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viernes, 28 de octubre de 2022

La otra cara de Adán Augusto

López Obrador colocó al secretario de Gobernación en la terna final de aspirantes a la candidatura de Morena por la presidencia, y López bis ha comenzado a escalar a puñetazos y patadas.

 


Raymundo Riva Palacio

 

Por la forma como actúa, Adán Augusto López, secretario de Gobernación, ha cambiado la gastada frase de que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta, por la variante de para tener la lengua larga, hay que tener la cara dura. López bis ha causado una continua polémica por sus delirantes mentiras para atacar a políticos de oposición, y la incansable marcha de cerca de 10 días para ir posicionando su nombre rumbo a 2024. Los resultados muestran que no le ha ido mal en el reconocimiento de nombre.

La herramienta ARMA, de Ricardo Pérez Escamilla, que mide la reputación mediática, ubica a López bis en segundo lugar en octubre, sólo detrás del líder del PRI, Alejandro Moreno, pero con 58 por ciento de opiniones positivas y sólo 6 por ciento negativas, contra 77 por ciento de opiniones negativas y sólo 8 por ciento a favor del priista, que no significa aprobación o desaprobación, sino exposición en medios y su valoración en esos espacios. El avance se notó también en la encuesta publicada esta semana por EL FINANCIERO, donde avanzó ocho puntos, de 20 a 28 por ciento de opinión favorable, aunque lejano aún de los punteros morenos, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.

Las críticas al secretario de Gobernación han surgido por el contraste en la forma como llegó al cargo a finales de agosto del año pasado, con una mano izquierda suave y negociadora, para convertirse en un porro. Sus formas y la vieja relación con López Obrador, que comenzó cuando su padre y su hermana lo abrigaron en su casa en Villahermosa cuando regresó de una especie de exilio en Veracruz, lo colocaron de manera instantánea como un posible aspirante a la candidatura presidencial.

Con el paso de los meses, se confirmó. López Obrador lo colocó en la terna final –cuando menos por ahora– de aspirantes, y López bis ha comenzado a escalar en recordación de nombre a partir de puñetazos y patadas. El Presidente lo llama “hermano” y, cuando se le ha cuestionado su integridad, ha metido la mano al fuego por quien califica de “honesto”. Pese a la añeja relación personal, esto no fue siempre así. De hecho, cuando López fue subsecretario de Gobierno durante la administración de Manuel Gurría Ordoñez en Tabasco a principio de los 90, López Obrador le armó un expediente negro.

La investigación de López Obrador sobre López bis fue proporcionada a un grupo de reporteros tabasqueños. Información de ese expediente, junto con una investigación independiente y entrevistas, se convirtió en el libro Tabasco, política, petróleo y negocios, escrito por Armando Guzmán, corresponsal de Proceso, y director del diario digital @reporterosdelsur, que narra la historia política de ese estado entre 1985 y 2006. El capítulo 10, que se refiere al secretario de Gobernación, se titula Adán Augusto, historia truculenta.

El expediente negro de López Obrador y las investigaciones propias de Guzmán identificaron a López bis como socio del empresario Carlos Cabal Peniche, que estuvo en la cárcel por un desfalco de seis mil millones de pesos a su propio banco, Cremi-Unión. Pero antes de que entrara en desgracia, de acuerdo con los expedientes, López bis operó “turbias ventas” de propiedades del gobierno de Gurría Ordoñez a Cabal Peniche. Guzmán explicó que López bis operó el remate de bienes del estado para favorecer a Cabal Peniche, quien adquirió primero la Distribuidora de Productos Marítimos de Tabasco, valuada en 10 mil millones de pesos, que se le entregó al empresario en 40 por ciento de ese valor. Otro traspaso, el del hotel Holiday Inn que después cambió de nombre, fue logrado mediante otra “turbia licitación” para adquirir 30 por ciento de las acciones que tenía el gobierno.

Desde el cargo de subsecretario, señalaron, López bis vendió reservas territoriales al constructor Manuel Felipe Ordoñez, primo de Gurría, que encabezaba el Consorcio de Constructores de Tabasco, integrado por 11 compañías, que monopolizó la construcción de carreteras en los 90. En 1995, López Obrador denunció que el gobernador había vendido a familiares y amigos más de 180 hectáreas de reservas territoriales “a precios de regalo” –30 por ciento de su precio real–. Parte de esos terrenos estaba destinada para viviendas populares, pero nunca se construyeron. En su lugar surgieron residencias privadas de lujo, mediante un esquema diseñado por López bis.

En una de las entrevistas que realizó Guzmán, el entonces líder del PRD en Tabasco, Auldárico Hernández, dijo que la fortuna de López bis se originó desde la Subsecretaría de Gobierno. En los expedientes negros se señala que se quedó con “millones” de pesos de los que repartió la Comisión Interinstitucional para la Atención Respectiva, conocida como CIAR-100, que tenía un presupuesto de casi 3 mil millones de pesos. “A un año de asumir la gubernatura en sustitución de Salvador Neme Castillo, en enero de 1992″, recuerda Guzmán, “ya se documentaba la escandalosa corrupción y tráfico de influencias en el gobierno de Gurría Ordoñez, operada desde la Subsecretaría de Gobierno que ocupaba Adán Augusto López Hernández”.

Pese a ello, cuando el Tribunal Electoral anuló la elección de Manuel Andrade para gobernador en 2000, donde López bis fue el coordinador de la campaña, logró convencer al PRD, al PAN y al PT, para que lo ungieran en el Congreso local como gobernador interino, lo que causó un conflicto constitucional porque el PRI, a pocas horas de que terminara la legislatura, designó para el mismo cargo a Enrique Priego Oropeza. Pero cuando López bis tenía que presentarse a rendir juramento como gobernador interino, no se presentó, al haber negociado con el gobernador saliente, Roberto Madrazo, por lo que asumió Priego Oropeza, que había sido su jefe en la Secretaría de Gobierno.

A los señalamientos de corrupción, se le añadió el calificativo de “traidor”. En 2001 renunció al PRI y llegó al PRD. La vieja relación familiar lo reencontró con López Obrador, de quien fue coordinador de campaña presidencial en Tabasco, en 2006. Es probable que el Presidente haya dejado sus agravios en el archivero, pero la memoria del viejo marrullero, persiste.

 

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