En la edición que circula este fin de semana del influyente
semanario The Economist se señala una realidad que nos podría
aterrorizar: el SARS-Cov-2 no se va a ir con la vacunación, se va a quedar con
nosotros por mucho tiempo.
El texto principal de la revista británica indica que a
pesar de las vacunas, lo más probable es que el covid 19 se convierta en un mal
endémico en el curso de los próximos años, es decir, no va a desaparecer.
Ello implica también que podría ser probable que algunas
medidas que nos imaginamos que tendrían un carácter temporal, como el uso del
cubrebocas o la prohibición de reuniones multitudinarias, bien podrían
instalarse en nuestra vida de manera permanente durante los próximos años.
Lo anterior no quiere decir que las vacunas no vayan a
funcionar. No. Pero el hecho es que la guerra contra el virus va a ser un
proceso muy prolongado.
The Economist califica el hecho de que hoy dispongamos
de vacunas contra el covid 19 prácticamente como un milagro. De no contar con
ellas, probablemente la enfermedad podría haber causado 150 millones de muertes
en el mundo.
El esfuerzo sin precedentes para desarrollar las vacunas va
a quedar como una de las grandes hazañas científicas de la humanidad en las
últimas décadas.
Hace poco más de un año, cuando el SARS-Cov-2 empezó a
difundirse por el mundo, tomó por sorpresa a la mayor parte de los países, hoy
existe la oportunidad de que su persistencia no nos pille desprevenidos e
ilusionados con la creencia de que las vacunas desterrarán al bicho de nuestras
vidas, para así poder regresar a las viejas costumbres.
¿Por qué motivos no tendremos un mundo libre del SARS-Cov-2
en los siguientes años según The Economist?
Los motivos son tres. Analicemos.
1-Las vacunas están llegando a cuentagotas a casi todo el
orbe.
Hasta el día de ayer, se habían aplicado en el mundo 165
millones de dosis. El 75 por ciento correspondió a Estados Unidos, China y
Europa. El resto del mundo se repartió el restante 25 por ciento.
Fuera de los países y regiones referidas, solo en seis
naciones se ha aplicado más de 1 millón de dosis y en el 85 por ciento de los
países ni siquiera ha comenzado el proceso de vacunación.
En México, como sabemos, se acabaron de facto las vacunas
disponibles y las dosis aplicadas suman poco más de 725 mil, equivalentes al
0.57 por ciento de la población total.
Con base en los datos anteriores, pensar que en este año
tendremos inmunizada al total de la población es poco menos que una ilusión.
2-Las mutaciones del virus.
Una segunda razón por la cual el SARS-Cov-2 podría seguir
con nosotros por mucho tiempo es por la habilidad que tiene para generar
mutaciones.
Las más importantes -que no las únicas- hasta ahora son las
llamadas B.1.1.7, que apareció en el Reino Unido; la B.1.351, de Sudáfrica y la
P.1 de Brasil.
Incluso, en México ya tenemos nuestra propia mutación, la
E484K, que surgió en el estado de Jalisco.
Lo relevante es hasta qué punto dichas variantes tienen la
capacidad para eludir la inmunidad.
Lo que se sabe hasta ahora es que algunas vacunas bajaron
significativamente su eficacia contra la B.1.351, al punto que el gobierno de
Sudáfrica decidió no aplicar cerca de 1 millón de dosis de la vacuna de
AstraZeneca que tenía disponibles, por el nivel bajo de protección que ofrecía
frente a la nueva variante.
Y quizás más preocupante es el brote de reinfecciones que se
produjo en Manaos, Brasil, con la nueva variante, lo que sugiere que los
anticuerpos producidos no impidieron enfermar de nuevo.
Los expertos señalan que es altamente probable que en el
futuro podamos observar otras mutaciones y no sabemos con certeza qué tan
eficaz serán las vacunas en contra de ellas.
3-Los no vacunados
Un tercer elemento a considerar es que hay una parte de la
población que no recibirá la vacuna, sea por decisión propia, por ser menor de
edad o por vivir en lugares en los que será muy difícil llevar las vacunas.
Un modelo citado por The Economist revela que si
un 10 por ciento de la población suceptible de enfermarse se encuentra en ese
caso y se abandonan las medidas de distanciamiento social y protección,
podríamos tener un brote mortífero.
Los cálculos señalan que, debido a las nuevas variantes,
para conseguir la llamada inmunidad comunitaria o “de rebaño”, se requiere que
el 80 por ciento de la población desarrolle anticuerpos. De ese tamaño es el
reto que existe.
Existe un amplio debate acerca de la efectividad de cada
vacuna para prevenir la infección de SARS-Cov-2. Hay en este momento 10 vacunas
que se están usando en el mundo. Solo tres de ellas son de occidente: Moderna,
Pfizer y AstraZeneca. Y hay otras seis de Rusia, China e India.
Sin embargo, en lo hay consenso es que prácticamente en
todos los casos, las vacunas protegen al 100 por ciento contra el riesgo de
desarrollar enfermedad grave o morir.
En México, las únicas vacunas adicionales que se tienen a la
vista en el corto plazo son cerca de 500 mil dosis de Pfizer y 870 mil de
AstraZeneca provenientes de su planta de la India. Si se aplican en su
totalidad en lo que resta de febrero, terminaremos el mes con alrededor de 2
millones de dosis aplicadas.
La expectativa es que en el curso del mes de marzo cambie el
orden de magnitud de las vacunas recibidas y sean varios millones más.
Sin embargo, seguiremos con un ritmo relativamente lento el
proceso de inmunización y lo más probable es que tengamos un comportamiento
zigzagueante de los contagios, con avances y retrocesos sucesivos en el curso
de todo este año.
Si usted pensaba que en 2021 podría retornar a sus
costumbres anteriores, más vale que se haga a la idea de que no será así.
Debemos asumirlo, el virus se va a quedar con nosotros un
largo periodo.
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