¿Y las propuestas?
Por Juan Manuel Padrón Lara
Director general de MEXIQUENSE
La media noche sí a las 00:01, los aspirantes a presidente municipal de Ecatepec y a diputados locales de los cuatro distritos que se ubican en esta jurisdicción iniciaron sus campañas político-electorales como parte del proceso que se realizará este 1 de julio.
Tal vez, lo más trillado de este ejercicio en busca de la simpatía ciudadana con el objeto de que se manifieste en las urnas, es escuchar a los candidatos presentar sus propuestas, que no es otra cosa más que ideas con las que según ellos podríamos mejorar nuestro nivel de vida y a fomentar la convivencia humana.
Sin embargo, pese a que el concepto propuesta se ha tomado como un referente de lo que deben ser las acciones a ejecutar o tal vez el interés de aplicar de quien pretende ser la primera autoridad del municipio ó bien parte de los que serán la nueva estructura de la LVIII Legislatura del estado de México, pero ésta expresión resulta vaga, vacía sin real contenido para los fines que se cree, esta expuesta.
Por otra parte, los individuos que hoy se presentan como candidatos de las diferentes coaliciones ó alianzas partidistas, (esto como estrategia para incrementar su simpatía ante el reconocimiento implícito de que solos no rebasan los niveles aceptables en la preferencia electoral), en su mayoría son producto de la falacia que bajo otra idea también se le podría calificar como bisutería.
Estos antecedentes y muchos más que están en el sentir de la ciudadanía a provocado que muchas veces, los procesos electorales y el ejercicio de la actividad política sea calificado como mera charlatanería, que combinado con la apatía y actitud irresponsable de los ciudadanos, lleguen a tener una representación popular, tipos carentes de los principios básicos de la moralidad y normas que marca la sociedad.
No es interés en este comentario editorializado señalar, precisar ó acusar directamente a algunos de los institutos políticos que participan, mucho menos a sus candidatos. Hoy ó tal vez y nuestro interés es puntualizar que solo los ciudadanos y nadie más que los ciudadanos somos los responsables de tener a las autoridades municipales que elegimos.
Porque es muy importante aclarar que cuando decimos elegimos, no solamente nos referimos al que sufragó como es su derecho y obligación, si no también al apático y al mediocre que con su irresponsabilidad se desiste a concurrir a las urnas, sin considerar que con esta acción esta abriendo las puertas de manera abrupta para que sus representantes sociales y sus autoridades sean sujetos, que no son sujetos; válgase la redundancia; al crédito público ciudadano.
Desde sus páginas MEXIQUENSE lanza su exhortación, su llamado para que con convicción y no por una dadiva otorguemos nuestra simpatía, nuestro voto a falsos redentores que solo medran con la necesidad social, misma que capitalizan para fortalecer sus arcas personales.
Los ecatepequenses, no deben cambiar una dadiva por su voto, por eso vale retomar aquella expresión de Emiliano Zapata cuando dijo “prefiero morir de pie que vivir de rodillas”.
Es importante sugerir que debemos ser abiertos, que debemos escuchar para analizar; leer para opinar, observar para definir y no criticar, acusar, señalar, difamar, denostar sin conocer a los partidos y a sus candidatos.
Los ecatepequenses no tenemos justificación para hablar de ignorancia política, de desconocimiento de doctrinas y culturas ideológicas, porque los modernos tiempos apoyados por la tecnología son claros referentes para obtener de manera expedita referencia o tema que se requiera, de manera amplia.
Acabemos con el mundo de los difamadores que en algún momento fue un puntal de apoyo para obtener reconocimientos públicos, acabemos con los frustrados, cuidemos que no seamos nosotros esos personajes, busquemos una integración a la sociedad de manera seria y responsable.
Extingamos aquellos frustrados que agregan a la palabra política el prefijo “A” para definirse como “apolíticos” cuando creían que la política solo era una apotegma publicitaria con apreciación errónea porque es tanta su representatividad que los grandes pensadores estiman gracias a esta ciencia y a la religión los seres humanos pueden vivir en sociedad.
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