Licenciada en Pedagogía: Gisela Peñaloza Rebollar.
El problema que se plantea en las conductas indisciplinarías de los estudiantes dentro y fuera de la institución educativa, manifiesta una grave pérdida de valores, repercutiendo en su formación integral.
El mundo se encuentra inmerso en una serie de problemas como: materialismo, divorcio, aborto, drogadicción, separación familiar, violencia, la mala influencia de los medios de comunicación y la ausencia de valores religiosos y/o morales.
En la actualidad un gran porcentaje de familias no ofrecen a los niños un verdadero concepto de lo que son los valores lo que repercute en la formación integral de los estudiantes, ya que se deben adquirir ejercitándolos y no solo en forma conceptual.
La sociedad y la educación se enfrenta a un gran desafío como es asegurar el bienestar de las personas y la integración social en un mundo que vive en diversas transformaciones. Los profundos cambios que vive nuestra sociedad quedan reflejados en los comportamientos de los ciudadanos y en los modelos de enseñanza aprendizaje que son adoptados por las instituciones educativas.
Actualmente estamos sumergidos en una crisis de valores generada por las nuevas exigencias que la sociedad demanda, de ahí que los valores considerados tradicionales han ido desapareciendo, como la caridad, la justicia, el respeto, etc. de forma que los principales afectados son las personas de la comunidad educativa, principalmente alumnos, profesores y padres de familia.
Esta pérdida de jerarquización es un tema preocupante ante la acción educativa. Por ese motivo, los docentes y las instituciones educativas se enfrentan al reto de ofrecer respuestas a la educación que demanda actualmente la sociedad moderna. La sociedad de hoy está necesitada de temas que despierten en ella todo lo bueno que puedan motivar en su interior.
Es preciso ampliar los conocimientos que contribuyan al desarrollo personal integral del alumnado para que aprendan a conocerse y valorarse, cuidar su integridad, ser responsables, resolver problemas, establecer relaciones sociales basadas en el respeto a las demás personas, teniendo una seguridad personal basándose en una buena autoestima. Esto es muy importante para que todas las personas desarrollemos valores comunes que nos permitan poder convivir en paz y armonía e integrarnos a la sociedad de manera pacífica.
Ante estos retos, la familia, los padres y los docentes son los responsables de la educación integral de la persona. Cada uno, con mayor o menor responsabilidad, necesita recursos, formación y estrategias que les permitan encontrar respuestas eficientes para adaptarse y adaptar la educación a las nuevas exigencias sociales.
La primera etapa de la vida del niño es una de las mejores para la incorporación de las actividades relacionadas con las actitudes y los valores tanto personales como sociales. Por ello es necesario apoyar al docente con novedosos planes y programas de estudio para que realmente se lleven a cabo aportando las herramientas necesarias para abordar la educación en valores en el aula procurando que éstos no queden en segundo lugar, ya que son tan importantes como los contenidos conceptuales.
Porque al infundir los valores hacemos de los niños, personas responsables, respetuosas con principios, niños que les preocupe su sociedad, y así mismo, cuando sean adultos con valores, principios y con una gran moral, lo transmitan de generación en generación, logrando hacer un mundo más humanizado.
Es importante hacer conciencia en la manera de educar a un hijo. De uno como padre depende que los niños comprendan conceptos básicos como la ética, la moral y la convivencia en sociedad. Por un lado, queremos que sean independientes, pero también necesitamos saber siempre que están bien, queremos que sean inteligentes pero no arrogantes, humildes y exitosos y sin duda resulta abrumador pensar que todo esto habrá de depender de las decisiones que se tomen como padre.
Es imprescindible que los padres tengan un método de la formación de valores, tanto para ellos como para los hijos, pues la despreocupación actual para transmitirlos es evidente. Cuando hay una falta de información o esta es deficiente o insuficiente, se pueden cometer varios errores, que incluso perjudican a terceras personas sin haberlo querido hacer.
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