López Obrador colocó al secretario de Gobernación en la terna final de aspirantes a la candidatura de Morena por la presidencia, y López bis ha comenzado a escalar a puñetazos y patadas.
Por la forma como actúa, Adán Augusto López, secretario de
Gobernación, ha cambiado la gastada frase de que para tener la lengua larga hay
que tener la cola corta, por la variante de para tener la lengua larga, hay que
tener la cara dura. López bis ha causado una continua polémica por sus
delirantes mentiras para atacar a políticos de oposición, y la incansable
marcha de cerca de 10 días para ir posicionando su nombre rumbo a 2024. Los
resultados muestran que no le ha ido mal en el reconocimiento de nombre.
La herramienta ARMA, de Ricardo Pérez Escamilla, que mide la
reputación mediática, ubica a López bis en segundo lugar en octubre, sólo
detrás del líder del PRI, Alejandro Moreno, pero con 58 por ciento de opiniones
positivas y sólo 6 por ciento negativas, contra 77 por ciento de opiniones
negativas y sólo 8 por ciento a favor del priista, que no significa aprobación
o desaprobación, sino exposición en medios y su valoración en esos espacios. El
avance se notó también en la encuesta publicada esta semana por EL FINANCIERO, donde
avanzó ocho puntos, de 20 a 28 por ciento de opinión favorable, aunque lejano
aún de los punteros morenos, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Las críticas al secretario de Gobernación han surgido por el
contraste en la forma como llegó al cargo a finales de agosto del año pasado,
con una mano izquierda suave y negociadora, para convertirse en un porro. Sus
formas y la vieja relación con López Obrador, que comenzó cuando su padre y su
hermana lo abrigaron en su casa en Villahermosa cuando regresó de una especie
de exilio en Veracruz, lo colocaron de manera instantánea como un posible
aspirante a la candidatura presidencial.
Con el paso de los meses, se confirmó. López Obrador lo
colocó en la terna final –cuando menos por ahora– de aspirantes, y López bis ha
comenzado a escalar en recordación de nombre a partir de puñetazos y patadas.
El Presidente lo llama “hermano” y, cuando se le ha cuestionado su integridad,
ha metido la mano al fuego por quien califica de “honesto”. Pese a la añeja
relación personal, esto no fue siempre así. De hecho, cuando López fue
subsecretario de Gobierno durante la administración de Manuel Gurría Ordoñez en
Tabasco a principio de los 90, López Obrador le armó un expediente negro.
La investigación de López Obrador sobre López bis fue
proporcionada a un grupo de reporteros tabasqueños. Información de ese
expediente, junto con una investigación independiente y entrevistas, se
convirtió en el libro Tabasco, política, petróleo y negocios, escrito por
Armando Guzmán, corresponsal de Proceso, y director del diario digital
@reporterosdelsur, que narra la historia política de ese estado entre 1985 y
2006. El capítulo 10, que se refiere al secretario de Gobernación, se
titula Adán Augusto, historia truculenta.
El expediente negro de López Obrador y las investigaciones
propias de Guzmán identificaron a López bis como socio del empresario Carlos
Cabal Peniche, que estuvo en la cárcel por un desfalco de seis mil millones de
pesos a su propio banco, Cremi-Unión. Pero antes de que entrara en desgracia,
de acuerdo con los expedientes, López bis operó “turbias ventas” de propiedades
del gobierno de Gurría Ordoñez a Cabal Peniche. Guzmán explicó que López bis
operó el remate de bienes del estado para favorecer a Cabal Peniche, quien
adquirió primero la Distribuidora de Productos Marítimos de Tabasco, valuada en
10 mil millones de pesos, que se le entregó al empresario en 40 por ciento de
ese valor. Otro traspaso, el del hotel Holiday Inn que después cambió de
nombre, fue logrado mediante otra “turbia licitación” para adquirir 30 por
ciento de las acciones que tenía el gobierno.
Desde el cargo de subsecretario, señalaron, López bis vendió
reservas territoriales al constructor Manuel Felipe Ordoñez, primo de Gurría,
que encabezaba el Consorcio de Constructores de Tabasco, integrado por 11
compañías, que monopolizó la construcción de carreteras en los 90. En 1995,
López Obrador denunció que el gobernador había vendido a familiares y amigos
más de 180 hectáreas de reservas territoriales “a precios de regalo” –30 por
ciento de su precio real–. Parte de esos terrenos estaba destinada para
viviendas populares, pero nunca se construyeron. En su lugar surgieron
residencias privadas de lujo, mediante un esquema diseñado por López bis.
En una de las entrevistas que realizó Guzmán, el entonces
líder del PRD en Tabasco, Auldárico Hernández, dijo que la fortuna de López bis
se originó desde la Subsecretaría de Gobierno. En los expedientes negros se
señala que se quedó con “millones” de pesos de los que repartió la Comisión
Interinstitucional para la Atención Respectiva, conocida como CIAR-100, que
tenía un presupuesto de casi 3 mil millones de pesos. “A un año de asumir la
gubernatura en sustitución de Salvador Neme Castillo, en enero de 1992″,
recuerda Guzmán, “ya se documentaba la escandalosa corrupción y tráfico de
influencias en el gobierno de Gurría Ordoñez, operada desde la Subsecretaría de
Gobierno que ocupaba Adán Augusto López Hernández”.
Pese a ello, cuando el Tribunal Electoral anuló la elección
de Manuel Andrade para gobernador en 2000, donde López bis fue el coordinador
de la campaña, logró convencer al PRD, al PAN y al PT, para que lo ungieran en
el Congreso local como gobernador interino, lo que causó un conflicto
constitucional porque el PRI, a pocas horas de que terminara la legislatura,
designó para el mismo cargo a Enrique Priego Oropeza. Pero cuando López bis
tenía que presentarse a rendir juramento como gobernador interino, no se
presentó, al haber negociado con el gobernador saliente, Roberto Madrazo, por
lo que asumió Priego Oropeza, que había sido su jefe en la Secretaría de
Gobierno.
A los señalamientos de corrupción, se le añadió el
calificativo de “traidor”. En 2001 renunció al PRI y llegó al PRD. La vieja
relación familiar lo reencontró con López Obrador, de quien fue coordinador de
campaña presidencial en Tabasco, en 2006. Es probable que el Presidente haya
dejado sus agravios en el archivero, pero la memoria del viejo marrullero,
persiste.
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