La tasa de desempleo para el cierre de 2022 será aún 0.5 puntos porcentuales más alta que la de febrero de 2020.
México tuvo una de las mayores caídas en
empleo entre los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE) durante el pico de la pandemia del COVID-19, y el desempleo no
regresará a los niveles previos a la pandemia ni en este año ni en el
siguiente.
El organismo internacional proyectó una
tasa de desempleo para el país en el cuarto trimestre de 2022 todavía 0.5
puntos porcentuales más alta que la de 3.6 por ciento en febrero de 2020.
“La situación en México es diferente, pues
en 2020 se tuvo que tomar la difícil decisión de reducir el presupuesto tanto
para los servicios del mercado laboral como para las políticas de activación de
empleo, con el fin de reorientar el gasto hacia temas más prioritarios y poder
enfrentar la crisis sanitaria causada por COVID-19”, recomendó la OCDE en su reporte
sobre Perspectivas de la OCDE sobre el Empleo 2021
movilidad laboral hacia sectores más
dinámicos, proporcionando un apoyo individual intensivo a los grupos
particularmente vulnerables”, agregó.
En febrero de 2020, justo antes del inicio
de la pandemia, la tasa de desempleo ajustada estacionalmente en México era de
3.6 por ciento y hacia junio de ese año, en el pico de la crisis, saltó a 5.5
por ciento.
A mayo de 2021 la tasa se mantenía en 4.2
por ciento y las proyecciones sugieren que en el cuarto trimestre de 2022 será
0.5 puntos más alta que antes del inicio de la pandemia.
“Desde el inicio de la crisis del COVID-19,
México experimentó una de las mayores caídas en el empleo de toda la OCDE. De
hecho, a mediados de 2020, su tasa de empleo era 12 puntos porcentuales
inferior a la media del 2019 (61.6%). Durante el mismo periodo, en comparación,
la tasa de empleo promedio de la OCDE bajó 5 puntos porcentuales”, señaló el
informe que identifica un impacto y manejo diferente del desempleo comparado
con el resto de los países miembros del organismo.
Los países respondieron rápidamente a la
crisis del COVID-19 ajustando y reforzando los servicios públicos de empleo
(SPE) y las políticas activas de empleo (PAE). México fue el único país sin un
esquema universal de retención del empleo, por lo que con el desempleo sufrió
una de las caídas en el ingreso de los hogares más altas dentro del grupo de
países miembros.
Entre el último trimestre de 2019 y el
segundo trimestre de 2020, en ausencia de una red de protección integral, el
ingreso bruto disponible disminuyó casi 11 por ciento en México, una de las
mayores caídas observadas en la OCDE.
Mientras que en muchos países europeos, las
horas de trabajo perdidas se explican por reducciones de las horas trabajadas
por personas que permanecieron ocupadas, en México este ajuste se canalizó
principalmente a través del desempleo, que representó más de la mitad de las
horas no trabajadas en 2020.
El impacto inicial de la pandemia en México
provocó una drástica reducción del total de horas trabajadas (38 por ciento
entre enero y abril del 2020).
Luego de una recuperación gradual, una
segunda ola de contagios generó otra caída, más limitada, a principios del
2021. Según las más recientes estadísticas disponibles, en marzo de 2021 las
horas trabajadas en México seguían siendo casi un 10 por ciento menores que
antes de la crisis.
El efecto fue particularmente dramático
entre los jóvenes mexicanos. Por ejemplo, en el segundo trimestre de 2020 la
disminución de las horas trabajadas por grupo de edad de 15 a 24 años se
explicó en un 85 por ciento por el desempleo.
Por el contrario, durante el mismo periodo,
menos de la mitad de la disminución de las horas trabajadas por la población de
más de 25 años se atribuyó al desempleo, lo que probablemente se debe a que los
trabajadores jóvenes tienen contratos menos estables y en sectores más
afectados por la crisis del COVID-19.
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