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martes, 19 de julio de 2016

¿Qué tan corruptos somos los mexicanos?

Transparencia mexicana midió cuánto pueden llegar a sumar en un año las “mordidas” para algunos de los trámites o servicios públicos más frecuentes y se identificaron al menos 200 millones de actos de corrupción, de los cuales, en conjunto, las mordidas superaron 32 mil millones de pesos.


Por Eduardo Bohórquez y Rafael García Aceves
¿Más que un brasileño o un nigeriano? ¿Menos que un español o un iraní? Realmente la corrupción no está en la genética del mexicano, ni está condicionada exclusivamente por los valores o por la cultura. La corrupción está presente por la forma en que nos organizamos e interactuamos como sociedad. Por las decisiones, conscientes o no, que tomamos. Y esas decisiones tienen costos. Costos que todos pagamos.
Tal vez el comportamiento corrupto más común en México es la “mordida”, el soborno que comúnmente pagamos para evitar una sanción o para acceder o facilitar un trámite o un servicio. Transparencia Mexicana midió cuánto pueden llegar a sumar en un año las “mordidas” para algunos de los trámites o servicios públicos más frecuentes, como inscribir a un niño en la escuela, la recolección de la basura, ser atendido en un hospital o evitar ser infraccionado por un agente de tránsito[1].
En este ejercicio se identificaron, tan sólo en un año, al menos 200 millones de actos de corrupción. En conjunto, las mordidas superaron 32 mil millones de pesos. Demasiados ceros. Treinta y dos mil millones de pesos es equivalente al monto aginado a la Secretaría de Seguridad Pública[2] para el ejercicio de sus funciones en el mismo año. Como sociedad, decidimos gastar en mordidas lo mismo que en seguridad ciudadana.
Esta cifra podrá parecer asunto de gobierno, a menos que hagamos el siguiente ejercicio. El mismo estudio permitió estimar cuánto le costó esta forma de corrupción a cada hogar mexicano. Un hogar mexicano promedio destina el 14% de su ingreso en pagos sobornos. Si un hogar mexicano promedio ingresó aproximadamente $140,000 en 2010[3], quiere decir que gastó alrededor de $19,600 pesos en sobornos. Dinero tirado a la basura. ¿Qué podría haber cambiado en la vida de esa familia con 20 mil pesos ese año?
Si los mexicanos pagamos ya un precio muy alto por la corrupción, sumemos a ello el costo que tiene sobre nosotros el estigma de ser considerados como una nación corrupta.

* Eduardo Bohórquez (@ebohorquez) es el Director de Transparencia Mexicana, capítulo en México de Transparencia Internacional, un organismo de la sociedad civil que promueve políticas públicas y actitudes privadas en contra de la corrupción y a favor de la cultura de integridad, promoción de la legalidad y rendición de cuentas.

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