De acuerdo con los datos más recientes del Banco de México,
la cantidad de billetes y monedas en circulación en la economía del país
equivale a 15 mil 960 pesos en promedio por cada mexicano.
¿Ya contó usted el efectivo que tiene? ¿Es esa cantidad?
Algunos estudios han señalado que con la pandemia bajó la
preferencia de la gente por efectivo, debido al temor de que pudiera ser un
vehículo de contagio por la cantidad de manos que lo tocan.
Sin embargo, la realidad es que apreciamos más y más el
efectivo.
En los últimos doce meses, la cantidad de billetes y
monedas en circulación creció en 18.5 por ciento a pesar de que la
economía va a caer en este año en casi 9 por ciento.
La explicación de este crecimiento deriva, sobre todo, del
aumento en la circulación de billetes de mayor denominación.
Por ejemplo, el billete del cual existen más piezas en poder
del público es el de 500 pesos. Hay actualmente 3 mil 59 millones de
billetes de esta denominación. Hace un año, la cifra era de 2 mil 377
millones. Su crecimiento anual fue de 28.6 por ciento.
En contraste, los billetes de menor denominación incluso han
decrecido. Hay 619 millones de unidades del billete de 50 pesos, lo que implica
una reducción anual de 2.2 por ciento.
¿Cómo explicar esta preferencia por el efectivo al mismo
tiempo que el uso de billetes 'más grandes', como decimos coloquialmente?
A mi juicio, hay dos explicaciones.
Por un lado, están los controles cada vez más estrictos que
realiza la autoridad fiscal para seguirle la huella a los gastos que hacen
los contribuyentes, empresas y personas, a través de sus movimientos bancarios
y financieros.
Prácticamente cualquier transacción bancaria deja un rastro,
por lo que, en caso de que las personas no quieran que sus operaciones sean
detectadas por el fisco, deben realizarlas en efectivo.
La otra explicación tiene que ver con la presencia de
la economía informal. El día de hoy, el Inegi dará a conocer su medición más
reciente de la economía informal.
El corte anterior, correspondiente a 2018, establecía que un
22.5 del PIB fue generado por el sector informal. Esto implica un monto
de 5.5 billones de pesos.
Pero, además, hay 15 millones de personas en el sector
informal, sobre todo en el comercio y la construcción, y aproximadamente 16
millones más que son empleados informales, aunque muchos trabajen en la
economía formal.
Las operaciones del pequeño comercio callejero o
incluso en locales establecidos, o bien la 'raya' semanal de los
trabajadores de la construcción, o el pago del trabajo doméstico, sólo por
citar algunos ejemplos, usualmente son en efectivo. Allí no ha llegado la
bancarización.
En las discusiones recientes sobre las reformas a la Ley del
Banco de México se habló mucho del lavado de dinero de los dólares en
efectivo.
Sin embargo, la mayor parte del lavado de dinero de
actividades ilícitas no se da en dólares sino en pesos constantes y
sonantes.
Los esfuerzos como el CODI, que lanzaron las instituciones
bancarias y Banxico para reducir el uso de efectivo, han resultado
completamente insuficientes, de acuerdo con las estadísticas.
Los datos nos reflejan que la economía del dinero
efectivo sigue siendo muy vasta y además está creciendo.
Caben en ella actividades informales, pero también otras abiertamente ilegales.
Cuando arrancó esta administración se dijo que uno de sus
propósitos sería crear las condiciones para reducir al mínimo el uso del
efectivo.
En agosto de 2018, a un mes de que AMLO ganara las
elecciones, Alfonso Romo, responsable del Plan de Nación que se había
presentado, dijo: “Hay que quitar el efectivo de la economía para poder
combatir la corrupción”.
Pues no sucedió.
¿Será que sin efectivo ya no se podrían llevar esas bolsas
de papel con “aportaciones del pueblo” para financiar las campañas?
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