Directorio
miércoles, 22 de julio de 2020
Olvídese de los partidos, vea a las personas
Enrique Quintana
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Estamos a un mes y pocos días de que comience formalmente el proceso electoral de 2021 y hoy tendremos un episodio relevante que influirá en el curso de esta elección.
Desde abril existen cuatro vacantes en el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) y hoy, en principio, habrá de definirse quiénes las ocuparán.
Por varios meses, muchos escépticos consideraron que, dado que Morena y sus aliados tienen mayoría calificada en la Cámara de Diputados, habrían de instrumentar un proceso para colocar a incondicionales, como parte del órgano de gobierno del INE y avanzar en su control.
Para sorpresa de quienes así pensaban, hasta este momento, se realizó un proceso impecable que condujo a los prospectos a ocupar esas cuatro posiciones a formar quintetas que hoy serán votadas.
Probablemente el mejor indicio de que están bien conformadas fue la reacción de un grupo por cierto minoritario, de Morena, así como del PT.
La primera señal fue el rechazo de John Ackerman, integrante del Comité Técnico, a la conformación de las quintetas.
Luego vino la oposición de un grupo de legisladores de Morena, que pedían la reposición del proceso.
Finalmente, hasta el momento de escribir este texto, pareciera que la mayoría morenista y sus aliados se ha decantado por respaldar a un grupo de aspirantes para obtener hoy los votos suficientes para que sean designados consejeros.
Es obvio que no serán del gusto de todos los legisladores ni partidos. Pero se habrá respetado la institucionalidad de un proceso que, de haberlo decidido así Morena, podría haber apabullado e impuesto a un grupo de incondicionales.
La señal me parece extraordinariamente importante. El proceso electoral del 2021 que comenzará legalmente en septiembre será crucial para el futuro político de México.
Quienes piensen que las batallas electorales que vienen podrán ser ganadas por los logos, emblemas y 'marcas políticas', se equivocan por completo.
El proceso que viene va a ser esencialmente de personas.
Por primera vez en la historia tendremos la elección concurrente de un número tan elevado de cargos. Serán 15 gubernaturas, 29 congresos locales y en 18 entidades habrá elecciones municipales. Y, desde luego, los 500 diputados federales.
La diferencia en este caso, respecto a todas las elecciones intermedias del pasado, será el fuerte componente local.
Y, cuando el ámbito local cuenta, los ingredientes nacionales del proceso disminuyen y por tanto, adquieren más relevancia las personas, por su cercanía con los electores.
Olvídense de los partidos. El próximo año pesarán muy poco. Lo más importante serán los nombres propios de los diversos candidatos.
La imagen que algunos tienen de que tendremos un árbitro electoral controlado por el Ejecutivo y un proceso en el que Morena va a arrasar en todas las competencias en las que participe, es algo que está alejado de la realidad.
Hay indicios –ojalá no me equivoque– de que contaremos con un árbitro imparcial y con autoridades que aplicarán la ley. Y, además, tendremos una competencia electoral cerrada en la que, si ganara Morena, lo haría porque las fuerzas políticas opositoras no tuvieron capacidad de generar respaldo suficiente.
Faltan muchos meses aún y demasiadas cosas pueden pasar, pero quizá los presagios más pesimistas, que anticipaban el fin de la democracia mexicana desde estos comicios, se van a quedar sólo como malos augurios.
No es que la democracia no tenga amenazas, pero también cuenta con armas para defenderse y con partidarios, incluso en el gobierno y en el partido en el poder.
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