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viernes, 15 de mayo de 2020

70% de los estudiantes en México han vivido acoso verbal en la escuela, y casi un 30% han experimentado acoso físico




Cuando hablamos de eliminar la discriminación por homofobia, lesbofobia, y transfobia, nos referimos a la implementación de políticas y medidas para que ninguna persona violente a otra por su orientación sexual, expresión o identidad de género al ofrecer un bien o servicio, ya sea por parte de instituciones tanto públicas como privadas. Por supuesto, esto involucra a las escuelas, quienes de acuerdo con el último reporte de GLSEN, están envueltas en una crisis en cuanto al ambiente de respeto en el clima escolar en América Latina.

Los datos muestran que alrededor del 70% de los estudiantes en México han vivido acoso verbal en la escuela, y casi un 30% han experimentado acoso físico, por estas mismas razones[1].

Lo anterior, a pesar de existir importantes – aunque insuficientes – esfuerzos por parte del gobierno, organizaciones sociales, y las mismas universidades. Desde 2016 han surgido en México una serie de instrumentos y protocolos dedicados a prevenir y atender la violencia de género, comenzando con la Universidad Iberoamericana (cuyo protocolo se actualizó hace algunos meses[2]), abriendo el camino e incluso implementando medidas afirmativas como los baños incluyentes.


Subsecuentemente, varias escuelas como el IPN, el Tecnológico de Monterrey, la UNAM, el Colmex, entre otras, han instaurado el protocolo. Sin embargo, estos en muchas ocasiones son deficientes, y siguen sin resolver las necesidades sociales, o así lo han manifestado los grupos estudiantiles.

Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras han exigido revisar el protocolo en la UNAM. El grupo Humano del Tecnológico de Monterrey Estado de México ya ha detectado que el protocolo diseñado no cubre las necesidades de estudiantes trans, “aún cuando se realizó en un proceso colaborativo con la comunidad estudiantil”, dice Hipólito.

En el ITAM, por ejemplo, hace falta incluir una perspectiva de género con enfoque de diversidad y considerar otras violencias (como la discriminación), ya que su protocolo únicamente atiende “violencia sexual”. Ahora bien, el que existan políticas no siempre se traduce en una realidad, como ha denunciado Colectiva Prisma de la UAM Xochimilco, quienes siguen exigiendo a la rectoría garantizar el bienestar y acceso a la justicia a la población LGBTI+ en la unidad, a pesar de contar con políticas con estas características, y donde la violencia ha escalado bastante[3].

Hay que pasar del dicho al hecho. Algunas universidades no se han limitado a implementar políticas, sino también acciones y medidas que prevengan la violencia y la discriminación. La Ibero cuenta con baños incluyentes, y la FES Iztacala con baños “mixtos”, aunque éstos últimos no están adecuados para personas trans o con discapacidad[4]. Pero la comunidad estudiantil no ha esperado para implementar sus propias acciones.

El visibilizar situaciones de violencia, la creación de espacios de autocuidado, y la sensibilización a personal docente son algunos de los proyectos de grupos estudiantiles para promover la diversidad; aunque claro que se requiere el apoyo de la institución. “Incluso el que la escuela nos proporcione un correo institucional, ayudaría mucho”, menciona Emiliano Palau de Todes COLMEX. Por otro lado, estos tiempos de cuarentena no han sido una barrera.

Al respecto, Mauricio de Diversidad ITAM comenta que siguen pendientes para apoyar en las iniciativas de salud mental a distancia de la escuela, y también están viendo cómo articularse para participar en la marcha virtual. Plural IBERO ha llegado a mencionar que es primordial conseguir atraer más la atención y el involucramiento de la comunidad escolar.

Hace falta bastante, pero estamos en camino para alcanzar las 20 recomendaciones de la Guía de Universidades Libres de Violencia[5]. Para eso, en conjunto con Yaaj publicamos el Manual de Universidades Incluyentes y Libres de Discriminación con contenidos dirigidos a fortalecer el trabajo de los grupos estudiantiles. Enfrentamos grandes retos en términos de inclusión en las escuelas, y que puedes consulta en línea[6].

Este 17 de mayo, utilicemos muchos de los recursos disponibles para pasar de la intención, a la acción, y prevenir que el acoso, la discriminación y la violencia sean una barrera para la educación.



* Internacionalista por el Tecnológico de Monterrey, estudia la Licenciatura en Trabajo Social en la UNAM. Actualmente preside DILO Escuelas Incluyentes, una organización que promueve políticas incluyentes en escuelas: dilomexico.org.







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