista primero con Azucena Uresti y después con Julio Hernández, había
negado haber participado en eventos de esa secta y conocer a Raniere.
La respuesta de Flores, quien no pudo neutralizar haber
quedado como mentirosa, fue vista entre los asesores de López Obrador como una
defensa débil, que se sintieron vulnerables al desconocer si hay más videos
negativos que le sigan dañando la credibilidad y la exhiban como poco ética,
como quedó tras el registro de su conversación con Raniere. Políticos
neoleoneses aseguran que al menos existen otros videos que involucran a Abel
Guerra, su esposo –en uno que ya es público él dice que ella hará lo que él le
indique–, priista como ella, y compadre del gobernador Jaime Rodríguez El
Bronco.
Las candidaturas de Flores y Salgado Macedonio, que entraron
en zona de turbulencia por diferentes razones, irritaron a López Obrador, quien
la semana pasada instruyó a su consejero jurídico, Julio Scherer, otro de sus
operadores políticos principales, a que llamara a cuentas a Delgado el pasado
fin de semana. No es el único problema que tiene el líder de Morena con el
Presidente, sino que aclare también las acusaciones de haber recibido dinero
privado para su campaña por la dirigencia del partido, que hasta el viernes
pasado no había explicado en Palacio Nacional, como se le pidió.
Desde hace tiempo Delgado viene acumulando rendimientos
decrecientes en Palacio Nacional por la forma como negoció fallidamente las
candidaturas que le pidió el Presidente sacara sin problema, al no haber
resuelto los conflictos internos del partido en los estados. Nuevo León es la
mejor muestra de ellos, donde Flores no puede alcanzar al candidato del
PRI-PRD, Adrián de la Garza. Según las encuestas sobre gubernaturas publicadas
por EL FINANCIERO este martes, Flores está a cuatro puntos de De la Garza, con
el candidato del PAN, Fernando Larrazábal acercándose a cinco puntos. En
Guerrero, Salgado Macedonio aventaja a Mario Moreno, del PRI-PRD, por 15
puntos, que redujo en 10 puntos la diferencia en escaso un mes.
Los operadores de campo le fallaron a López Obrador. Otro,
de todas sus confianzas, que despacha a un lado de su oficina, García
Hernández, se excedió en el uso electoral de los llamados servidores de la
nación que autorizó el Presidente para usarlos en la vacunación contra el
Covid. El jefe de asesores de López Obrador, Lázaro Cárdenas, le informó que
los ‘servidores’ estaban promoviendo el voto y pidiendo porras al Presidente al
recibir las vacunas, con lo cual desvirtuaban sus promesas de no usar
políticamente la inoculación. López Obrador le reclamó molesto a García
Hernández y le ordenó que cuidara esos excesos porque sólo resultaban
contraproducentes para él, y benéficos para sus adversarios.
Los problemas y preocupaciones no cejaron en Palacio
Nacional durante la Semana Santa. Los riesgos de descalabros electorales,
estiman, se elevaron.
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