Es producto de la guerra intestina de Morena por la candidatura
Columnista
del Universal
Una discreta, casi subrepticia reforma constitucional y
electoral en el Estado de México, consumada la tarde del viernes
último en tiempo récord, exhibe dolencias en los equilibrios internos en Morena
(quizá incluso en Palacio), y moverá las estrategias de los partidos y de
múltiples actores ligados con esa, la más rica y poblada entidad, asiento del
mayor padrón de votantes del país.
Tales enmiendas establecen un sistema de alternancia de
género en las candidaturas partidistas para la gubernatura estatal, pero
aplicable a partir no del próximo año, sino de 2029, por lo que en la disputa
por el relevo de Alfredo del Mazo, actual mandatario, queda abierto
cualquier candado en la materia, e incluso se aclara que tampoco se tendrá en
consideración lo que ocurra en idéntico proceso en otros estados.
Teniendo rango constitucional local, y salvo que Del Mazo no
promulgara las reformas, estas echan por tierra las disposiciones definidas por
el Instituto Nacional Electoral (INE) en este campo, pero en especial
abren la puerta para mover el tablero que se perfilaba con la definición de dos
mujeres como las abanderadas más viables para las coaliciones partidistas: la
del oficialismo, con Delfina Gómez, y la del bloque opositor, con Alejandra del
Moral.
Quizá lo más relevante de esta historia es que la iniciativa
provino de Morena, por la vía del senador Higinio Martínez, de la diputada
local Yésica Rojas, también morenista, a la que se sumó su homóloga panista Miriam
Escalera. Las reformas fueron respaldadas por 68 de los 75 diputados, lo
que no hubiera sido posible sin negociaciones de alto nivel con otros partidos,
en particular con el PRI, en el poder estatal.
Fuentes cercanas al primer círculo del presidente López
Obrador interpretan esto, en principio, como producto de la guerra
intestina por la candidatura, que implica ya a la citada Delfina Gómez, actual
secretaria de Educación Pública; al senador Martínez, que por años fue su jefe
político; a Horacio Duarte, director de Aduanas —parte de la misma facción,
asentada en Texcoco—, e incluso a Pedro Zenteno, director del ISSSTE. Todos se
hallan en una guerra que no hará sino intensificarse.
No obstante, Martínez Miranda, que se presentaba como
el adversario más fuerte de la maestra Gómez por la candidatura, ha confiado a
sus cercanos que a finales del pasado periodo de sesiones recibió en el Senado
al dirigente de Morena, Mario Delgado, quien le habría hecho saber
que la definición estaba tomada en favor de aquélla. Según la misma fuente, el
legislador ha advertido que cuando tal postulación se consume, renunciará a su
escaño y se retirará de la política.
La otra explicación que ofrecen las reformas mexiquenses
para los estudiosos de los gestos desde Palacio es que el propio presidente
López Obrador estima que la elección en el Estado de México puede cargar los
dados de manera irremediable en favor de uno de los bloques políticos que
apuesta a la sucesión del 2024, en demérito de otras facciones, en particular
la que encabeza el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
En la alianza opositora también habrá sobresaltos. Es
inminente que Enrique Vargas, el actor dominante del panismo estatal, busque
desafiar la candidatura común por parte del PRI, PAN y PRD en favor de
Alejandra del Moral, quien cuenta con el abierto impulso del gobernador Del
Mazo (es su operadora política más importante desde 2017, tres veces dirigente local
del PRI); de su antecesor, Eruviel Ávila, del que fue colaboradora, e
incluso de personajes cercanos a Enrique Peña Nieto, en cuyo gobierno participó
bajo la sombra de Luis Videgaray. Cambio de baraja, el juego comienza de
nuevo.
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