Aunque el empresario tuvo su primer acercamiento al mundo de las finanzas desde que era un niño, comenzó a invertir seriamente cuando concluyó su carrera universitaria
Carlos
Slim, de ascendencia libanesa, es el hombre más rico de México. De acuerdo
con Forbes, su patrimonio neto está valorado en 55 mil 930 millones
de dólares y desde hace varios años figura dentro de la famosa lista Billonaires,
publicada y actualizada año con año por la revista estadounidense.
Actualmente, el también conocido como el “magnate de las
telecomunicaciones” ocupa el décimo sexto puesto dentro del ranking de las
personalidades más ricas del mundo, encabezado por el empresario Jeff Bezos,
fundador y director ejecutivo de Amazon.
Aunque el origen de sus negocios se remonta a su niñez, cuando
Carlos Slim vendía dulces debajo de las escaleras de su casa y su primer
acercamiento con las finanzas fue mientras trabajó con Julián Slim Hadad, su
padre; fue hasta que terminó sus estudios en Ingeniería Civil por la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que el empresario comenzó a
amasar su fortuna desde el ramo de las inversiones.
En este sentido, los primeros pasos para fundar Grupo
Carso, uno de los conglomerados más importantes de México y América Latina en
materia de infraestructura, telecomunicaciones, construcción, industria e
investigación, consistieron en la compra de empresas industriales, cuyas
ganancias se multiplicaron gracias a que el empresario las invertía o las usaba
para conseguir más empresas, práctica que siguió ejecutando hasta la década de
los 80.
Fue en el año 1966, tres meses antes de casarse con Soumaya Domit Gemayel, que el empresario fundó
Inmobiliaria Carso. Dos años más tarde, el “magnate de las telecomunicaciones”
creó y presidió a las empresas Promotora del Hogar S.A. dedicada a la promoción
de la vivienda y GM Maquinaria, cuyos giros consistieron en la compra, venta y
renta de equipo de construcción.
No obstante, el crecimiento exponencial de su fortuna
fue hasta 1982, a causa de la crisis económica que impactó en las empresas
mexicanas, ya que éstas vendieron sus activos a muy bajos costos y el
empresario aprovechó para adquirirlas. Carlos Slim, presidente de Grupo
Carso hasta el momento, se hizo propietario de las empresas Citigam,
Hulera el Centenario, Bimex y Reynolds Aluminio; poco tiempo después, el
magnate de 81 años compró la compañía Seguros de México, la cual más tarde se
convertiría en Grupo Financiero Inbursa.
Además, en 1985, veinte años después de haber creado el
consorcio, el empresario siguió invirtiendo. En este año, Slim Helú se
apropió de las compañías Artes Gráficas Unidas, Fábricas de Papel Loreto y Peña
Pobre, así como de las tiendas departamentales Sanborns y la cadena de
restaurantes Dennys.
Se dice que Carlos Slim Helú fue uno de los más beneficiados durante el sexenio del
priista Carlos Salinas de Gortari, ya que durante su mandato surgió una ola
de privatizaciones que le permitieron al empresario manejar y gestionar la
paraestatal Teléfonos de México (TELMEX) con el fin de ofrecer
servicios en materia de telecomunicaciones. La compra fue en 1990 y en 1991, el
empresario mexicano debutó en la lista de los empresarios más ricos e
influyentes de México.
Este proyecto fue altamente criticado por varios analistas,
ya que el empresario se apoderó del 53% de la paraestatal hasta obtener el
100% de los activos de la compañía para 1999, lo cual fue calificado como
como un “monopolio privado” que llegó a controlar el 94% de las líneas
telefónicas fijas, 78% de los servicios en telefonía móvil y el 70% del mercado
de banda ancha e internet, según datos del sitio web Memoria Política de
México.
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