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sábado, 19 de noviembre de 2022

El señor de las marchas



La manifestación pública en contra de los gobiernos ha sido una constante en el sistema político mexicano; el principal exponente de ello es el hoy Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Desde sus inicios en la vida política el bloqueo de caminos, la toma de pozos petroleros y el sitio de actividades productivas, fueron el sello distintivo del político tabasqueño; la menor provocación era motivo suficiente para llamar a sus seguidores a la inconformidad, a la desobediencia civil, a caminar, a marchar en contra de decisiones o acciones que él consideraba injustas.

La primera marcha de AMLO fue de Tabasco a la Ciudad de México, el 23 de noviembre de 1991, frente a alrededor de 500 perredistas, le llamaron el “éxodo por la democracia”; llegaron al Zócalo el 11 de enero de 1992. Al parecer, desde esa fecha, López Obrador se obsesionó con el Zócalo: fue el origen de su proyección política nacional y sería su destino como el primer mandatario de la Nación.

También fue su primer triunfo, una victoria de la presión y de la negociación políticas; el 12 de enero de 1992 sería recibido por Fernando Gutiérrez Barrios, Secretario de Gobernación, quien le informaba que aceptaban que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) encabezara un concejo municipal en Cárdenas y la anulación de las elecciones en Nacajuca y Macuspana, conformándose concejos mixtos en estos municipios.

Su segunda marcha de Tabasco a la Ciudad de México sería el 24 de noviembre de 1994; esta vez fue para inconformarse por el resultado electoral en el que perdió la Gubernatura de Tabasco, frente a Roberto Madrazo.

A partir de ahí, los movimientos de resistencia civil pacífica, como él los llamaba, serían la constante, bloqueos de pozos petroleros y de carreteras, le darían visibilidad a nivel nacional y le permitirían llegar a la dirigencia nacional del PRD, en 1997, y la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, en el 2000.

En 2006, cuando López Obrador perdió le elección presidencial, frente a Felipe Calderón, desquició la Ciudad de México y provocó pérdidas millonarias a miles de negocios de la capital del país, con el plantón en Reforma y en el Zócalo.

Pero hoy que él y su partido político, Morena, se encuentran en el poder, las manifestaciones públicas no son bien vistas, porque son en contra suya; en su estado natal, Tabasco, los diputados locales de Morena han prohibido los movimientos sociales, en lo que se ha denominado la Ley Garrote, reformas al Código Penal que imponen penas de hasta 20 años de cárcel, por bloqueos a las vías de comunicación.

Es lamentable que quienes hicieron de la manifestación pública su instrumento de lucha, hoy pretendan proscribir y sancionar a quienes se manifiesten en contra suya. La intolerancia y el autoritarismo son su principal característica. Creen en las libertades sólo cuando las exigen, pero se las niegan a quien piensa distinto.

 

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