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jueves, 6 de junio de 2019
Con Trump, más vale maña que fuerza
Enrique Quintana
Hay días en los que parece que todos los males se conjugan. Ayer fue uno de ellos.
Por un lado, se pudo observar cuan distantes están todavía las posiciones del gobierno mexicano y de Estados Unidos, en los temas de migración y seguridad, que fueron abordados en las conversaciones con la delegación norteamericana encabezada por el vicepresidente Mike Pence.
Por otro, dos calificadoras le dieron sendos golpes a la deuda mexicana. Fitch decidió bajar un escalón la nota de la deuda mexicana al dejarla en BBB, a dos posiciones de perder el grado de inversión. Moody’s dejó sin cambio la nota, pero sí modificó la perspectiva de estable a negativa.
El resultado de estos hechos fue un alza en la cotización del peso frente al dólar, que llegó hasta 19.84 pesos, aunque poco después retrocedió a 19.75 pesos.
Separemos los procesos y luego volvamos a la visión de conjunto.
El presidente Trump reconoció a través de un tuit, que hubo progreso en las conversaciones, sin embargo, lejos está de ser suficiente para detener la imposición de aranceles de 5 por ciento para el próximo lunes.
En pocas palabras, lo que el gobierno norteamericano está pidiendo son acciones de corto plazo que frenen la migración centroamericana a través de nuestro país, lo que implica el mayor uso de la fuerza pública y un refuerzo a la vigilancia fronteriza.
El gobierno mexicano lo que quiere es que Estados Unidos acepte participar en el programa de desarrollo para la zona, que ve como algo fundamental para encontrar una salida de largo plazo.
Me temo que Estados Unidos es quien tiene la sartén por el mango y que, si el propósito es desactivar la bomba de los aranceles, no habrá otra que hacer más duros los controles migratorios y la vigilancia en la frontera sur. Es decir… aplicar la ley.
Esto implica que ganaría la posición de la Cancillería en contra del discurso de la secretaría de Gobernación. Y es AMLO quien tiene que tomar esa decisión.
Respecto a la determinación de las calificadoras, no sorprende.
La baja en la perspectiva de Moody’s resultó incluso mesurada. En abril de 2018 había ajustado la perspectiva de negativa a estable y ayer la regresó a negativa. El nivel de A3 que le ha dado a la deuda mexicana está vigente desde mayo de 2014.
En el caso de Fitch sí hubo un ajuste a la baja al colocar la deuda en BBB desde BBB+. Esta es la primera baja de la nota desde agosto de 2013 cuando ascendió un escalón la calificación.
Para que México perdiera el grado de inversión, se requeriría que Fitch bajara otros dos escalones la deuda o que Moody’s lo hiciera en cuatro. No es algo que se vea inminente.
No será una tragedia si el lunes se impone el 5 por ciento por lo que resta del mes de junio. Pero sería muy preocupante que se percibiera que no hay posibilidad de encontrar en el corto plazo un punto de convergencia entre los dos gobiernos.
Hay que negociar sin caer en el pánico. Hay que reconocer que Trump tomó la iniciativa y nos asestó un buen golpe, pero hay tiempo para recuperarnos, y entender que el propio se juega más de lo que él quiere admitir.
Pero, hay que trabajar para que los políticos y empresarios norteamericanos impidan que Trump esgrima la International Emergency Economic Powers Act (IEEPA) para castigar a México.
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