Directorio

Directorio

miércoles, 23 de diciembre de 2015

La leyenda del caballo negro

Jacobo Zabludovsky y Fernando Castro siempre nos acompañarán en la Academia Nacional. La historia nos presenta más sorpresas que certezas en los pronósticos de sucesión presidencial. Desde hace casi nueve décadas, en México y en Estados Unidos han triunfado 80% de individuos a los que, tres años antes, no se les adivinaba posibilidad alguna. A ese fenómeno los apostadores le llaman “la chica”, los creyentes le dicen “el milagro” y los políticos mexicanos lo conocemos como “el caballo negro”.



En las carreras de caballos y en las carreras presidenciales, a veces el ganador desconcierta a los favoritos que se la creyeron y a los ingenuos que los siguieron. Es que la política no es predecible a plenitud. Muchos de sus resultados y consecuencias pueden adivinarse a 30 días, pero no a 30 meses. Es por eso que todo lo que hoy nos parece como un futuro inevitable e ineludible, mañana puede cambiar.

De un total de 26 presidentes, mi memoria me reporta tan sólo seis casos, en los dos países, donde hubo triunfadores “de punta a punta”. En Estados Unidos anoto a Dwight Eisenhower en 1952 y a George Bush en 1988. En México a Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto. Pero a nadie más.

Porque tres años antes de su coronación, Harry Truman era un vicepresidente ejemplarmente grisáceo. John Kennedy era un senador lleno de desventajas competitivas. Lyndon Johnson era impensable antes del magnicidio en Dallas. Richard Nixon no podría vencer a Robert Kennedy en el 68. Tres años antes de elegir a James Carter no existía Watergate. Ronald Reagan era un pronóstico inseguro. William Clinton no figuraba frente a la reelección de Bush padre. En el 2000, Bush hijo lucía inferior a Al Gore. Y Barack Obama era una apuesta fantasiosa frente a la discriminación racial.

Lo mismo puedo decir de lo sucedido en México. En 1927, tres años antes de su elección, sólo un loco hubiera pensado que Pascual Ortiz Rubio le arrebatara la candidatura y la presidencia a Álvaro Obregón. En 1931, Lázaro Cárdenas no era del tamaño competitivo de Luis Morones, de Gonzalo Santos o de Aarón Sáenz. Manuel Ávila Camacho venció a Francisco Múgica en el último momento. Y Miguel Alemán nunca hubiera ganado si no hubiera muerto Maximino Ávila Camacho, exactamente 90 días antes de la postulación.

La misma historia fue la de Adolfo López Mateos, el más sorpresivo “caballo negro” de toda la historia. Tres años antes de su elección, Adolfo Ruiz Cortines, José López Portillo y Miguel de la Madrid apenas se estaban incorporando al gabinete presidencial. Por último, a medio sexenio, ¿quiénes eran Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón?

Total, triunfaron 20 “caballos negros” y sólo tuvieron éxito seis aspirantes que se veían con posibilidades, exclusivas o divididas. Digo que compartidas porque, en estricto rigor, sólo Enrique Peña lució como posibilidad única. Pero Díaz Ordaz compartía “momios” con Donato Miranda Fonseca. Echeverría batalló contra Alfonso Corona del Rosal y Emilio Martínez Manautou. Y a Carlos Salinas no se le veía como totalmente seguro frente a Manuel Bartlett o Alfredo del Mazo.

Ahora estamos a tres años de la sucesión presidencial y surgen dudas. La primera es si resucitará “el tapado”. ¿Podrá el actual Presidente impulsar a un candidato para llegar a Los Pinos? ¿Querrá hacerlo u optará por no jugar? ¿Los presidentes tendrán que hacerse a sí mismos y no pensar en sus sucesores o retornaremos a la gestión en el útero del poder?

Por eso, no nos queda en claro si Enrique Peña preferirá, al final, a un ministro como Miguel Ángel Osorio Chong o como Luis Videgaray. Si optará por un buen calificado como José Antonio Meade o Ildefonso Guajardo. Si se inclinará por un gobernador como Eruviel Ávila o como José Calzada. Si decidirá a favor de un amigo íntimo como Luis Miranda Nava, Gerardo Ruiz Esparza o Alfonso Navarrete Prida. Si emulará a Pigmalión y se inclinará por Aurelio Nuño o abrazará a Minerva y se inducirá por Manlio Fabio Beltrones. En fin, si el péndulo de género lo invitará a pensar en las Claudias, bien sea Pavlovich o Ruiz Massieu.

Todos estos nombres se refieren a correligionarios o colaboradores presidenciales. Pero ya nada impide que el futuro jerarca pueda surgir de otras organizaciones o hasta de la sociedad civil. Está la posibilidad muy seria de una candidatura de Rafael Moreno Valle, donde podría considerarse en una alianza PAN-PRD o hasta en una alianza con el PRI. Las razones y los motivos podrían presentarse.

Además, en diversos frentes aparecen Margarita Zavala, Gustavo Madero, Ricardo Anaya, Miguel Ángel Mancera, Andrés Manuel López Obrador y Jaime Heliodoro Rodríguez.

En fin, todos quisiéramos saber el futuro de manera anticipada. Pero estemos tranquilos. Como lo decía Ruiz Cortines: “Para qué lo adivino, si lo voy a saber. Para qué lo pregunto, si me lo van a decir. Y para qué se los pido, si me lo van a

No hay comentarios :

Publicar un comentario