Las evidencias son cada vez más contundentes: en enero
la economía mexicana volvió a frenar su actividad, por lo menos la que
tiene que ver con el mercado interno.
El viernes pasado el IMSS dio a conocer el crecimiento
del empleo formal en el primer mes del año y aunque se generaron 47 mil
919 nuevos puestos de trabajo, a tasa anual, hubo una caída de -3.3 por
ciento respecto al nivel de enero de 2020.
En los últimos meses del año pasado, la caída se había ido
amortiguando. En julio el ritmo de descenso fue de -4.4 por ciento y en
diciembre ya era solo de -3.1 por ciento.
La cifra de enero interrumpió esa tendencia y
muestra que nuevamente hay un tropiezo en la actividad económica.
Los datos que la ANTAD presentó la semana pasada
confirman el freno de enero, pues las ventas comparables, es decir, a tiendas
iguales, cayeron en -8.2 por ciento en términos nominales, lo que significa una
baja real de -11.3 por ciento, lo que implica la caída más fuerte desde
junio del año pasado.
Previamente se había informado ya que las ventas de
vehículos en enero descendieron en 22 por ciento, lo que también refleja un
nuevo freno en este sector.
¿En qué medida esta caída es atribuible a la aplicación del
semáforo rojo en diversas entidades de la República?
Si la causa fundamental fueran las restricciones a la
movilidad propiciadas por las medidas para controlar la pandemia, entonces es
probable que el hecho de que en la mayor parte de la República se haya cambiado
a semáforo naranja a partir del día de hoy, probablemente permita un mejor
desempeño de la actividad económica.
Me temo, sin embargo, que no veremos un cambio
dramático en el comportamiento del mercado interno
Por ejemplo, en la Ciudad de México, aun sin que hubiera
cambiado el color del semáforo, ya era manifiesto en los últimos días de enero
un crecimiento de la movilidad de la gente, expresada por ejemplo en el tráfico
vehicular, que era semejante al de noviembre, antes de las nuevas
restricciones. Es decir, el cambio en la movilidad no será muy notable.
Se podría atribuir la baja en el consumo a la llamada
'cuesta de enero'. Sin embargo, ese argumento no procede cuando se comparan
meses semejantes en diferentes años.
Para ver realmente una recuperación en la economía se
tendría que observar un repunte del consumo y de la inversión, y para ello
se requiere un ambiente de confianza que hoy no se percibe en México.
Uno de los factores críticos será el proceso de
vacunación.
Hay dudas legítimas respecto a los efectos de éste y el
impacto que tendrá. Se ha cuestionado que la nueva remesa de vacunas que llegó
ayer se concentre en zonas alejadas, donde hay menos casos y menos circulación
del virus.
Si el proceso va más lento de lo previsto, como las
evidencias indican, entonces es factible que no sea solo en enero, sino que
durante el primer trimestre tengamos una nueva caída de la economía.
De acuerdo con la información disponible, lo más probable es
que tengamos que esperar hasta abril para observar una aceleración
del proceso de vacunación en México y será prácticamente imposible llegar a 70
u 80 por ciento de la población en este año.
Si todo va bien. Esa meta podría alcanzarse en algún momento
de 2022.
El otro factor que está influyendo en la confianza tiene que
ver con las políticas públicas y con iniciativas legales.
Mientras exista la amenaza de una reforma en materia de outsourcing que
pueda atentar contra el empleo o una reforma a la ley eléctrica que ponga en
riesgo inversiones, sólo por citar dos casos, lo más probable es que haya
inhibición de las inversiones.
Sí, tendremos un impulso con el crecimiento de EU, pero lo
más probable es que no sea suficiente para hacer que crezca el conjunto de la
economía.
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